Destino de Sangre (libro 15. Sicilia)

Cap. 64 Tradiciones

 

Si bien Ángelo salía mucho, bien fuese para recorrer sus tierras, ir a la nueva sede del Consorcio en Mesina o en Palermo, o a visitar a Don Raffaelo con quien sostenía largas charlas en las que éste le contaba más que todo las anécdotas de la familia Del Piero que se habían conservado en la memoria popular, no era el caso de Kelly, pues estaba muy ocupada preparando la boda de Silvano. Ángelo lo había intentado todo para sacarla de casa, pero ella siempre tenía algo qué hacer.

La mencionada boda sin duda sería todo un acontecimiento y en todo el lugar prácticamente no se hablaba de otra cosa, sin embargo, si bien todo el mundo, tanto si conocían a la pareja como si no, estaban muy emocionados, había dos individuos que no, uno era Ángelo por lo antes descrito con relación a Kelly, y el otro era Silvano. La ira de Silvano no era porque no quisiese casarse, sino porque había querido hacerlo desde que tomó la decisión, pero ya habían transcurrido tres meses y aún seguía sin poder hacerlo.

Primero Damila lo había convencido para que el matrimonio se efectuase en su tierra natal y eso había estado bien, pero luego las cosas se habían ido retrasando por diferentes motivos que iban desde su propio trabajo hasta el nacimiento de Gianfranco y su larga estadía en la clínica. Cuando todo lo relativo a los Madonia quedó resuelto y Gianfranco fue dado de alta, ya estaban en marzo, así que los demás, no él, decidieron que el mejor momento para efectuar la boda sería en primavera, algo que él no entendía de ninguna manera, y aunque ya solo faltaba menos de un mes para la fecha que se había pautado, él estaba de un humor criminal, nadie se atrevía ni siquiera a hablarle y las excepciones eran Lisandro, Franco y por supuesto, Luciano.

Si bien Kelly trabajaba en la organización de la boda, eran Angélica y las demás Rossi las que se habían ocupado de los arreglos con el párroco. No obstante, un día antes de la boda, Angélica insistió en que la acompañase para que viera cómo había quedado y finalmente la convenció. Aunque a Ángelo no le gustaba especialmente aquel paseo, le alegró que su mujer abandonase la casa, aunque la salida tuviese que ver con la boda, de manera que se dispuso a acompañarla. A pesar de que los niños sí habían salido mucho con sus padres, igual se apuntarían en aquella salida.

Aunque ya no tenían el mismo estricto protocolo de seguridad para salir, Luciano fue oportunamente informado por Piero, así que se presentó con Bianco cuando estaban por abandonar la casa.

Si bien Kelly amaba el arte, y estaba bastante segura que después de todo lo que había leído con relación a la catedral y las sucesivas restauraciones que había sufrido a raíz de los desastres naturales y los bombardeos de la segunda guerra mundial, aquella sería una visita interesante, lo que no le gustaba y nunca le había gustado, era que en las iglesias muy antiguas, y de acuerdo a sus creencias, se albergaba mucha energía negativa, pues aquellos recintos habían albergado a lo largo de la historia, mucha tristeza y dolor, bien fuese porque se tenía la costumbre de velar en ellas a los fallecidos, o a albergar a víctimas de persecuciones o de desastres. Sin embargo, intentó prepararse para ello y a disimular el seguro malestar que iba a producirle.

Ángelo aprovechó aquella salida para irle señalando lugares importantes y en realidad ella estaba disfrutando del paseo, las cosas se complicaron cuando llegaron a la iglesia. Por empezar, Piero apenas se bajó del coche volvió a subirse y dijo que no quería ir, y, por otra parte, Luciano notó que Kelly tenía aspecto enfermizo, de modo que se comunicó de inmediato con Marino para asegurarse de que había estado administrándole su medicación.

  • Quizá sea mejor que vuelvas a casa, Ika – le dijo
  • No, le prometí a Angélica que…
  • Olvida eso – le dijo Ángelo que naturalmente había notado lo mismo que Luciano

Sin embargo, discutir con ella siempre era un mal asunto, así que entraron a toda prisa a la iglesia, pero en verdad Kelly, y aunque trató de mostrarse entusiasmada por el arreglo o por la arquitectura en general, de la que Gianni estaba haciendo una entusiasta descripción, no lo consiguió y la abandonaron con rapidez. No obstante, si bien ella necesitaba aire, cuando salieron, Piera y Giuliano emprendieron una carrera por la Piazza del Duomo, y de forma instintiva ella corrió tras ellos, pero apenas había dado unos pasos cuando sintió que se estaba asfixiando y un momento después su mundo se oscureció.

Kelly no fue consciente de que Jaro y Andrik habían detenido su caída, así como tampoco lo sería de que Ángelo se las quitaría de los brazos para subirla al coche, ni de que Bianco estaba librando su propia batalla con Piero y con Luciano que no parecían estar mucho mejor.

  • ¿Hanna? – dijo Bianco
  • Signos vitales alterados, presión…

Mientras el programa daba su reporte, Bianco pensaba que aquel infeliz se había estado exigiendo mucho sin casi ningún descanso, y teniendo en cuenta que había sufrido heridas graves de las que apenas si le había dado oportunidad a su organismo de recuperarse, mucho era que no hubiese colapsado antes. Sin embargo, Luciano era Luciano y lo hizo a un lado mientras mandaba a callar a Hanna.

Si bien Luciano tenía mejor aspecto cuando llegaron a la casa, Piero iba muy alterado y Kelly seguía inconsciente, de modo que fueron llevados a sus habitaciones y Marcelino se encargó de hacerles un chequeo que no arrojó ninguna causa probable para aquella alteración.

  • Siempre he dicho que visitar esos lugares es además de desagradable, aburrido y… – estaba diciendo Jaro
  • ¿Aburrido? – preguntó Gianni en tono de horror
  • Seguro, y ahora tendremos que agregarle que es pernicioso para la salud – completó él




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