¡ Devuélvan a la niña !

Capítulo 49

Capítulo 49

—Bueno, lo del teléfono lo vamos a investigar —asintió Arnold.— Y algo más… Sobre tu Vera: si trabaja en la aseguradora “StrategiUS”, esa que está en el centro, en el Departamento de Auditoría y Análisis, ahí justo están algunas de sus principales secciones: si no me falla la memoria, está la unidad de auditoría operativa, la de análisis de riesgos asegurados, investigación interna, y el bloque jurídico-consultivo… Te digo que ese es el departamento más alto del “StrategiUS” nacional —ahí está, prácticamente, su dirección. Así que tal vez tu Vera ocupa un cargo bastante importante.

—¿Y no puede ser sólo una secretaria o una mujer de la limpieza? —preguntó Sergio.

—Eso tampoco lo descartamos. Aunque… ella se fue al extranjero, ¿no? ¿Mujer de la limpieza? Mmm. No me convence. Así que vamos a revisar en Recursos Humanos todos los nombres Vera. ¿Dijiste que su apellido era Barida? Es muy raro e inusual. Pero eso nos favorece...

—Y una cosa más, Arnold… No te he contado lo más importante. Justo por eso te llamé —Sergio bajó la voz para que Orisia no los escuchara. Y rápidamente le contó sobre sus tensas relaciones comerciales con Harmatiuk y sobre la propuesta que le había hecho, así como sobre la carta que había leído ayer. Abrió su portátil y se la mostró.

—Ajá. Entonces vamos a necesitar también programadores. ¡Suerte que en mi empresa trabaja un genio informático! Lo llamamos “Stepanko lo sabe todo”. A él vamos a acudir —dijo Arnold, mirando a Sergio.— Y otra cosa: tendrás que cambiar tu contraseña. Más tarde, cuando verifiquemos todo. Porque ahora me vas a decir tu contraseña real del correo, yo se la paso a Stepanko, y él investigará ese mensaje: desde dónde fue enviado y todo lo demás… Lo más probable es que lo haya mandado una persona falsa y que no tenga relación directa con Harmatiuk. Pero lo dejaremos registrado documentalmente —nunca está de más tener esa prueba. Sus amenazas y propuestas encajan en varios artículos penales. Pero él tiene dinero. Mucho dinero… Y nosotros solo entusiasmo y un agudo sentido de la justicia…

Arnold siguió hablando, y Sergio ya se sentía más tranquilo. Tenía a su amigo cerca, quien lo apoyaba y de inmediato pasaba a la acción. Había muchas cosas de las que Sergio ni siquiera entendía lo que decía Arnold. Él se movía sobre todo en el mundo de los negocios, mientras que la informática y las cosas técnicas no le interesaban. Pero a Arnold le interesaba todo. Porque todo podía servir para encontrar alguna prueba o evidencia de delito.

Al poco tiempo apareció Orisia, vestida con la misma ropa de ayer. Pero su cabello estaba alborotado —sus trenzas se habían soltado. Así que, alisándose el pelo que le caía sobre los hombros, se acercó a Sergio y ordenó:

—Papá, necesito ayuda. ¿Tienes un peine? Tienes que peinarme y hacerme dos trenzas. Aquí están las gomitas —le entregó dos gomitas rosadas para el cabello, y él las miró con desconcierto. Se asustó un poco y dijo rápidamente:

—¿Trenzas? ¡Pero nunca en mi vida he hecho trenzas! No sé hacer eso…

—Yo también soy pequeña y tampoco sé —dijo Orisia.— Mis deditos no son muy hábiles. Cada mañana mamá me hacía las trenzas. Pero como ahora estoy con papá, le toca a papá. ¿No es así? —miró, no a Sergio, sino a Arnold, esperando su aprobación.

—¡Por supuesto que sí! —afirmó Arnold, conteniendo la risa.— Tu papá te hará unas trenzas preciosas. Para aprender no hace falta ser un sabio. Ahora existe internet. Puedes ver un vídeo en YouTube sobre cómo se hacen trenzas y practicar con Orisia —le propuso al desorientado Sergio.— ¡A aprender, papá! ¡La experiencia nueva siempre es genial! —y, guiñando un ojo, no pudo contener la risa y se echó a reír.

Y así, Sergio comenzó a aprender a hacer trenzas…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.