Me entretuve un rato, haciéndoles creer a los pendejos que podían darme pelea, cuando me aburrí derribé al primero con una piña certera en la mandíbula, al segundo no tuve más que acercarme que salió corriendo.
Cuando Miguel llegó, ayudó al pibe golpeado a ponerse en pie. Ni bien nos miró, supe la razón por la cuál lo habían golpeado, era gay.
Miguel ofreció llevarlo hasta su casa, la mansión a la que llegamos no me sorprendió. La ropa y la cara los delataban, esos en su vida habían tenido que esforzarse para obtener lo que deseaban.
El sábado me lo tomé libre, necesitaba descansar y aclarar mis ideas. Por la tarde, ocupé mi habitación privada en el Rosas y llamé a Tamara.
La morocha me sorprendió al incluir en nuestra sesión a dos chicas más. Las tres me agasajaron deliciosamente, cuando tocó mi turno me aseguré de devolver el favor con esmero.
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Editado: 04.11.2024