<<Una luna clara.
Era una noche de luna nueva, las hojas de los árboles oscurecían aún más aquel bosque a pesar de la claridad de la luna, una brisa helada impregnaba el ambiente y las patas del caballo cabalgaban a toda velocidad sobre la tierra húmeda por el rocío.
Recuerdo que la brisa levantaba mi pelo suelto y en mis manos apretaba con fuerza las riendas del caballo y la daga que tanto temía usar, me aferraba con fuerza a ellas porque mi vida dependía literalmente de ambas.
Una lágrima caía por mi mejilla y las que la seguían estaban nublándome la vista.
La vi morir, también la perdí a ella, otra persona que me importaba está muerta, otra persona que murió por mi culpa.
Esa frase bailaba en mi cabeza adueñándose de mis sentimientos y mi juicio.
Apretaba los dientes de la frustración.
Todos están muertos ¿Por qué todos siguen muriendo? Todo para mantenerme con vida, mientras más pasa el tiempo esas acciones más carecen de sentido, en mi mente de la nada lo recordé él, ¿En este momento dónde estará? ¿Peleando? Quizás él también debe estar muerto y si no logro huir, yo también lo estaré pronto, al final todo esto ha sido estúpidamente en vano.
-¡Hia! ¡Hia! -escuchaba los galopes detrás de mí y volteé a ver qué tan lejos venían.
Al ver lo rápido que se movían sentí una punzada en mi corazón.
-¡Hia! -le grité a mi caballo deseando que este acelerara en la dirección correcta.
Por extraño que parezca hacía unos momentos bailaba en un lugar humilde con mis colegas sintiendo por primera vez en mucho tiempo un poco de paz en mi vida, ese momento me recordó que lo que pedía tal vez no era algo inalcanzable, solo quería un poco de tranquilidad en mi vida, una vida tranquila y feliz con mi familia sin embargo en ese momento estaba a punto de morir y solo tenía un caballo para huir, una daga y mi cobardía.
Otra lágrima caía mojándome hasta el cuello.
El caballo cabalgaba a toda velocidad por el bosque en medio de la noche, apenas sí yo podía distinguir el camino por el que andaba solo podía ver qué a mí lado no muy lejos había una larga caída de cuya oscuridad cualquier cosa que cayera allí se desvanecería, corría el riesgo de que el caballo tropezara y que yo cayera en el proceso, pero debía seguir corriendo, no es que tuviera otra opción es que sin importar lo que hiciera mi vida estaba en riesgo.
En este punto, las vidas que se habían perdido por mi culpa empezaban a perder sentido ¿Qué sentido tenía querer seguir salvándome? Todo para qué tomara un puesto que no quería tomar, yo solo quería una vida feliz, con mi familia, una vida normal y tranquila, como cualquier otra persona, solo era una chica saliendo de la secundaria, yo no quería estar en esta guerra ¡Yo nunca pedí esto!
-¡Hia! ¡Hia!
Cada vez se escuchaban más cerca, no me atrevía a mirar atrás porque sabía que me pisaban los talones, afortunadamente no tenían arcos ni eran Powers de ser así no hubiera tenido tiempo siquiera de subir al caballo.
Una rama salida de la nada rasguñó mi cara, casi perdí el equilibrio, el caballo relinchó con fuerza mientras tiraba las riendas para no caerme.
Qué él muriera también, era demasiado, una de las pocas personas que me quiso ayudar desinteresadamente, que no lo hizo por una orden o porque ganara algo, solo lo hizo porque quería ayudarme, nada más, y me atrevería a llamarlo mi amigo. Él era mi amigo.
Él era mi amigo, él...
-¡Hia! ¡Hia! ¡Hia! -sus gritos azotando a los caballos se escuchaban cada vez más cerca.
!Déjeme en paz! ¡¿Qué más quieren de mí?!
Lagrimas, más lágrimas.
Me limpié la cara con la mano que sostenía la daga que él me había regalado y vi la sangre que había en mi manga.
Yo solo quería volver con mis padres... Y terminé matando a muchas personas en el proceso...
-¡Ahhhh! -grité mientras cerraba los ojos con mucha fuerza.
Tenía tanto dolor físico que solo pude soltar un grito desgarrador, pero no era solo dolor físico si no también emocional y dentro de todo eso, estaba naciendo en mi un sentimiento destructivo, estaba llenándome de ira.
Me había cansado de ver a la gente que me importaba sufrir, me había cansado de no hacer nada, de tener todo y a la vez nada ¿Afortunada? No sé por qué la gente sigue creyendo esa estupidez.
-¡Hia! ¡Hia!
La ira, ese sentimiento de la nada que estaba en mi interior, y no podía quitármelo de encima.
"¡Mátalos!"
Esa voz... Otra vez sonaba en mi cabeza ¿Qué?¿Quieres que los mate?
"¡Mátalos!"
Era mi instinto, lo reconocía, siempre aparecía cuando estaba en peligro y me decía que hacer pero siempre me habló de huir y nunca de matar ¿Cómo podría yo...?
"¡Mátalos!"
Mire mi daga.
El caballo seguía corriendo, mi mente dejó de pensar, las lágrimas habían dejado de salir, mi vista se aclaró, ya no lloraba, ya no sentía miedo ahora solo quería hacer una cosa.
¿Que lo que quieren es una asesina que mate por ellos? bien.
Ese punto en el que debes elegir entre matar o ser asesinado.
Si esto es lo que tengo que hacer para volver a ver a mis padres... Que así sea.
Tiré de las riendas frenando el caballo de manera muy brusca haciéndolo pararse en dos patas, ¿qué sólo debo seguir mi instinto? Veamos si es cierto, era extraño pero ya sabía que hacer, solo tuve que girar y ver a los hombres que me seguían.
Un segundo.
Sólo necesité un segundo para calcular mis movimientos.
Solté las riendas de mi caballo dejándome caer sobre él tipo más cercano haciendo que ambos cayéramos y rodáramos peligrosamente cerca del acantilado, todo mientras mantenía mi daga en mano y un objetivo en mi mente.
Duré tres meses en llegar a ese punto, antes de eso tuve que pasar por muchas cosas, no diré que un infierno porque un infierno fue lo que viví después.
Editado: 07.01.2025