Cap. 57 Bienvenida
Hasta el momento en que los funcionarios llegaron hasta ellos, Ángelo no había sido consciente de las cámaras que habían estado disparando fotografías prácticamente desde que se habían asomado a las puertas de las naves, pero en el momento en el que uno de los funcionarios le extendía la mano y Ángelo vio los flashes, arrugó el entrecejo.
- Señor Del Piero – dijo uno de los hombres – bienvenidos a casa
- Gracias, señor Gasparini – contestó y miró a los otros
Cuando ellos se acercaron, Ángelo los saludó a todos por sus nombres, con lo que les quedó clarísimo que no por no haberlos visto nunca antes, no sabía exactamente quién era cada uno de ellos.
- Mi familia – dijo Ángelo señalándolos – mi esposa Dhekelia Del Piero
- Señora – saludaron ellos
- Ellos son mi hermano Nicola – y todos elevaron las cejas, pues en su opinión, quien debía llevar aquel nombre era el que estaba hablando, así que se perdieron cuando había comenzado a mencionar a los demás diciendo que eran sus sobrinos, de modo que no tendrían claro quiénes eran sobrinos y quiénes hijos – Doménico, Fabiano, Luciano, Giulio y Silvano – estaba diciendo – La señora Damila, esposa de Giulio – aclaró – y estos son mis nietos, Giancarlo – continuó y todos miraron a Fabiano quedándoles claro que aquel joven era su hijo – Italo – y en este punto todos elevaron las cejas y pasaron la vista con rapidez entre el chico y Luciano, pues si al anterior se parecía a su progenitor, éste era simplemente una copia al carbón del suyo – los gemelos Pierangelo y Pierangeli – y aquellos no necesitaban identificación, pues sucedía lo mismo, aparte de que Giulio seguía teniendo en brazos a la gemela
Después de eso procedió del mismo modo con los Genovesse y con los Rossi; y por último presentó a Francisco Javier y su pequeña familia, a los Molinaro, Sabatini y a Alfredo, y aunque los funcionarios no veían por qué les estaban presentando a aquellas personas si no eran familia, Ángelo aclaró el punto.
- Aunque no lleven nuestros apellidos, eso no los hace menos familia y espero que todos lo recuerden
- Por supuesto, señor Del Piero – se apresuró a decir Gasparini – Supongo que deben estar cansados después de un viaje tan largo y desean retirarse
- Les agradecemos el recibimiento y pueden ustedes retirarse si lo desean, pero nosotros no lo haremos sin antes agradecer a estas personas, pues al igual que ustedes, también ellos merecen nuestro agradecimiento.
Todos se dieron por enterados que estaban siendo cortésmente despedidos, de modo que le expresaron nuevamente su dudosa alegría por su regreso y se pusieron a su disposición. Ángelo agradeció a su vez y los vio alejarse.
- Deberías practicar más tu cordialidad, AG – aconsejó Luciano con suprema desvergüenza siendo que él no lo había sido ni en forma mínima y hasta había amenazado a aquellos sujetos
- Sabes que detesto a los políticos
- No todos lo son, había entre ellos un general y un almirante
- Políticos – porfió él y Luciano rio, pues ciertamente lo eran, ya que cuando alcanzaban esos grados, se volvían unos
- Bien, pero quienes se acercan no lo son – dijo mirando por encima de su hombro
Ángelo se giró y su expresión cambió, porque también sabía quiénes eran las personas que se acercaban.
- Don Ángelo – dijo el hombre intentando levantarse de la silla
- No es necesario, Don Rafaello – lo detuvo él colocando una mano en su hombro
- Gracias – dijo él extendiendo su mano – pero permítame expresarle nuestra alegría por su regreso y a nombre de todos los que están hoy aquí, asegurarle que nada nos emociona más que tenerlos de nuevo en casa
- Gracias por sus palabras, Don Rafaello, especialmente, porque estamos perfectamente al tanto que son mucho más que eso
Después de una breve presentación y de que los que ya lo conocían lo saludasen, Ángelo tomó la mano de Kelly y se dirigieron hacia una pequeña tarima donde habían estado los funcionarios, pero ella se inclinó un poco hacia Luciano.
- Creo que esos señores planeaban decir algo – le susurró
- Creo que dijeron más de lo que AG habría estado dispuesto a soportar – comentó él en tono burlón
Pero Kelly le señaló hacia donde se dirigían y donde había un micrófono que Fredo y Khabir parecían mirar con tanto interés como si de una especie extraña se tratase, mientras que a Gianpaolo lo que parecía llamar la atención era el cableado y una consola que estaba a pocos metros. Sin embargo, Luciano nada dijo, pues él sabía que ellos se aseguraban de que aquel sistema de amplificación de sonido no contuviese ninguna sorpresa del tipo que los pusiese en el aire y sin aeronave. Ángelo también debió imaginarlo, pues ralentizó el paso y hasta que Fredo no le hizo un gesto de asentimiento, no subieron.
- Buenos días a todos – saludó – Primero que nada, gracias – dijo cuando los asistentes hicieron silencio – No saben lo mucho que significa para nosotros su presencia hoy aquí, presencia que nos habla a gritos de una solidaridad y un afecto no a nosotros que aún no nos lo hemos ganado porque no nos conocen, pero sí a la memoria de nuestros antepasados. Sin embargo, y si bien es cierto que no nos conocen como acabo de afirmar, les juro por la memoria de quienes nos precedieron y de quienes somos orgullos descendientes, que haremos todo cuanto esté en nuestras manos para traer progreso y mejores condiciones laborales y sociales a nuestros compatriotas, porque al igual que nuestros antepasados, nos preocupa la calidad de vida de todos aquellos que con su trabajo contribuyen al engrandecimiento de nuestra tierra, y no crean que por no haber nacido aquí, somos menos sicilianos que ustedes, porque aparte de llevar con orgullo la nacionalidad que por derecho de sangre nos corresponde, nunca hemos dejado de sentirnos orgullosos hijos de esta maravillosa tierra – hizo una pequeña pausa mientras los lugareños aplaudían – No podemos prometer solucionar todos sus posibles problemas, pero mi familia y yo queremos conocerlos, saber sus nombres, y en la medida de lo posible, ocuparnos de todo aquello que esté en nuestras manos mejorar. En breve se abrirán las postulaciones para los trabajos disponibles en nuestras empresas, pero independientemente de ello, quiero que sepan que las puertas de la Casa Grande siempre estarán abiertas para todos ustedes.