Destino de Sangre (libro 15. Sicilia)

Cap. 43 Hacia el final

 

El último par de meses habían sido una locura, pues entre las muchas cosas que estaban haciendo los miembros de la familia, tendientes a preparar el viaje de vuelta a casa, y la boda de Enrico que se efectuaba ese mes, todo era un caos total.

Italo se había adaptado bien a su nuevo entorno y contrario a lo que Ángelo hubiese podido esperar, no había dado problemas, pues el chico aparte de ser especialmente cariñoso, sobre todo con Kelly y con Piera, se había dedicado a sus estudios sin quejarse por ello, así que iba a diario a la base donde había iniciado un plan de estudios que le permitiría obtener su certificado de enseñanza media en un tiempo que lo pondría muy cerca de poder ingresar a una universidad en breve.

El embarazo de Damila continuaba sin mayores trastornos fuera de los normales, aunque para ella no fuesen nada normales y sí muy molestos, y como Giulio estaba en verdad sumamente ocupado con los asuntos del Consorcio, dejó de mostrarse tan aprensivo, aunque eventualmente sufría alguno de sus ataques de culpa.

Una semana antes de la boda de Enrico y Paola, Ángelo tuvo una desagradable discusión con Kelly, porque él tenía que ir a El Valle y era algo que no podía evitar, pues debía poner al corriente a los miembros de la organización de su inminente partida y designar un sucesor, así que independientemente de si a su mujer le parecía o no, él se dispuso a hacer aquel viaje.

Ese mismo día, pero mucho más tarde, Damila se disponía a meterse en la cama, cuando llamaron a la puerta y Giulio dio a la autorización para pasar, pero vieron que Silvano asomaba la cabeza sin entrar.

  • Siento molestar, pero necesito hablar contigo, CC
  • ¿Qué sucede contigo, infeliz? – preguntó Giulio – Espera hasta mañana
  • G – lo detuvo Damila

Se puso de pie y echándose un salto de cama por encima de los hombros, caminó hacia la puerta. Giulio tuvo que tragarse su malestar, porque sabía que impedirle a su mujer hablar con el necio aquel en el momento que fuera, era el camino más corto para agenciarse la ira de la misma.

  • ¿Qué sucede, Carlo? – le preguntó una vez que entraron a su MM
  • Tengo un problema, CC
  • Lo imagino, porque si no fuera así, no habrías ido a buscarme aun sabiendo que G se iba a molestar con ambos, pero no adelantaremos nada si no me dices de qué se trata
  • Estoy enamorado – dijo en la forma directa como lo decía todo

Damila primero abrió mucho los ojos, pero luego juntó las cejas, porque aquello en ningún caso habría sido un problema para aquel individuo y de acuerdo a lo que sabía de él.

  • Carlo, si estás de ánimo bromista…
  • No es una broma, CC – le dijo y a ella le sorprendió tanta seriedad – Escucha – dijo sentándose y sujetando sus manos – quizá no va a gustarte lo que voy a decir, pero ni modo. Yo en verdad me enamoré de ti, y cuando Giulio y tú anunciaron su boda, me sentí morir, y fue esa la verdadera razón por la que estuve tanto tiempo fuera, por la que me negué a hablar contigo y por la que casi no asistí a tu boda – le dijo y Damila quiso golpearlo, pero no lo hizo, sino que siguió escuchando –  Sin embargo, Lucky me hizo ver mi necedad, y aunque sentía que tenía el corazón hecho pedazos, vine porque te prometí que cantaría el Ave María en tu boda si alguna vez cometías la suprema estupidez de casarte, como dijiste – y en este punto lo que no pudo evitar fue una sonrisa, aunque sintiendo el corazón oprimido – Después viví los horrores del infierno cuando te secuestraron y en verdad solo quería morir, pero de nuevo Lucky me sacudió y fuimos por ti, aunque otra vez quise morir cuando te hirieron y sentía que tu vida se me escapaba de las manos y no podía hacer nada por evitarlo. No obstante, aunque pensé que iba a amarte toda la vida, de nuevo quien dirige este circo tomó otra decisión, porque no sé cómo ni cuándo sucedió, pero me enamoré de nuevo y actué en consecuencia, - algo que no le extrañó y le habría extrañado si no lo hubiese hecho – pero las cuentas me están saliendo muy mal, porque la chica en cuestión opina que soy el peor sujeto del mundo

Damila aún no estaba muy segura de por qué le estaba contando todo aquello y francamente casi tenía miedo de preguntar quién era la chica en cuestión, pero finalmente lo hizo.

  • ¿Y puedo saber quién es la feliz afortunada?
  • No creo que ella se sienta feliz, y afortunada menos aún
  • Ajá, pero aún no me dices…
  • Isabella
  • ¿Isabella? ¿Nuestra Isabella?
  • Te aseguro que no es mía en ningún sentido
  • ¡Demonios! – exclamó
  • Justo lo que opina de mí y… – Silvano siguió hablando y Damila se sintió fastidiada, porque intentaba pensar
  • ¿Quieres callarte, Carlo?
  • Bueno, de querer…
  • Si serás majadero, estoy intentando pensar – Silvano guardó el solicitado silencio y buscó un cigarrillo, pero al minuto siguiente sintió un golpe en la cabeza – Apaga eso, idiota
  • Perdón

Damila comenzó a pasearse por la estancia mientras intentaba como dijo, pensar en el problema. Tanto Silvano como ella habían estado convencidos de que Isabella estaba enamorada de Enrico, pero ella supo primero que Silvano que no era así, el asunto era que no había podido comentarlo con él, porque por esos días Silvano había estado muy ocupado en Europa y no había ido a casa hasta el día que Enrico había anunciado su compromiso con Paola. Sin embargo, después de eso, Damila había escuchado a Vittoria hablando con Francesca y la primera le decía a su prima que estaba preocupada por Isabella, porque en su opinión, la chica estaba enamorada, pero siendo que no conocía a casi nadie allí, estaban seguras que el susodicho se hallaba en su tierra; aquello y en opinión de Damila, y si era cierto, explicaría mejor el porqué de la manía que parecía sentir Isabella por Silvano y que todos decían que era porque había sido él quien la sacase de Mesina con tan poca ceremonia. Sin embargo, ahora y haciendo memoria, Isabella iniciaba sus pleitos con Silvano mencionado aquello, pero sus pleitos con él, terminaban siendo por causa de sus muchas novias. Damila no tenía la memoria de Silvano, pero hizo su mejor esfuerzo por recordar diversas situaciones, y una en particular, asaltó su memoria. En una ocasión, quien había sido testigo de uno de los memorables pleitos entre Silvano e Isabella, había sido Franco y casi había colisionado con Damila por venir furioso y despotricando de aquellos dos, quienes, en su opinión, parecían una pareja de novios muy irritante ambos. Aquello había sucedido hacía mucho tiempo, pues había sido antes de que Franco se marchase, y Damila recordó que ella había llegado a considerar lo que Franco había dicho, pero siendo que no sucedió nada que lo demostrase, se había olvidado del asunto. Sin embargo, ahora y aplicándose a recordar los pleitos entre ellos, y el motivo de los mismos, pensó que en verdad ambos estaban siendo muy necios, pero Silvano se llevaba el oro, porque aun siendo un individuo directo y poco dado a los conflictos emocionales, no había notado lo obvio y seguía comportándose como el sinvergüenza que todos decían que era, arruinándose él mismo cualquier posibilidad con Isabella, lo que demostraba una vez más, que cuando se está directamente involucrado, eso parece anular el buen juicio y el discernimiento claro.

  • ¡Carlo! – exclamó sobresaltándolo – Eres un estúpido
  • Bueno, veo que estás de acuerdo con ella, pero eso no…
  • Escucha necio, yo creo que, si bien en verdad tienes un enorme problema, no es Isabella precisamente, sino tú mismo
  • CC, tú y yo sabemos que tengo un alto coeficiente intelectual, pero en verdad no creo estar entendiendo
  • Seguro, porque en este caso tu IQ no te será especialmente útil, ya que no estamos hablando de un problema matemático
  • Bien, pero…
  • Cállate y escucha. Aunque yo nunca te he visto con una chica, nunca te has molestado en negar lo que dicen los chicos de ti
  • ¿Por qué iba a hacerlo?
  • De lo que podemos asumir que es verdad
  • Es posible que no lo parezca, pero soy un caballero, CC, así que no voy por ahí hablando de las mujeres que…
  • No estás yendo por ahí hablando de nada, estúpido, estás hablando conmigo
  • Bueno sí, pero igual no…
  • Carlo Silvano Del Piero, si quieres que te ayude, no agotes mi paciencia
  • Tú no tienes paciencia, CC
  • Bien, me marcho entonces y…
  • ¡No! – la detuvo – De acuerdo, tú ganas, es verdad. Todo lo que dicen es verdad, pero soy un hombre y me gustan las chicas, CC
  • En demasía, diría yo, pero si es así ¿cómo estás seguro de que no vas a arruinarle la vida a Isabella?
  • No lo estoy, sabes lo que pienso con respecto a predecir el éxito o el fracaso de las relaciones, pero si no hay una relación, no lo sabremos nunca
  • En la teoría eso podría sonar bien y hasta lógico, pero a ninguna chica le gusta sentirse como… un experimento
  • ¿Y entonces?
  • Entonces y en principio, tienes que estar seguro de lo que quieres
  • Estoy seguro que la quiero, lo que no puedo, es saber si funcionará o no y me parece mucho peor mentir al respecto, pero… ¿por qué estamos hablando de esto si ella ni siquiera quiere escucharme?
  • No quiere escucharte porque también está enamorada de ti, necio
  • CC, eso no tiene sentido
  • No lo tiene para ti, pero créeme, si ella quiere apalearte…
  • ¿Quiere apalearme?
  • Carlo, en verdad estás neciamente enamorado, porque solo así se justifica tanta estupidez junta. Claro que quiere apalearte, y de hecho lo ha conseguido algunas veces, porque si tú ya olvidaste cuando te rompió la cabeza con el florero, o cuando casi te rompes el cuello porque la dulce criatura te empujo y estuviste a punto de caer por las escaleras, yo no
  • Bueno, pero sabes que en realidad nunca le he sido simpático por haberla sacado de su tierra como un bulto
  • Claro, pero ¿cuántas veces, te ha dicho eso?
  • Siempre que me ve
  • ¿De veras?
  • Seguro
  • Tienes una memoria privilegiada, Carlo Silvano, úsala
  • ¿Y qué debo recordar exactamente? – preguntó y ella puso los ojos en blanco
  • ¿Cuándo fue la última vez que te peleaste con ella?
  • Mmmm… hace como un mes, cuando la besé y casi me saca los ojos
  • Antes de eso
  • El día del cumpleaños de los gemelos
  • ¿Y qué te dijo exactamente?
  • Lo usual, que soy un desvergonzado que va por ahí con una y con otra y… – Silvano se detuvo y Damila sonrió con malignidad
  • ¿No que lo usual es que te reclame por la forma como la sacaste de su tierra?
  • ¡Por todos los Dioses!
  • Bien, ahora que ya sabes que solo está celosa, tienes un enorme trabajo por delante
  • ¿Qué?
  • Carlo…
  • En realidad, creo que ahora estoy en más problemas que antes
  • Escúchame necio, solo tienes que comportarte y dejar de hacer el idiota con cuanta falda te pasa por delante
  • Pero CC, ella no va a saber si lo hago o no
  • Si tus amigos dejan de hablar de ello, tienes una posibilidad, pero eso no es lo único
  • ¿Ah no? – preguntó con consternación, porque si aquello ya le parecía difícil, si había algo más, la tarea se convertiría en una imposibilidad
  • Ya sé que yo fui una novia bastante horrible, pero recuerdo que hiciste de todo para convencerme de que tú eras un novio adorable, e hiciste ambas cosas, porque me convenciste y lo fuiste, así que, si alguien sabe cómo hacer las cosas, eres tú




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.