CAPÍTULO 4
EL EMPLEO
No perdimos tiempo y enseguida Jessie hizo toda la gestión para que pudiera estudiar en su mismo centro. Los cursos ya habían comenzado por lo que debía esperar la siguiente sesión.
“Vamos, no te desanimes que es cuestión de nada estarás estudiando.”—me alentaba.
Mientras tanto, analizaba cada una de las ofertas académicas y todas me parecían fascinantes. Sin embargo, enfermería especializada en el cuidado de infantes fue lo que capturó mi atención por completo.
—Mira esto, Jessie…—le señalé emocionada el nombre del curso que deseaba tomar —Esto es lo que quiero estudiar.
Jessie estuvo de acuerdo. Me dijo que iba muy bien con mi personalidad y que tenía madera para ello.
—Recuerdo como nos diagnosticabas a todas y como insistías en tomar temperatura a la primera que te decíamos que nos sentíamos mal —me recordó.
Así fue como decidí mi futuro profesional y estaba emocionada con la perspectiva de comenzar a estudiar la carrera en poco tiempo.
La búsqueda de empleo me costó un poco más.
¡Uff! ¡Bastante más!
En el supermercado donde trabajaba Jessie no necesitaban personal por el momento y tuve que enfilar mis intenciones a otro lado. Pero en todos exigían estudios y experiencia que yo no poseía. En el hogar de niñas apenas hacíamos labores de limpieza básicos como hacer la cama, asistir en la cocina o ayudar en la limpieza del jardín. Nada de eso era relevante a la hora de llenar una solicitud de empleo. Ni hablar de decirles que les bastara con mi deseo de aprender. Eso no funciona en el mundo laboral.
Así llevé unos días, recibiendo una negativa tras otra. Llegaba con los pies que me latían por el dolor y me desplomaba en el sofá cansada y desilusionada. Para lo único que sirvieron aquellas largas caminatas fue para conocer la ciudad. Me fui aprendiendo cada calle y cada esquina de la periferia. Aprendí a desenvolverme tomando trenes y autobuses. Muy pronto me deshice del miedo y dejé de ser una chiquilla perdida en la ciudad.
Hasta que un día mientras estaba parada mirando a través de la ventana -como se me había vuelto costumbre- observé el justo momento cuando colocaron un aviso de empleo en el café del frente. Sentí un corrientazo recorrerme el cuerpo y salí corriendo escaleras abajo. Sin decir nada, sin pensarlo. Como si la oportunidad fuera para el primero que llegara.
Jessie se fue tras de mí.
—¿A dónde vas corriendo como loca, Allison? —me gritó desde el rellano con tono asustado por lo abrupto de mi proceder.
—A solicitar trabajo en el café del frente! —le grité sin voltear a verla.
Creo que Jessie dijo algo más, tal vez me deseó suerte. No estoy segura porque ya para entonces yo me disponía a cruzar la calle y llegar al café antes que nadie.
Antes de entrar tomé un poco de aire, intenté serenarme y me presenté frente al dueño del café.
—¿Tienes experiencia? —fue la primera flecha que lanzó el señor Brown.
Parpadeé varias veces y luego respiré hondo ¡Que pronto se me desinfló la ilusión! Cada vez que respondía con la verdad, quedaba descartada. Pero no estaba acostumbrada a mentir así que ese breve silencio habló por mí.
—No tienes…—refunfuñó el señor Brown con un gesto ceñudo que delataba su decepción.
Yo lo observaba atenta y notaba como los anteojos se le deslizaban por el puente de la nariz y aterrizaban en la punta. Él volvió a acomodarlos.
—¿Estudias algo relacionado a la administración de negocios? —pasó a la siguiente pregunta con la convicción de que perdía el tiempo conmigo.
No podía seguir callada, me urgía decir algo por mi propio beneficio. Si me quedaba una brizna de fe en obtener el empleo, estaría a punto de perderla si no hablaba.
—Pronto… comienzo… a estudiar…—tartamudeé con torpeza.
Él carraspeó en señal de impaciencia.
—¿Qué vas a estudiar? —su tono se volvía cada vez más impaciente.
—Enfermería con especialidad en cuidado infantil —me animé a decir aun sabiendo que cavaba mi propia fosa.
Él movió la cabeza en negativa.
—Eso no me sirve para nada…no creo que…
No lo dejé terminar la oración porque de pronto me surgió una fuerza interior y no estaba dispuesta a rendirme sin luchar.
—No conozco un lugar de empleo que no se beneficie de tener una enfermera entre los suyos —solté con arrojo y sin que me temblara la voz.
—Vaya…—atinó a decir.
—Además, aprendo rápido, estoy más que deseosa de demostrarle que no se va a arrepentir de contratarme. Aparte, vivo al cruzar la calle por lo que no necesitaré transporte ni llegaré tarde.
Supe que había dado en el clavo con afirmación porque pude notar su rostro relajarse. Sentí que le había sembrado la duda con mi seguridad y mi gran disposición. Lo que me faltaba en educación y experiencia se lo podría compensar con un buen desempeño y ganas de trabajar. También ayudó el hecho de que necesitaba con urgencia cubrir la vacante.
Me miró de arriba abajo varias veces, como tanteando cuan acertado podría ser darle la oportunidad a una chica como yo. Sabía que se lo estaba pensando por lo que me mantuve erguida y con la mirada puesta fija en la suya hasta que al final cedió.
—¿Cuándo puedes comenzar? —soltó finalmente.
—Hoy mismo —respondí para no darle oportunidad a arrepentirse.
Dibujó una medio sonrisa y otra vez se acomodó los anteojos.
—No es para tanto. Te espero mañana a las siete.
Me mordí el labio inferior para evitar lanzar un grito de alegría. ¡Ya tenía empleo!
Regresé eufórica al departamento donde Jessie me esperaba con cara de expectación.
—¿Y? —inquirió ansiosa.
Intenté hacerle un espectáculo triste de que no conseguí el empleo solo para echarle broma. Pero no pude porque la emoción y el deseo de contarle me superaba.
—¿Qué pasó? ¡Habla! —comenzaba a exasperarse.
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Editado: 04.12.2025