Destino Inquebrantable

Introducción

Vera

 

Lita y yo fuimos al invernadero, para aprovechar el rato que quedaba antes de la cena. Quería enseñarle a mi prima y mejor amiga la nueva planta que mamá y yo cultivábamos, había sido un regalo de nuestro tío Bury, quien viajaba por el mundo en representación de nuestro reino y siempre traía cosas novedosas.

 

— Mira, Li — señalé cuando llegamos hasta allí.

 

La planta no tenía hojas ni tallos, era solo un bulbo verde, en cuya cúspide se empezaba a notar un círculo difuso de color morado.

 

— Es muy rara, ¿cómo se llama?

 

— No lo recuerdo, pero, se supone que eso morado es el pimpollo, por allí florecerá, y el tío Bury dice que es una flor impresionante.

 

— Vaya, ¿y cómo la cuidas?

 

— Bueno, básicamente no hacemos más que mirarla y esperar, ni siquiera usa mucha agua.

 

En ese momento sentimos las voces de los chicos fuera del lugar, al girarnos ellos estaban entrando. Mi corazón saltó al ver a Etsian, él era el hombre con quien quería casarme. Mamá siempre decía que era muy niña para estar pensando en eso, pero yo estaba dispuesta a todo por el príncipe de Annun.

 

— ¿Qué... qué hacen aquí? — Pregunte sintiendo muchos nervios.

 

— Vinimos a mostrarle a Etsian y Eron la planta carnívora — respondió mi gemelo.

 

— ¿Cuál planta carnívora?

 

— La que el tío Bury le regaló a mamá — explicó Anour

 

— Esta planta no es carnívora — declaré pensando en lo tontos que eran a veces mis hermanos.

 

— Claro que sí, el tío lo dijo.

 

— Él dijo que daba una flor impresionante.

 

— Una flor impresionante y carnívora.

 

Rodé los ojos y me acerqué a Etsian para tomar su mano.

 

— ¿Por qué mejor no das un paseo conmigo? — Le pregunté.

 

Él se apartó y pareció disgustado.

 

— Ella no parará hasta celebrar el matrimonio oscuro contigo, Etsian — se burló Valkan.

 

Etsian me observó y esta vez estuve segura de que estaba enojado.

 

— Difícilmente elegiría yo a alguien como tú.

 

Sentí una gran piedra en mi garganta y el calor de las lágrimas tocar mis ojos.

 

— No digas eso...

 

— Creo que Lita estaría más cerca de alguien en quien yo me fijaría — escupió cruelmente.

 

Estuve a punto de llorar, pero la vergüenza de que todos me vieran despertó mi orgullo.

 

— Muy bien — le dije. — Recuerda esto cuando seamos adultos porque el día que tú quieras casarte conmigo yo no te perdonaré.

 

Todos rieron mientras yo les daba la espalda levantando la cabeza con altivez y ya no quise volver a compartir nada con él nunca, aunque continué por mucho tiempo guardando sentimientos por él, y observándolo de lejos, no estaba dispuesta a deponer mi dignidad por alguien que no me apreciaba.

 

 

***

 

Etsian

 

Viajé a Aurea para la coronación de Anour, mis padres me habían cedido el trono años atrás quedando como parte del consejo y ahora los progenitores de mi amigo harían lo mismo. Llegué unos días antes para poder compartir tiempo con ellos.

 

Salí de la habitación que siempre ocupaba cuando estaba aquí y me dirigí al salón principal, pues muchos otros invitados habían hecho lo mismo que yo y ya estaban en el palacio. Un suave rumor de voces que conversaban me llegó desde la escalera. Tal como pensaba, había personas en grupos charlando animadamente.

 

Apenas pasé la vista por la gran sala la vi. Allí estaba Vera, radiante, con su cabello como llamaradas acariciando su cadera, ella era el centro del lugar. Mi corazón se aceleró igual que siempre que la veía, desde que éramos unos críos.

 

Vera pareció presentir mi presencia, pues se giró hacia mí, pero fingió no verme. Tenía esa actitud conmigo desde que, siendo yo un adolescente inmaduro, la había rechazado. A partir de aquel momento ella comenzó a ignorarme, y cuando tuvo edad para evitarme lo hizo, empezó a viajar cada vez que yo programaba una visita, y por esto hacía años que no coincidíamos. No obstante, esta vez, no podía faltar a la coronación de su hermano.

 

Ella volvió la atención a su interlocutor, un nocturno que no recordaba haber visto antes; sin embargo, parecían tener una relación cercana, pues Vera constantemente tocaba su brazo y compartían risas cómplices.

 

Observé el lugar en busca de alguien conocido y cerca de ella vi a Valkan, él estaba con su prima Lita, y en el mismo momento mi hermano Eron también se acercaba al grupo.

 

— ¿Cómo han estado? — Nos saludamos con un abrazo.

 

— Bien. Es bueno verlos — respondió Valkan.

 

Lita, quien siempre había sido muy tímida, solo sonreía.

 

Vera se cuidó de permanecer de espaldas a mí. Podía ver la tensión en sus hombros, ella sabía que yo la observaba, pero por nada del mundo me prestaría atención.

 

— ¿Quién es el nocturno con el que está Vera? — Indagué.

 

— Uno de los tantos pretendientes de mi prima — susurró Lita con una sonrisa bailando en la comisura de sus labios.

 

— Imagino que son muchos.

 

— Muchos es poco — acotó Valkan. — Cada hombre que la ve se vuelve loco por ella.

 

— Pues yo la veo como a una hermana — dijo Eron, quien hacía tiempo intentaba acercarse a la esquiva Lita.

 

— Te costará mucho, Etsian. Debiste aprovechar aquella oportunidad en el Invernadero se burló Valkan.

 

— Por los cielos, éramos unos niños — refuté.

 

El acompañante de Vera se acercó a decirle algo al oído, mientras que su mano la envolvía por su delicado talle. Sentí que todas las venas de mi cuello estallarían por causa de la ira que me invadió. Ella se rio y colocó su mano en el hombro de su pretendiente, alejándolo de manera delicada pero sin hacer evidente su rechazo.




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