Detrás de tú mirada

MUERTE DE ARIADNE

(Hanssen)

Por la noche dormimos en su habitación, tumbados en el piso, hablábamos de querer tener hijos, soñábamos con aquel día en que viviríamos juntos, así transcurrió la noche y fui el primero en quedarme dormido. Por la madrugada me desperté ya que sentí que la voz de Ariadne me llamaba, era cierto ella estaba teniendo problemas en su respiración, corrí hacia ella, estaba pálida y postrada en la cama de aquella habitación, rápidamente marqué a su enfermero, le dije -que se apresurara-

 Yo no podía hacer nada por ella, agonizaba y no podía hacer nada me sentía impotente

Mientras le quedaba el último aliento 

-Sonríe para mi Hanssen Dei- me dijo

-Por favor, quédate- le dije

-por favor- (grito desgarrador)

Le tomé la mano fuerte y entre lágrimas llame a sus padres, el señor Mark es el que atendió a mi llamada.

-Venga rápido señor Mark Ariadne se nos va, le está costando respirar, no sé qué hacer- le dije

-cálmate vamos para allá- me respondió

El miedo, la desesperación y un sin fin de emociones recorrieron mi mente, el enfermero no llego a tiempo y los padres de Ariadne llegaron muy tarde...

el cuerpo de ella yacía inerte en aquella habitación, mientras yo lloraba sosteniéndolo y rogándole que volviera... así fue como mi primer amor desapareció, más adelante el Dr. Odinot que estaba lejos de Princeton por una pasantía del hospital, llegó a confirmar su muerte.

El entierro fue algo privado y con los allegados más cercanos, en tanto me reprochaba a mí mismo por ser un idiota al sacarla, me pidieron una solo cosa y no pude cumplirla. Después de decirle adiós, comenzó a llover y todos se fueron, mientras yo me arrodillé en su tumba y comencé a golpear el césped, los padres de Ariadne que estaban detrás de mí me gritaron.

-Hans detente- 

-yo la mate- dije

-Eso no es cierto hijo- dijo el señor Mark

-Vamos Hans, sabíamos muy bien que estaba enferma y que su tiempo de vida era corto- dijo la señora Kardy 

-Si, pero yo... yo...yo saque Ariadne de la casa- grite 

-Hanssen escucha- dijo la señora Kardy, ya sabíamos nosotros de ello el Dr. Oudinot nos llamó la noche anterior y mencionó que la fibrosis pulmonar había empeorado, lamentablemente las medicinas ya no hacían efecto a la enfermedad, así que un día antes mientras tu estabas en la escuela pasamos el día entero con ella jugamos como cuando era niña y recordamos bellos momentos.

Ella ya estaba enterada y solo quería pasar un día contigo por eso pasamos fuera de casa aquel día, su última voluntad fue que nosotros no la viéramos morir y que tu pasaras con ella lo poco que le quedaba de vida.

-Aun así, quizás si yo no la hubiera llevado fuera, ella... ella estuviera viva- les dije

-Cargare con la culpa, eso... eso hare, en ese momento me encontré fuera de sí, salí corriendo y en medio de un charco resbale y perdí el conocimiento.

Después de unos días me encontré en el hospital, los señores Omerson estaban ahí...

-Lo siento, pero hoy regreso a mi casa- les dije 

Estaba a punto de salir de la habitación y la señora Kardy dijo:

-Hanssen no cargues con la culpa, escucha si la llevas el resto de tu vida te arrepentirás- 

Esas palabras retumbaron en mi cabeza y por alguna razón la idea de no verla más se me hizo imposible, así que decidí que, si ella no pudo vivir una vida larga y feliz, yo tampoco lo haría.

Después de ello, tomé mis cosas y salí de la casa que compartimos por algunos años, me despide de ella y diciéndole adiós en medio de su habitación, me dispuse a retirarme. Llame a mi nana y le dije -que volvería- 

Mi nana y los demás empleados que trabajaron me recibieron con una calidad bienvenida, al llegar dije:

-Papá, mamá, Frank estoy de regreso- 

 Luego de ello, subí a mi habitación y comencé a estudiar, esa noche no pude dormir. Al día siguiente, desayuné y salí a la escuela …. me refugie día y noche en el estudio.

Sentía que nada del mundo exterior me importaba, solo tenía la clara idea de convertirme en alguien que pudiera dirigir la empresa de mi padre, de esta manera cumpliría con la promesa que les hice.

Hasta que un día los señores Omerson se presentaron frente a mi

-Te llamamos y no contestas-dijo la señora Kardy

-Dime esto se llama vivir para ti, "paf"- me abofeteo 

-Váyanse-les dije




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