CAPÍTULO 3
CRUSH
Jessie llegó y me sorprendió todavía mirando a través de la ventana. Entró con tanto sigilo que no sentí la puerta abrirse.
—¡Allison! ¡Ya estas aquí! —tiró su bolso sobre el sofá y corrió a abrazarme.
—¡Qué alegría volver a verte, Jessie! —la apreté con fuerza porque estaba genuinamente alegre de verla.
Nos abrazábamos y nos soltábamos para luego volver a abrazarnos. Hasta ese momento no me había dado cuenta de lo mucho que la extrañaba. Incluso, tuve que reprimir las lágrimas de felicidad que amenazaban con asomarse.
—Ven, vamos a sentarnos…tenemos mucho de qué hablar —Jessie se sentó primero en el sofá y luego me hizo un gesto con la mano para invitarme a sentarme a su lado.
—Cuéntame…quiero saberlo todo…
—No hay mucho que contar…solo que me perdí un poco tratando de encontrar el lugar —admití un poco avergonzada.
—¡Bah! No te preocupes por eso. En poco tiempo conocerás la ciudad entera. No es tan difícil. Yo misma tuve mis tropiezos y ya puedo moverme a todas partes sin perderme —se ufanó sonriente de su logro —¿Y? ¿Nada más? ¿Eso es lo único excitante que te ha pasado en tu primer día de mujer independiente y empoderada? —se rio como una tonta al decirlo.
—Bueno, ya tuve mi primera visita sola a una café…—me atreví a contarle.
Jessie lanzó una carcajada.
—¡Vas bien! ¿Cómo te fue?
—Bien…supongo…—eché el cuerpo hacia adelante, con un tonto nerviosismo porque de repente me pareció estar reviviendo el fugaz encuentro que todavía perduraba en mi mente.
—¿Cómo que supones? Eso es todo un acontecimiento…tienes que contarme que sentiste en esa primera experiencia…—insistió.
—No seas tonta —respondí intentando mostrar una seguridad que no estaba segura de poseer —Solo pedí y café y un sándwich y luego pagué y me fui. Eso fue todo. Por cierto, es acá frente, al cruzar la calle. Se puede ver desde la ventana.
Pero a Jessie todo le parecía una aventura, igual que cuando estábamos en el hogar de niñas.
—¿No te encontraste con ningún príncipe? —su mirada se achispó con picardía —mira que por acá cerca hay una universidad y se ve una de ejemplares…uff…—soltó un resoplido.
Tragué hondo. Jessie tenía algo de bruja porque siempre parecía adivinar lo que pasaba por mi mente.
—No…no…¿Cómo se te ocurre? —atiné a decir.
Me miró de soslayo, incrédula.
—Bueno…había un grupo de jóvenes estudiantes, creo que universitarios y bueno… uno de ellos…—comencé a contar vacilante.
A Jessie le brilló la mirada. Peor aún, su rostro enteró se trastornó con gran expectativa.
—Uno de ellos… ¿Qué? ¿Qué cosa? Anda, cuenta…no me dejes en ascuas…—me apuraba.
Me puse de pie instintivamente y volví a pararme frente a la ventana. No comprendí la razón de mi nerviosismo, pero sentí sudor colándoseme por la espalda y un ligero temblor en las manos.
—Nada…nada…no brinques a conclusiones —intenté bajarle el entusiasmo —solo que uno de ellos…pues…no sé…me pareció muy… ¿Cómo decirte? Muy… atractivo —solté finalmente.
Jessie saltó del sofá y se paró a mi lado con la rapidez de un rayo.
—¿Ya tienes un crush? —preguntó, asombrada y tan feliz que yo no alcanzaba a entender tanta alaraca. ¡Incluso dio pequeños saltos de alegría!
Di un respingo, asombrada.
—¡Por supuesto que no! —respondí casi con indignación — y ya deja de armarte películas en la mente y mejor hablemos de cosas importantes…A ver…cuéntame tú… ¿En qué trabajas?
El tono serio de mis palabras cortó de golpe el entusiasmo de Jessie. Su expresión cambió a una de fastidio y volvió a sentarse en el sofá.
—¡Bah! Trabajo en un supermercado como cajera. Por eso traigo este uniforme —señaló su vestimenta —pero también tomó un curso de arte gráfico varios días a la semana —dijo con desgano.
—No pareces muy contenta…
—Es que aspiro a mucho más. ¿Ya revisaste el departamento? ¿No te parece deprimente? —inquirió y noté decepción en su tono.
—¡Por supuesto que no! —negué con vehemencia —Esta muy bien para comenzar. Ya luego iremos progresando y nos mudaremos.
Jessie sonrió con ese tipo de sonrisas que demuestran alivio. Luego nos movimos a hablar de otras cosas. Hablamos sin parar. Tanto así que nos cayó la noche sin que nos diéramos cuenta. Discutimos sobre mi futuro, la búsqueda de un empleo para mí y la posibilidad de que me uniera a tomar clases con ella.
Me daba cuenta de que éramos apenas dos chiquillas soñadoras. Aves a las que le acababan de abrir la jaula y ahora debían enfrentarse al mundo para sobrevivir. Que antes nos echaban el alimento a la boca y ahora debíamos buscarlo. Eso me producía felicidad y terror al mismo tiempo.
A la hora de dormir todavía no terminábamos de hablar.
—¿Sabes algo? —le dije poco antes de apagar la luz mortecina de la lámpara antigua que estaba sobre la mesa de noche.
—No hasta que me lo digas, Allison…—balbuceó ella ya más dormida que despierta.
—Estoy feliz de que me hayas permitido quedarme aquí contigo…—expresé agradecida.
Jessie ya estaba rendida y apenas pude entender lo que decía. Solo alcancé a escuchar: “No seas idiota…eres mi mejor amiga…eres mi hermana.”
Entonces quedó totalmente dormida y al poco tiempo la sentí roncar.
Me acomodé en mi pequeña cama, cubriéndome con la frazada dejando por fuera tan solo la cabeza. Quizás aquel pequeño departamento no era tan distinto del hogar de niñas, pero el sentido de libertad era más grande de lo que hubiera podido imaginar.
Cerré los ojos y recreaba en la mente todas las experiencias vividas en las últimas horas. Independencia, libertad, retos, responsabilidades. Y un crush…
Me costó un poco dormirme, pero al final me venció el cansancio. Pasé toda la noche soñando con mi vida futura. En ella me veía triunfante, feliz viviendo en una hermosa casa rodeada de un bello jardín. Lo mejor era que en mi sueño lograba mi más grande anhelo: Tenía una familia.
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Editado: 04.12.2025