Destino de Sangre (libro 15. Sicilia)

Cap. 59 Cuestión de carácter

 

Camilo y sus hijos habían estado compartiendo una animada cena con la familia y planificando con Nino cuándo irían a ver las instalaciones del centro médico.

  • Entiendo su prisa – les dijo Nino – pero aquí y de momento, debemos esperar por alguno de los chicos, me refiero a Luciano, Biano o Silvano, porque ellos son los que saben dónde está todo
  • De acuerdo Nino, y disculpa, es solo que eso de estar inactivo no me sienta muy bien
  • Vamos hombre, un descanso no le va mal a nadie – dijo en tono alegre

Emilia, a quien gustaban mucho los niños y de hecho había hecho su especialización en medicina infantil, estaba divirtiéndose mucho con los gemelos y Giuliano, aunque no tanto con el último, porque este pequeño individuo le había hecho más de una trastada y ella estaba convencida que el niño quería asesinarla. Damila que en ocasiones podía ser muy maligna, se divertía horrores con aquella situación, porque mientras Piero no había tenido ningún problema cuando decidieron cambiar de galeno y ponerlos en control con Emilia, Giuliano los tuvo todos y siempre era un calvario conseguir que siquiera aceptase que le quitasen la camisa en presencia de la chica, lo que hacía que Emilia recordase al padre de la criatura y el escándalo que armó cuando en una ocasión uno de sus primos la llevó a la habitación de Fredo para que lo revisara. Y en el caso de Pierangeli, no estaban muy seguros de las razones para su comportamiento, pues fuera del consultorio trataba a Emilia en forma normal, pero cuando tenían consulta las cosas variaban mucho, pero mientras Damila adjudicaba el hecho a las muchas manías de su hija, especialmente la de fastidiar al prójimo, Giulio decía que aquel comportamiento obedecía a la solidaridad de Piera con Giuliano, pues aunque ellos vivían como perros y gatos, todos sabían que el solo hecho de mirar mal a Giuliano, era un crimen para la señorita Del Piero, y si al niño lo molestaba algo o alguien, naturalmente y de forma automática, a Piera también.

Los Molinaro marcharon a su casa y después de que padre e hijo bromearon un poco con Emilia por causa de los niños, subieron a acostarse. No obstante, les parecía que acababan de dormirse cuando fueron sacados del sueño, al menos Camilo y Emilio.

  • Lamentamos despertarlo de este modo, doctor – se disculpó Andrik – pero debe acompañarnos

Como de costumbre, en quien primero pensó Camilo fue en Ángelo, pero prácticamente acababa de verlo y estaba bien, de manera que mientras se vestía a toda prisa, intentó serenarse. Cuando iban de salida, notó que Emilio también estaba saliendo, pero a diferencia de él, Emilio solo había alcanzado a colocarse un jean y una remera. El padre, casi estuvo a punto de coger una chaqueta de la percha, pero Andrik casi lo estaba empujando para salir.

Los Molinaro habían conocido las instalaciones del GA en Punta Dorada y casi creyeron que estaban de vuelta al llegar a la entrada del lugar al que se dirigían, pero una vez que atravesaron la verja, notaron que se trataba de una casa que se veía bastante común. Aunque sintieron la natural curiosidad, no tuvieron ocasión de preguntar nada, pues fueron conducidos a un salón que tenía todo el aspecto de una sala de atención médica de reducidas dimensiones, pero a Camilo se le heló la sangre cuando vio tanta y a quién estaba sobre la camilla de atención. Emilio en cambio no miró nada más que el problema y se lanzó derecho a ello.

Camilo demoró solo un poco más que su hijo en reaccionar, pero a diferencia de Emilio, él pidió alguna información.

  • ¿Qué sucedió? – preguntó mientras se colocaba los guantes a toda prisa
  • Fue herido en el transcurso de una misión – algo bastante obvio en opinión de Camilo, pero Bianco continuó – Inicialmente pensamos que no era nada especialmente grave – y Camilo pensó que solo ellos podían pensar que una herida de bala no fuera grave – pero cuando lo subieron al avión y se disponían a darle la atención primaria, descubrieron una herida de naturaleza más seria, y durante el vuelo comenzó a descompensarse con rapidez
  • ¿Cuánto hace de esto?
  • Alrededor de ocho horas
  • ¡Ocho horas! – exclamó Camilo – ¿Y por qué demoraron tanto en buscarnos?
  • Estábamos en la frontera rusa, doctor – dijo con tanta calma como pudo – Y el vuelo sufrió un retraso debido a las condiciones climáticas – agregó

Y así había sido, porque de hecho él se había quedado con el grupo de reconocimiento, y, sin embargo, habían llegado casi al mismo tiempo. Aquello no tendría por qué haber sucedido de la manera que sucedió, pues por empezar, Silvano tendría que haber regresado con Luciano mientras Biano se encargaba de llevar el paquete a su destino final, pero como Fabiano también había resultado herido en el asalto, fue que se decidió que Silvano se encargase del traslado de Donato. Sin embrago, cuando se disponían a pasar a Luciano del helicóptero al avión, Hanna comenzó a emitir alarmantes informes de su condición y  Silvano se desesperó, pero siendo que no podía hacer nada desde donde estaba, había comenzado a dar instrucciones para la revisión inicial, no obstante, cuando Paulo le retiró la chaqueta, no le pareció que la herida del hombro revistiese mayor importancia, y al otra que tenía en el brazo producto del disparo que pensaron no lo había alcanzado, tampoco, así que automáticamente palideció pensando que se trataba de la que había recibido en la pierna, de modo que procedieron a desgarrar el pantalón, pero aquella se veía aún menos grave que la anterior.

  • Oh-por-Dios – silabeó Daiki desgarrando la camisa de Luciano




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