La primera semana después de la llegada fue de adaptación; adaptación al clima, a los sabores y al trato de los lugareños que incomodaba mucho a individuos como Francisco Javier, por ejemplo, a quien tanta atención no agradaba para nada, algo que al parecer era imposible evitar, pues la primera vez que había ido a un mercado local con su esposa, aparte de tener que luchar con el idioma que aún no manejaban bien, casi tuvieron que pelearse con algunos tenderos que se empeñaban en no cobrar el importe de lo que querían llevar.
Como las tierras de los Del Piero estaban algo alejadas del centro urbano, los que vivían en los sectores aledaños o en las mismas tierras, comenzaron a llevarles toda clase de cosas, desde artesanías hasta frutas o pasteles, pero al menos durante los primeros dos días, Kelly, a quien afectó mucho el jet lag, estuvo indispuesta y casi no salió de la cama, razón por la que no había podido agradecerles apropiadamente. Ángelo se había preocupado y no quería dejarla sola a pesar de que Camilo le había asegurado que no había razón para preocuparse, y Kelly se empeñó lo mismo en decirle que no se quedara allí por ella y que fuese a recorrer sus tierras, algo que ella sabía, él se moría por hacer.
Una vez que habían aterrizado en Reggio di Calabria, Dante se había desprendido del grupo y había vuelto a la embarcación donde tenían a Tomasino. Por supuesto su regreso no agradó en lo más mínimo al prisionero, pero como protestar no iba a servirle de nada, guardó silencio, aunque esperar que Dante hiciese lo mismo era iluso y Tomasino se vio nuevamente sometido a su insidiosa charla.
Luciano por su parte, había pasado la primera noche en casa, pero partió casi antes del amanecer, y para mediodía se reunía con su equipo en Isola.
Luciano juntó levemente las cejas, pero comenzó a trazar mentalmente un nuevo curso de acción en previsión de no poder esperar al grupo, pero esto no sería necesario, porque una hora después se presentaban ellos y pudieron partir.
La operación que tenían en marcha involucraba a un gran número de agentes, porque no solo se trataba de la captura de Donato Madonia, sino la caída final de su organización. Si bien ellos se habían dedicado a desmontar el imperio criminal de los Madonia, aquello requería no solo de fuerza y del equipo apropiado, sino de paciencia, inteligencia y astucia. Decirlo tal vez sonaba muy fácil y era más seguro aún que ningún miembro de la familia tuviese nunca una idea exacta de lo que había involucrado aquella operación que estaba por llegar a su fin. Muchos compatriotas o extranjeros, habían estado engañados con relación a cuál de sus muchos negocios fraudulentos era el que mayor ganancia le dejaba a los Madonia, y algunos incluso habrían apostado por la trata de blancas y la red organizada de prostitución, o por la del tráfico de drogas, todos negocios muy lucrativos sin duda, pero en realidad las mayores ganancias las obtenían del tráfico ilegal de armas. Aquel y por su naturaleza, era un asunto delicado, pues Luciano estaba perfectamente al tanto de que los líderes políticos de todo el orbe, condenaban en público la criminalidad y la corrupción, pero en privado eran los principales artífices y, en muchos casos, parte muy activa de aquella clase de negociaciones cuyas ganancias obviamente no iban a parar a las arcas nacionales, sino a las cuentas cifradas de aquellos honorables individuos. La carrera armamentista era una lucha diplomática y civilizada que mantenían los países en la palestra pública, pero lejos de la vista de los contribuyentes, se llevaba a cabo la verdadera guerra, pues aquellos países reconocidos mundialmente como líderes en la producción de armamento, siempre estaban dispuestos a vender, porque siempre había alguien dispuesto a comprar, y era allí donde los Madonia habían cimentado las bases de su poder, pues servían de enlace entre compradores y vendedores.
Luciano sabía que la situación general no iba a cambiar, porque ellos podían desaparecer a los Madonia, pero mientras se diese la circunstancia antes de descrita, siempre aparecería otro individuo o grupo dispuesto a ocupar la posición vacante. No obstante, como su misión no era salvar a un mundo que no quería ser salvado, se había limitado a planear lo que iba camino a ejecutar.
La red de tráfico de los Madonia estaba centrada en el eje Ucrania, Rusia, Polonia y Bielorrusia, y era justamente hacia allá hacia donde volaban en aquel momento. Aunque Donato había estado moviéndose de un lugar a otro, como había estado marcado desde la captura de Tomasino, no les había supuesto ningún problema saber exactamente dónde estaba en todo momento, pero habían llegado mucho más lejos y aquel infeliz no tenía idea de hasta dónde, aunque estaba muy cerca de averiguarlo.
Una vez que llegaron al lugar, recibieron los informes del equipo que había estado trabajando encubierto, pero antes de salir, Luciano detuvo a Silvano.