Destino Inquebrantable

Capítulo 2

Vera

 

Tras meditarlo detenidamente, tomé la decisión de elegir un esposo. Debía ser alguien que compartiera mi gusto por las fiestas y que siempre fuera bienvenido en esos círculos. Además, era crucial que fuera un noble con buena reputación, ya que de lo contrario, mis padres no lo aprobarían. Establecer estos criterios se convirtió en el primer paso hacia una elección que, de alguna manera, equilibrara mis deseos con las expectativas familiares.

 

Bajé al banquete junto con mi madre. Allí estaba Etsian, permitiendo los avances de una nocturna cargada de sangre de súcubo, para después afirmar que yo le gustaba. Hipócrita. Estaba claro que lo único que él buscaba era tener una esposa hermosa, igual que todos los demás.

 

Aparté mi mirada de inmediato, evitando que notara mi presencia. Comencé a escudriñar el lugar en busca de posibles candidatos. Aunque había muchos hombres atractivos en la sala, mi interés se centraba en alguien que compartiera similitudes conmigo, alguien que encajara con mi estilo de vida y mis preferencias.

 

Me alejé de mi madre y empecé a socializar con quienes se acercaban. La presencia de Etsian generaba una tensión incómoda; después de tanto tiempo evitándolo, volver a encontrármelo me provocaba confusión. Ya no era la niña enamorada de antes, pero aquel pequeño incidente entre nosotros había crecido y se había convertido en algo grande y perturbador en mi interior.

 

— Vera, ¿puedo hacerte una pregunta confidencial? — Me dijo Lail, un nocturno que llevaba años acechándome, él era hijo del Principal Rale y estaba pronto a ocupar su puesto.

 

— Por supuesto — sonreí, no tenía problemas en hablar con él, pues lo conocía desde que era una niña.

 

— ¿Es cierto que debes buscar esposo? — Inquirió dándome una mirada perspicaz.

 

— ¿Quién te dijo eso?

 

— Mi padre me comentó que tus padres esperan eso de ti.

 

— Pues pueden seguir esperando — refuté sin pensar, pero en seguida me retracté. — Lo siento, lamento haber respondido así. Supongo que sí, buscaré esposo — acepté.

 

— Sé que al decir esto, voy en contra de mis propios intereses, pues sabes que me gustas mucho, pero deberías considerar al Rey de Annun, él es el mejor partido que conseguirás y está muy interesado en ti — habló señalando detrás de mí con su copa, por lo que entendí que Etsian se encontraba allí, seguramente mirándonos.

 

— Me haces sentir muy agradecida de tenerte como amigo, porque sé que tus palabras son sinceras, pero Etsian y yo no somos compatibles en absoluto, deseo alguien que se parezca a mí.

 

— ¿Que destile belleza hasta con su respiración?

 

Me irritó su descripción, pues remarcaba el hecho de que mi apariencia y mi título eran más importantes que cualquier otra cosa.

 

— No. Que sea alegre y le gusten las fiestas y también que tenga buena reputación para que mis padres lo acepten — expliqué tratando de mostrarme amable.

 

— Qué pena, en ese caso imagino que no entro en la ecuación porque yo odio estos eventos. De todas maneras, pienso que escoger a alguien solo porque le gusten las fiestas es demasiado superficial.

 

— Lail, te pareces demasiado a tu padre.

 

— Lo sé y estoy muy orgulloso de ello.

 

— Y ya que eres tan listo, ¿por qué no me dices en qué debería fijarme para elegir un esposo?

 

— Si no es que te ame, por lo menos que te respete, que te cuide y te aliente a pintar y a hacer esas cosas hermosas que tú haces, que tenga la voluntad de llevarte a fiestas, aunque no lo disfrute, que no esté lleno de vicios y que su personalidad no sea lo opuesto de ti.

 

— ¿Te estás describiendo? — Pregunté divertida.

 

— Bueno, sí, si no soy yo, debería ser alguien como yo — sonrió de manera seductora.

 

Lail era atractivo y fuerte, de buena reputación y ciertamente mis padres lo aprobarían, pero tal como dijo, a él no le gustaban las fiestas y sería un sacrificio que haría solo por mí, y además de eso, yo lo veía como a uno más de mis hermanos. La idea de perder mi estilo de vida festivo y la sensación de familiaridad con él no me convencían del todo.

 

— Lo tendré en cuenta — acepté.

 

— Te dejaré para que disfrutes de tus otros pretendientes, antes de que alguien se lance sobre mí con un cuchillo, por acapararte por tanto tiempo — bromeó.

 

— Lail, ¿crees que esto lo sepan los demás? — Atisbé el lugar al hacer esta pregunta, considerando las miradas hacia mí, esto añadía un grado más a la presión que ya sentía.

 

— Es la ley; si no lo saben cómo yo, lo deben imaginar.

 

Lail se retiró, y como él había insinuado, pronto tuve a alguien más a mi lado. Sonreí, fui amable, bailé con todos y cumplí con las expectativas. Aunque me esforzaba por mostrar una imagen de felicidad, la inquietud persistía en mi corazón.

 

La elección de un esposo se revelaba como un desafío, especialmente porque debía escoger a alguien que superara a Etsian. Lo que Lail había señalado era cierto: Etsian figuraba entre los mejores candidatos. Era un rey con una reputación impecable, y la amistad entre sus padres y los míos pesaba a su favor. Sin embargo, no podía pasar por alto los desprecios que había experimentado de él en la juventud.




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