Destino de Sangre (libro 15. Sicilia)

Cap. 67 Almas eternas

 

Cuando entró al estudio, ya había un servicio de café, y Luciano tuvo la amabilidad de dejarlo tomarse por lo menos uno, pero antes de que dijese algo, ya Samuel lo estaba haciendo.

  • Luciano, anoche estuve repasando los archivos de tus sesiones y…
  • Ahorremos tiempo, porque en breve tendrás que ir a la sesión con Piero – lo interrumpió él
  • Bien, pero de acuerdo a…
  • Tengo buena memoria, Samuel. Sé exactamente lo que sucedió, cuando y por qué. Lo que no sé, es por qué nunca más regresé a esa vida en las posteriores regresiones
  • Si es una pregunta, no tengo la respuesta, salvo que escapa a mis manos hacerte regresar a una vida determinada. Sin embrago, como sé que estás al tanto de que las almas unidas por fuertes lazos, tienden a encontrarse una y otra vez, y aunque es un mal ejercicio asumir ciertas cosas, casi podría apostar a que Piero compartió esa vida contigo
  • No soy estúpido y ya lo había pensado, pero esa fue una larga vida, aun así, creo que Piero no solo estuvo en ella, sino que lo hizo en aquel terrible momento
  • Puedo intentar averiguarlo, pero ya sabes que, en principio, nada garantiza que él acceda a ese recuerdo, suponiendo que sea posible la regresión, y si lo hace, espero poder hacer por él lo que no he podido hacer por ti
  • ¿De qué hablas?
  • Intenta entender antes de molestarte, Luciano – le pidió – Las regresiones tienen un objetivo específico y no es el de saciar la curiosidad de quien se las hace, sino que tienen una finalidad terapéutica. Cuando un psiquiatra decide someter a terapia de regresión a un paciente, es con el objetivo de sanar una fobia, algún dolor de origen desconocido, o algún sentimiento inexplicable y que no se corresponde con su realidad actual. Sin embargo, si bien tú superaste algunas de las situaciones antes descritas, como las que te producían las heridas, por ejemplo, no hemos adelantado nada con relación a la pérdida

En aquel punto fue más bien delicado, porque en realidad lo que no había superado era el miedo atroz que le producía perder a Kelly, pero como Luciano no compartía su delicadeza, se había puesto de pie para encender otro cigarrillo y miraba la fotografía de Kelly y de los niños que tenía en una pared de aquel lugar.

  • Lo superé, porque he perdido a muchas personas a lo largo de esta vida y he podido manejarlo, lo que no puedo aceptar es perderla otra vez
  • Y es ahí donde he fallado, porque por ley de vida, ella morirá primero que tú

Samuel fue consciente de su ira, pero era más temor que lo primero, pero nada podía hacer y Luciano tendría que aceptarlo o seguiría atormentándose con ello, y él preguntándose en qué estaba fallando su terapia. Si Samuel pensaba agregar algo más, no podría, porque si bien nadie interrumpía a Luciano, sí le participaban algunas cosas, como lo estaba haciendo en aquel momento Pavel que era quien estaba de guardia ese día.

  • Lucky, una empleada vino a avisar que estaban por servir la comida
  • Vamos – le dijo él a Samuel sorprendiéndolo

Cuando iban hacia el comedor, los habitantes más pequeños casi los derriban.

  • ¡Lucky! – gritaron algunos
  • ¡Sam! – lo hicieron otros

Pero ninguno se detuvo y un momento después entraban al comedor que ya estaba muy concurrido. Era habitual, para disgusto de Ángelo, que no todos los chicos, por ejemplo, se presentaran a las horas de las comidas, pues algunos estaban en la universidad, otros trabajando, y a algunos incluso no los veían sino los fines de semana, pues vivían en Palermo, como era el caso de Enrico y Paola, o Iván y Sara. En el caso de los miembros del grupo de seguridad, y salvo por Gianpaolo, Piero, el pobre Paulo que no tenía ninguna posibilidad de ir a ningún lado sin la autorización de la señorita Del Piero, y el grupo de Franco, los demás podían variar mucho y dependiendo de quien tuviese asignada la guardia. Luciano entraba y salía, a veces se quedaba todo el día, y a veces no lo veían durante varios, y siempre iba con algún GA diferente, lo que hizo que Damila, por ejemplo, comenzara a preocuparse y se fuese derecha a preguntarle a Giulio.

  • G, ¿Michelangelli está en alguna clase de peligro?
  • ¿Qué? ¿Por qué piensas eso, Bebé?
  • Porque antes cuando iba a casa, lo hacía solo, pero ahora siempre va a todos lados con alguno de los chicos
  • No, Bebé, lo que sucede es que Luciano está poniendo en marcha su propia empresa, y a veces, necesita asignarle una tarea a alguien y es por eso que alguno de los GA está siempre a disposición

Aunque a Damila no la convenció mucho aquello, como Giulio nunca le había mentido, se quedó más tranquila.

A eso de las tres de la tarde, Damila y Piero salieron junto con Gianpaolo, pues Luciano lo había hecho antes con Samuel, Giulio estaba ese día en Palermo, y a menos que fuesen a algún lugar muy concurrido o de paseo, los que habían sido los GA de los demás niños, no solían estar con ellos ahora excepto el pobre Paulo como ya se dijo. Cuando llegaron y después de los saludos, Piero entró con Samuel, pero una vez que lo hicieron, Luciano miró a Damila.

  • Bambi, sé que tienes cosas por hacer en la academia, yo me puedo encargar de llevar a Piero a casa
  • Por importantes que sean esas cosas, más importante es mi hijo
  • Estoy seguro de eso, pero ¿no confías en mí?
  • Esto no tiene nada que ver contigo




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