Devuélveme A Mi Hija

CAPÍTULO 12: SIN REGRESO

CAPÍTULO 12

SIN REGRESO

Llegar a 20 Coes St. fue como cruzar a otra dimensión, como abrir un portal donde todo se percibía silencioso y pacífico, hasta un tanto lúgubre. Parker manejó todas aquellas horas sin perder la sonrisa ni dejar de hablar de las bondades del lugar. Yo apenas asentía o respondía monosílabos demasiado aprensiva para mostrar entusiasmo.

Llegamos al caer la tarde cuando el sol comenzaba a perderse en el horizonte, pero todavía con suficiente luz como para ver los alrededores. Arboles altos bordeaban el camino a la entrada, tal vez eran abedules, pero no conozco mucho de árboles. Miré alrededor y no vi ninguna otra vivienda hasta donde me alcanzaba la vista.

Nos bajamos del auto y recorrimos el sendero que llevaba a la entrada. Parker estaba tan emocionado que me parecía irreal.

Mi ánimo era muy distinto.

—¿No te parece demasiado solitario? —indago intentando que no note mi desconcierto por lo apartado del lugar.

—¿No te bastará mi compañía, hermosa? —aprieta suave mi mano — Me hace ilusión que tengamos un lugar solo para nosotros…nuestro nido de amor si así quieres llamarlo. Nada de vecinos quitándonos la paz. Solos tú y yo…

Otra vez asiento, aunque poco convencida.

Parker introduce la llave para abrir y me cede el paso colocando con delicadeza su mano en mi espalda y dirigiéndome el camino. En cuanto atravieso la puerta percibo un olor a limpio, como lugar acabado de ser aseado con detergente lavanda. Es agradable, pero contrasta enormemente con la penumbra y las sombras que se distribuyen por el salón. Titubeo en mis pasos y Parker enciende una lámpara. Mis ojos pronto se ajustan a la luz.

Ahora puedo vislumbrarlo mejor. Los muebles son sobrios y finos como emulando unos de revista. Me paseo despacio por el lugar descubriendo una cocina pequeña pero moderna y tras ella una esquina convertida en una especie de biblioteca. Luego hay un baño y algunos pasos más adelante se encuentra un balcón trasero. A través del ventanal se asoma un patio lleno de los mismos arboles de la entrada.

Parker no ha dejado de mirarme un solo instante. Busca ver en mi rostro que me ha parecido. Sé que quiere saber mi opinión sobre el lugar sin tener preguntar.

Sus palabras: “nuestro nido de amor” todavía resuenan en mis oídos.

Sigo mirándolo todo. Paredes, techos, pasillos. Asiento a cada cosa que veo porque quiero sacudir mi inseguridad y también tengo que admitir que el lugar es extraño pero bonito. Mucho mejor que cualquier lugar que haya vivido antes, aunque mis experiencias se reduzcan al St. Mary y a mi viejo departamento.

—Dime que te ha gustado…por favor —pide, casi implora.

Suelto un suspiro y luego sonrío.

—Es moderno —comienzo a señalarle las virtudes —está bonito y…se siente acogedor —espero que estas palabras lo calmen. Me angustia pensar que lo decepciono.

Su rostro se relaja de alivio.

—Ven —me toma de la mano y me lleva a través de un pasillo que no sé cómo he pasado por alto —te falta algo por ver.

Camino tras él, curiosa y agarrada de su mano como una niña pequeña.

—Mira…—dice en cuanto nos encontramos frente al dormitorio. Otra vez su cara expectante quiere ver mi reacción.

—Oh…—musité.

Me siento cohibida. Parker y yo no hemos tenido intimidad y encontrarme a solas con él frente a una alcoba me pone nerviosa.

—Éste es nuestro dormitorio…No me explico como no lo habías echado de menos…pero aquí está…para ti y para mí —ahora su voz adquiere otro tono. Más conciliador y menos imperativo. Más seductor y extremadamente fascinante.

Me estremezco y siento la sangre correr a torrentes por mis venas.

—Es bonito…y se ve cómodo. Está perfecto —articulo con corrección y sin un atisbo de lo que en verdad me provoca. Miedo, ansiedad, pavor. Me comporto con naturalidad porque no quiero que note el terremoto que estoy sintiendo por dentro.

Intento girar para ingresar de nuevo al pasillo y volver al salón, pero él me detiene.

—Ya es tarde. El camino es largo y deberíamos regresar —le indico.

Parker hace caso omiso a mis palabras. Quedo paralizada mientras él se acerca despacio. Parece otra persona. Ya no sonríe, al menos no de la misma forma. Se le ha desdibujado la sonrisa del rostro y ahora solo veo deseo y pasión en su semblante.

Me atrae hacia él en un movimiento rápido y me ciñe por la cintura. Busca mis labios para besarlos. Sus besos son mi perdición. Le respondo aun sabiendo que no debo. Que estoy a un paso del abismo y que una vez que ceda el terreno, caeré en un lugar del que no hay regreso.

Logro de alguna manera retirarme lo suficiente como para poder expresar lo que me dicta la razón.

—Debemos regresar… — aunque quise hablar con convicción me tembló la voz.

Él no responde nada y sigue como si no me oyera. Quiero resistirme, pero es casi imposible porque mi propio cuerpo me traiciona cediendo y deseándolo con el mismo ímpetu, quizás más.

Lo que siguió a continuación no puedo expresarlo en palabras. Una indescriptible mezcla de miedo y placer nunca vivida. El sol no solo terminó de ponerse, sino que llegó la noche y luego el amanecer. Desperté entre sus brazos.

Miro a Parker mientras duerme y me asaltan todas esas inquietudes que siempre llegan tarde. Me siento mortificada, aunque ya no sirve de nada angustiarme. ¿Cómo fue que llegué a este punto?

Me acomodo separándome despacio de su lado con mucho cuidado. Con todo, se despierta y se acomoda otra vez junto a mí.

—Buenos días, hermosa…—me dice abriendo los ojos al fin.

Me da vergüenza mirarlo así que le respondo el saludo con timidez.

—¿Qué te pasa? —pregunta y vuelve a acomodarse, esta vez tan cerca que ya quedo casi en el borde de la cama.

—Creo que debo regresar a casa lo más pronto posible. Si nos apuramos, tal vez me de tiempo de tomar mis clases y esta noche tengo turno de trabajo en el café.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.