¡ Devuélvan a la niña !

Capítulo 22

Capítulo 22

“¿De verdad le ha gustado a Sergio? ¡No necesito competencia aquí! —pensaba con fastidio, mientras le sonreía dulcemente a Verónica—. Yo tengo mis propios planes con Sergio: quería atraparlo y casarme con él, ¡y ahora aparece esta! ¡Y encima es atractiva! ¡Tengo que deshacerme de ella urgentemente!”

—Por cierto, me gustaría ver el informe financiero del último mes sobre las bicicletas infantiles —dijo de pronto Ángela, ideando un plan. Si funcionaba, Sergio echaría sin duda a esa tonta—. ¿Quién se encarga del área de bicicletas infantiles? —preguntó.

—Verónica, justamente —respondió Hanna Hnativna.

Lo que Ángela ya había deducido, ya que ella misma había propuesto a Hanna contratar a alguien nuevo para ese puesto. Ella misma había firmado la orden como subdirectora en ausencia del jefe. “Y yo misma contraté a mi rival…”, pensaba irritada.

Tenía que comprometer a esa chica —y entonces Sergio la despediría. Siempre era mejor contratar a mujeres mayores o a hombres casados. ¡Este no era lugar para jovencitas!

—Verónica, prepare por favor el informe y que esté en mi escritorio en diez minutos —dijo Ángela y salió.

Diez minutos después, Verónica llevó a la oficina de Ángela el informe sobre ventas de bicicletas infantiles del mes. Ángela lo revisó, asintió y la dejó ir. Luego escaneó el informe, corrigió algunas cifras, lo imprimió de nuevo, hizo ciertos movimientos por internet, tomó el papel y corrió al despacho de Sergio.

Al pasar, miró con desdén a la niña sentada junto a la secretaria frente al portátil. Sin tocar la puerta, entró directamente a la oficina. Sergio ya había reunido todos los documentos y estaba por dirigirse a la reunión. Según informó la secretaria, los clientes ya habían llegado y esperaban en la sala de conferencias.

—Sergio, tengo una cosa más que comentarte. Es algo relacionado con el trabajo —dijo Ángela, al ver que él fruncía el ceño—. Acabo de recibir el informe financiero de las bicicletas infantiles. Lo revisé cuidadosamente: ha desaparecido una gran suma de dinero de las ventas. Y algunas de las cuentas a donde se transfirieron los fondos… están a nombre de personas de nuestra empresa. ¡Tus empleados están robando! Quiero que lo veas.

Le extendió el papel.

—Tengo prisa, pero lo revisaré, sin duda —respondió él, poniéndose serio—. Es un asunto importante, no se puede resolver corriendo. Y tú también ven a la sala de conferencias. Empezamos en cinco minutos.

Saliendo de la oficina, Sergio avisó a la secretaria que iba a la reunión y se dirigió por el pasillo.

—¿Esa niña sigue aquí? —preguntó Ángela al salir y mirar con fastidio a Orisia, que miraba con entusiasmo un episodio de Peppa Pig.

—Sí, el jefe ordenó que le dieran de comer y que la entretuviéramos un rato —respondió la secretaria—. Así que estamos viendo dibujos de Peppa Pig.

—¡Dios! ¿En qué se ha convertido nuestra empresa? —suspiró Ángela—. ¡Parece una pocilga o una sala de cine!

—¿Tienen una sala de cine? —preguntó de pronto Orisia—. ¡Sería genial ver dibujos en una pantalla grande!

—Esta niña me irrita… —murmuró Ángela, frunciendo la boca.

—¡Los niños no irritan, traen alegría a la vida! —replicó Orisia con tono sabio—. Y Peppa Pig no vive en una pocilga, sino en una casa maravillosa, llena de juguetes y cosas interesantes. ¿Usted ha visto Peppa Pig? Usted… usted se parece a la bruja mala del cuento de Blancanieves...




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