Destino de Sangre (libro 15. Sicilia)

Cap. 62 Principio y final

 

El nuevo Del Piero pasaría los dos próximos días bajo la cercana vigilancia de Emilia y la lejana mirada de todos sus parientes. El primer día y después que los niños habían mirado a su hermanito, Piero sujetó la mano de Emilia.

  • ¿Tú vas a cuidar de él?
  • Claro que sí, cielo – le dijo, pero como él seguía mirándola, agregó – No voy a moverme de aquí
  • ¿Lo prometes? – preguntó, pero agregó – ¿Prometes que vas a estar aquí con él todo el tiempo?
  • Te lo prometo, Pierangelo

Por lo anterior, era que la pobre Emilia no había salido de la unidad en los dos días de vida que tenía el niño.

Giulio había decidido conversar con Damila con relación al nombre del niño antes de decirle lo ocurrido con Piero.

  • Bebé, no hemos decidido todavía el nombre del bebé y Camilo me preguntó para registrarlo.
  • Sabes lo mucho que me cuesta decidir – dijo ella

Aquello era algo que Giulio debía saber mejor que nadie, porque no era una cuestión de inseguridad, sino que cuando Damila tenía que decidir entre varias opciones, se le presentaba aquel inconveniente, y si él lo sabía, era porque aun teniendo la experiencia, seguía consultándole por el color de la camisa o la corbata cuando se estaba vistiendo, pero intentó prestar atención a lo que estaba diciéndole.

  • Esto es mucho más serio que una marca de chocolate o un color, y los padres tendríamos que poner más atención a eso, porque la pobre criatura llevará el mismo nombre toda la vida – estaba diciendo – ¿Qué sucederá si no le gusta? Míranos a nosotros. Yo me pasé casi toda la vida pelando con Ma por mi nombre, y a ti sigue sin gustarte tu segundo nombre

Como Giulio ya había pasado por aquello con los gemelos, decidió esgrimir el mismo argumento.

  • Bebé, así como concluimos que los gemelos iban a estar muy orgullosos de llevar los nombres de personas tan importantes en nuestra familia, estoy seguro que sucederá lo mismo con este chico. Sin embargo, es posible que tengamos otro problema – y procedió a contarle lo que había dicho Piero – ¿Acaso él te había dicho algo?
  • No, pero…
  • ¿Pero?
  • No sé, déjame hablar primero con él
  • ¿Y qué sucede si… bueno, si se muestra insistente? – preguntó con cautela, pero ella rio
  • ¿Insistente? Vamos G, sabemos que si eso es lo que quiere, no va a ser insistente, sino que será directamente desagradable – le dijo y él compuso expresión de pena
  • Lo lamento, Bebé – se disculpó – sé que se parecen mucho a mí y…
  • A ver, señor Del Piero – lo interrumpió ella – por mucho que sus hijos lo sean, supongo que no me vas a discutir que también son hijos míos, así que deja de sentirte culpable, porque como dice Ma y el tipo más simpático del mundo, no es que yo sea muy razonable

Giulio solo rio y no insistió en el asunto, sino que decidieron esperar a hablar con el niño y fue justamente lo que hicieron. Los niños habían llegado en la tarde con sus abuelos, con Iván y con Sara, pero habían pasado primero a ver al bebé, pues Pierangeli los había estado atormentando todo el día con eso. Sin embargo, después que todos saludaron a Damila, ella les pidió a los mayores que la dejasen un momento con los niños.

  • Niños – llamó y ellos prestaron atención – su papá y yo hemos estado discutiendo el nombre de su hermanito – agregó y Piero miró a su padre
  • ¿Por qué? – preguntó Piero – Su nombre es Gianfranco
  • G me dijo que lo habías mencionado, cielo – dijo ella con tranquilidad – pero… ¿Por qué ese nombre?
  • Porque él me lo dijo
  • Él te lo dijo – repitió Damila y el niño asintió – ¿Y te dijo por qué? – preguntó mientras Giulio la miraba como si le hubiesen salido dos cabezas
  • Porque ese es su nombre – contestó con simplicidad
  • Entiendo, es un lindo nombre, pero habíamos pensado llamarlo Alejandro
  • No, su nombre es Gianfranco – insistió
  • Bien, G y yo vamos a conversarlo y…
  • Si es ese, no será feliz

Dicho esto, se bajó de la cama y casi se cae, pues era alta para él, pero Giulio lo sujetó.

  • ¿No le darás un beso a mamá antes de irte?
  • No me voy, solo voy a ver a mi hermano
  • Lo acabas de ver
  • ¿Y?

Giulio era perfectamente capaz de lidiar con los dramas de su hija, porque era algo que compartían, pero siempre le había costado más y así había sido casi desde que su hijo aprendiese a hablar, enfrentar la extraña lógica y la fría manera en la que Piero exponía sus ideas, así que no continuó por aquel camino, sino que lo acompañó hasta la puerta haciéndole una seña a Daiki para que fuese con él.

  • ¿No te gusta el nombre de nuestro hermanito, Milita? – preguntó Giuliano que a últimas fechas la llamaba más de aquel modo y no únicamente cuando quería algo
  • No se trata de eso, mi amor – se apresuró a contestar – es solo que… quería llamarlo Alejandro
  • Ma non è questo il suo nome [1] – dijo la gemela




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