A final de cuentas y bien mirado, Silvano habría tenido que estarle agradecido a Bruno, porque a pesar de que no había hecho nada en favor de su causa, o al menos conscientemente, había sido por él que las cosas entre Isabella y Silvano se habían arreglado, pero Silvano era un Del Piero y ni siquiera le ofreció una disculpa por lo que le había hecho, pero, posiblemente, a partir de ahí comenzase si no a llevarse mejor con Bruno, pues nunca había tenido relación alguna con él, por lo menos a no ignorarlo.
La familia se tomó la noticia de la relación entre los chicos con mucha alegría, porque los que lo sabían, casi habían temido que nunca sucedería, y los que no, no podían estar más felices por Isabella y por una unión que reforzaría los lazos familiares entre los Del Piero y los Rossi. En aquella ocasión Doménico estaba más contento y sin duda aprobaba la elección de su hijo, aunque él estaba seguro que ni su hijo ni nadie iban a preguntárselo, lo estaba lo mismo.
Silvano quería casarse de forma inmediata y de hecho al día siguiente quería irse a buscar al funcionario del registro civil, pero por supuesto ninguna de las mujeres Rossi iba a permitir un matrimonio a medias, pues sin una boda eclesiástica, para ellos aquello no sería un matrimonio.
Si bien Ángelo no estaba de acuerdo con el apuro, casi se arrepintió de no haber apoyado la idea de Silvano, pues en cuanto las mujeres comenzaron a hacer planes, él recordó las bodas anteriores y que aquello siempre ocupaba toda la atención de su mujer, y siendo que Silvano no tenía una madre, aquella sería la excusa perfecta para Kelly, aunque a decir verdad no necesitaba una para meterse de cabeza en aquella.
Damila también estaba muy contenta, y después de reñir a Silvano por lo sucedido, fue la que finalmente lo convenció con un argumento que a él le pareció válido.
Ambos rieron y Silvano la abrazó. Como ya Giulio no tenía ningún motivo para sentir ni el más mínimo temor con respecto a los sentimientos de Silvano por su mujer, y aunque posiblemente siempre sentiría algo de celos por la complicidad que siempre habría entre aquellos dos, era solo porque esa era su naturaleza y cualquiera que estuviese muy cerca de su mujer los despertaría, pero en aquel momento solo los miró sonriente y de veras contento por su primo.
La salida se había pautado para el 14 de diciembre, y aunque el día siguiente, es decir, el 15, era el cumpleaños de los gemelos Genovesse, ellos no protestaron y de hecho dijeron que serían los primeros en celebrar su cumpleaños en casa.
Durante los últimos días, Francesca no había ido a trabajar y se los había pasado en el refugio con su familia, algo por lo que Vladislav no protestó en lo absoluto, pero quien sí lo había hecho y no había sido una protesta propiamente, sino una recomendación, había sido Pina, la madre de Francesca, pues el padre de Vladislav vivía con la pareja desde que había sufrido un ACV y Francesca se había negado de forma muy terca, a que siguiese viviendo solo, de manera que, a pesar de que el señor Ivanov se había recuperado bastante bien, igual se lo habían llevado a vivir con ellos, y era eso justamente lo que le había dicho Pina a su hija, es decir, que no podía abandonar las obligaciones de su casa que incluían la atención de su suegro. No obstante, Francesca había desoído a su madre argumentando que no sabía cuándo los volvería a ver.
El día anterior a la partida, llegaron Enrico y Paola, de manera que todos estaban muy contentos.
Como la partida se efectuaría muy temprano, ese día se había organizado una cena de despedida para que aquellos que no se marchaban con ellos pudiesen despedirse sin tener que ir al día siguiente a una hora tan temprana, como eran los casos del padre de Ana, los Jansen y los Ivanov.