Destino de Sangre (libro 15. Sicilia)

Cap. 52 Culpa

 

Silvano había estado pegado a la cama de Isabella prácticamente desde que había llegado el día anterior, de modo que cuando Luciano llegó, notó que tenía unas pronunciadas ojeras, pues no solo se trataba del trasnocho, algo a lo que estaban acostumbrados, sino de la enorme preocupación.

  • Deberías ir a descansar un rato, Ícaro – dijo por pura fórmula
  • No estoy cansado y quiero estar aquí cuando despierte
  • Algo poco juicioso si me preguntas – le dijo y él lo miró
  • Tú lo sabes, cretino
  • Pues dependiendo de qué estemos hablando

Sin embargo, Silvano guardó silencio y Luciano pensó que no diría nada                                  más.

  • Sé que lo sucedido no es mi culpa, pero tal vez si yo no…
  • Hace poco me dijeron que yo era uno de los tipos más inteligente del mundo en opinión de quien me lo dijo, pero en la mía, tú lo eres mucho más, así que se me dificulta creer que vayas a asumir una culpa que no te pertenece
  • Sabes que no me complico la vida tratando de predecir el destino de las relaciones y me limitó a ver qué sucede, pero en este caso… – aunque Luciano imaginaba lo que iba a decir, esperó pacientemente – En verdad quiero que funcione, y la última cosa que quiero es lastimarla en ningún sentido
  • Eso no me luce como algo malo
  • Y no lo es, pero sabes que en ocasiones lastimamos a las personas sin querer
  • Como acabas de decir, puede suceder sin querer
  • Pero es que no quiero que suceda ni así. Ella es frágil, es dulce y… yo quiero protegerla de todo y de todos incluido yo

Luciano tuvo la sensación de haber vivido aquello ya, y así era, pues palabras más, palabras menos, era casi lo mismo que había dicho Giulio el día que Fredo y él se lo habían llevado antes de que intentase quitarles la cabeza a los gemelos por decir estupideces con relación a su inexistente vida amorosa, en presencia de Damila. La diferencia entre Giulio y Silvano, era que mientras para el primero todo era un drama sumamente complicado, Silvano era más directo que las líneas de emergencia y había expuesto el asunto sin el mencionado drama.

  • Está despertando – dijo Silvano
  • Aunque creo que debes decírselo, tal vez este no sea el mejor momento

Luciano estaba seguro que lo había escuchado, de lo que no lo estaba era que le hubiese prestado atención, porque durante el tiempo que precedía al despertar, Silvano se dedicó a prestar intensa y concentrada atención a los monitores y hasta que finalmente la chica abrió los ojos.

  • Hola amor – saludó, y bajándose el tapabocas, se inclinó para depositar un beso sobre su frente

Como Luciano no vio ni escuchó sonidos alarmantes, decidió salir de allí, pero iba pensando que o bien Silvano no le había prestado atención, o era simplemente incapaz de actuar de otra forma que no fuese la más directa posible.

Isabella se sintió lógicamente confundida y desorientada; no reconocía nada a su alrededor, aunque eso no incluía la voz que estaba escuchando o los ojos que estaba viendo.

  • Sil… – pero no pudo continuar, pues sentía la boca reseca y como si tuviese un trozo de cartón en la garganta a donde intentó llevarse la mano
  • No te esfuerces

A pesar de la recomendación de Silvano, ella ciertamente estaba esforzándose por poner orden en su caótica mente, pero sentía un desagradable vacío que no la acercaba de ninguna manera a saber por qué estaba en lo que había determinado era una cama de hospital. Durante las próximas tres o cuatro horas, su consciencia estuvo en un odioso vaivén que terminó por ponerla de mal humor, y no ayudaba en nada que el necio aquel estuviese allí diciendo estupideces. Sin embargo, en un momento determinado, pensó que estaba perdiendo el juicio, porque también creía escuchar a Damila diciéndole que le diese una oportunidad y ella había decidido hacerlo, pero… otra vez el vacío. Intentó llevarse la mano a la cabeza cuando sintió que le dolía, pero escuchó de nuevo a Silvano.

  • Tranquila, cielo, en un momento se te va a pasar el dolor de cabeza

El confundido cerebro de Isabella se preguntó cómo podía saber él, que le dolía la cabeza si no se lo había dicho. En otro momento gritó, pues sintió que la elevaban en el aire y veía alejarse la tierra a toda velocidad mientras unos fuertes brazos la sujetaban y ella gritaba llamando a su abuelo.

Evidentemente Isabella no tenía idea de dónde estaba, qué estaba pasando, ni que había sido lo que la colocase en aquella situación, de manera que su cerebro le enviaba señales confusas de diversos eventos sin orden ni concierto. Samuel había llegado y Silvano le había referido el estado general de la chica, y que las pocas veces que había despertado lo había hecho en completo estado de confusión.

  • Es natural, tú sabes cuáles son los efectos de la benzodiazepina, y tratándose de una sobredosis, éstos se multiplican y es posible que demore algunas horas y tal vez días en recuperar la memoria anterógrada, todo va a depender de la reacción de su organismo, pero, en cualquier caso, no podremos adelantar nada hasta que esté más consciente y entienda lo sucedido




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