Italo despertó y le extrañó que ese día nadie hubiese entrado a su habitación, así que se puso de pie y se asomó a la terraza pensando que quizá era madrugada aún, pero vio un radiante sol, así que se fue al baño y en cuanto estuvo listo se dirigió a las escaleras.
Italo asintió y bajó encaminándose hacia el comedor, pero se encontró con los demás que aún o habían entrado y estaban tomado café.
Gianni y Kelly también lo saludaron, pero Italo notó que el primero parecía preocupado y así era. Gianni seguía siendo sumamente aprensivo con la salud de Kelly y ciertamente estaba preocupado, pues había escuchado a Ángelo cuando le decía a Enzo que Kelly había pasado mala noche y que tenía un terrible dolor de cabeza, pero que aún así decidido levantarse para estar con Ítalo, ya que el irresponsable padre todavía no aparecía. Sin embargo, Italo decidió que luego le preguntaría a su primo qué le sucedía y pasaron al comedor cuando Enzo les dijo que ya estaba servido el desayuno. Aunque Gianni le había explicado su situación con relación a su propio padre, a Italo seguía extrañándole que llamase papá y mamá a sus tíos y una arruga apareció en su frente al pensar en su propia situación.
Todos habían girado las cabezas al escuchar la voz y vieron a Luciano que venía entrando con Silvano, Fredo y Franco, Italo después de lanzar el emocionado grito, se había levantado a toda velocidad derribando la silla y corriendo hacia Luciano.
Mientras Luciano saludaba a su hijo, Ángelo tenía una expresión de sorpresa que casi resultaba cómica en opinión de Enzo, en tanto que Kelly había sentido una emoción casi igual a la de Italo y sus ojos se habían llenado de lágrimas al ver el cuadro de Luciano con el chico en brazos.
Como Italo se mostró de acuerdo, caminaron hacia la mesa, aunque Luciano se detuvo un momento a saludar, pues Silvano ya lo había hecho y ya estaba despachándose el primer café.
Después de eso Luciano saludó a Enzo, le alborotó los rizos a Gianni y fue a sentarse. No obstante, después que se bebió la primera taza de café y cuando iba a servirse la comida, notó que Italo seguía hablado, pero que no había nada en su plato y juntó las cejas.
Italo hizo un supremo esfuerzo solo para no contrariar a su padre, pero para Luciano fue patente que en verdad lo estaba haciendo, porque había visto aquella misma actitud en Kelly en incontables ocasiones.
Por la incesante charla de Italo, Luciano se enteró que ya había conocido a todos los miembros de la familia, y hasta donde había podido entender, todo había marchado bien. También notó una mirada de extrañeza en los ojos del chico, pero decidió que luego le preguntaría a qué obedecía. Una vez que finalizaron, miró a Italo.