Aunque estaban bastante seguros de que no había una amenaza inmediata para ellos, Luciano igual se ocupó de organizar la seguridad para la boda, como siempre, y después de revisar por última vez el club, que ese día permanecería cerrado para los demás, se fue a casa. Cuando llegó, y si bien los menores de la familia ya estaban tomando un temprano desayuno, pues debían alistarse para ir a la iglesia, no vio a Italo entre ellos, así que no se entretuvo y subió, pero cuando iba por el pasillo, escuchó voces y se detuvo acercándose al MM cuya puerta estaba abierta.
Unos minutos antes, Damila había entrado a su rincón mágico y comenzó a mirarlo todo, pero un momento después había comenzado a llorar. Giulio, que había estado buscándola, y al no encontrarla ni en la habitación de los niños ni en la de Kelly y Ángelo, preguntó a los que estaban de guardia y estos le indicaron donde estaba, se alarmó mucho al verla en aquel estado.
Durante los últimos días, las empleadas habían estado recogiendo y empaquetando aquello que la familia se llevaría, pues en breve, y como les había anunciado Luciano, irían los encargados del traslado de muebles y todo aquello que quisieran llevarse.
Luciano había escuchado y sonrió pensando que lo más seguro era que si Damila no se calmaba de forma inmediata, Giulio terminaría por decirle que ya lo había hecho, arruinando así la sorpresa que quería darle, pues naturalmente y siendo tan obsesivo como era, había perseguido a Luigi con saña para que diseñase los planos de ciertos espacios de la casa para que estos pudiesen ser replicados en la nueva, y naturalmente eso incluía tanto la habitación en la que se encontraban, como la propia y el estudio de Kelly.
Luciano entró a su habitación, se cambió a toda prisa y luego se fue a la de Italo y lo encontró de pie frente al espejo con expresión de disgusto.
Luciano rio y el chico giró la cabeza con la intención de decir quién sabía qué, pues le había tomado más bien poco tiempo entender que si sus hermanos decían que él era irritante, su padre le llevaba una grosera ventaja y era un ser simplemente maligno, pero al mirarlo, compuso expresión de incrédulo disgusto.
Italo o bien no estaba muy convencido, o simplemente no quería darle la razón a aquel portento de arrogancia, así que nada dijo.
No había transcurrido ni un minuto cuando se abrió la puerta dando paso a Paulo y más atrás venían Daiki, Khabir, Dinka, Gianpaolo, Aren y Hans.
Sin embargo, aunque había sido Paulo el primero en llegar, Luciano tomó la que le estaba dando Daiki, porque él tenía el cabello negro y el objeto en cuestión era del mismo color, mientras que no todos los demás lo eran. Después que los chicos abandonaron la habitación, Luciano se disponía a colocarle a Italo la cinta cuando él se la quitó.
Concluido el asunto, y aunque Italo no estaba especialmente contento y seguía pensando que se veía muy mal, abandonaron la habitación.
Sin embargo, los chicos que estaban al inicio del pasillo, entendían perfectamente al individuo, porque si bien todos eran conscientes del parecido entre padre e hijo, y de hecho eso había causado mucha sorpresa cuando lo habían visto por primera vez, como Italo llevaba el cabello muy largo, eso establecía una pequeña diferencia, pero sin todo aquel cabello en la cara, ambos se veían idénticos. Aunque Luciano sabía lo que estaban pensando, no les prestó atención y siguió su camino como si nadie los estuviese mirando con aquella expresión de sorpresa.