CAPÍTULO 14
POSITIVO +
Estos meses han sido agridulces. Soy feliz cuando Parker esta conmigo y hablamos de organizar nuestra boda. A veces nuestras conversaciones solo giran en torno a eso. A como será la ceremonia, donde se llevará a cabo, y como lo celebraremos. También buscamos información sobre los lugares que visitaremos cuando viajemos a Budapest. Parker esta entusiasmado con la idea de mostrarme sus lugares favoritos, entre ellos los baños termales y las casas de óperas. Me cuenta todo sobre eso y yo no puedo hacer otra cosa que anhelar que llegue el día.
No obstante, todo tiene un precio. A cambio de esta felicidad que tengo con el hombre que amo, he tenido que hacer mis sacrificios. He dado por hecho que no lograré graduarme este año, que el señor Brown está enojado conmigo porque cuando lo llamé para avisarle que no volvería me dijo que si quería mi último pago fuera a buscarlo. Sé que, aunque intentó no mostrarse enfadado, lo estaba. Y con razón.
“Esas no son maneras de irse de un empleo” —me reclamó. Yo no riposté nada porque comprendí que él tenía la razón.
Mi viejo departamento fue otra pérdida. Quedó atrás junto a mis pocas pertenencias.
“No necesitas nada de eso.”—alega Parker.
Quizás es cierto. No necesito nada más si lo tengo a él.
Los días se me hacen largos porque no hago nada excepto ocuparme de la casa, cocinar y esperar la llegada de Parker. Su trabajo le consume demasiado de su tiempo y en ocasiones tiene que viajar lo cual me deja en total desasosiego. Cuando eso ocurre, se va por días y apenas si logra llamarme. Intercambiamos unas cortas y apuradas palabras que me dejan insatisfecha.
—¿Cuándo volverás? —es siempre mi pregunta.
—No lo sé todavía, hermosa…tengo mucho que hacer…pero te extraño y estoy loco por volver a verte.
—¿Por qué no me llevas contigo la próxima vez que viajes? Me encantaría acompañarte…—sugiero con la ilusión que mi pedido sea complacido.
—Porque todavía no eres mi esposa y la empresa no avala otro tipo de compañías…ya sabes como es…pero no te preocupes que pronto ese problema estará resuelto —asegura.
—Pero es que me consumo sola en estas cuatro paredes…—reprocho.
—Me tengo que ir, hablamos luego —y seguido se oye la línea desconectada.
Otro día que llega, otro día que se va.
***
Hoy amanecí enferma. Lo cual es extraño porque soy de constitución fuerte. La última vez que me enfermé estaba en St. Mary y se debió a que había un grave contagio de virus en todo el hogar de niñas. Pensé que tal vez mi estado emocional se estaba reflejando en mi salud. Es posible que el abrupto cambio de vida es lo que ha provocado que me sienta mal pero luego me asaltaron otras dudas. Fue un pensamiento que no había cruzado por mi mente pero que Parker me hizo planteármelo.
Por fortuna, ese día estaba en casa.
—Me siento mal —le dije justo al levantarme y tuve que correr al baño a vomitar. Casi no llego, fue horrible.
Parker se alarmó y me siguió hasta el baño. Sujetó mi cabello y me ayudó a componerme. Fue un acto preocupado de su parte de esos que me hacen pensar que nuestra vida no es perfecta, pero que tiene momentos que me hace olvidar todo lo demás.
—¿Qué tienes? Dime… ¿Qué sientes? —preguntó angustiado, ansioso de saber,
—Unas nauseas horribles, ahora me siento un poco mejor…pero quiero recostarme, me siento un poco mareada —respondí y me apoyé en él para regresar a la cama.
Me tumbé en la cama y Parker me ayudó acomodándome las almohadas y la cobija. No puedo negar que, aunque me sentía mal, sus cuidados me enternecieron. Cuando me enfermaba en el St. Mary solo Rosie cuidaba de mí con el mismo esmero que lo haría una madre. Ahora Parker ha venido a llenar ese vacío y se siente bien sentirse cuidado y protegido.
No obstante, noto un comportamiento raro en él. Es algo más que preocupación, pero no acierto a descifrarlo.
Se queda mirándome con fijeza. Ya no con la angustia que le vi reflejada momentos antes, sino que otro tipo de expresión. Quizás hasta sea alegría, por absurdo que parezca.
—¿Qué te pasa? Te noto extraño —comento.
Lo piensa un momento antes de responder. Se cambia de ropa, toma las llaves del auto y me aterra pensar que se va a ir y dejarme sola en estos momentos que me siento enferma.
—Pero…pero… ¿Qué haces? ¿Para donde vas? —pregunto llena de pavor. No quiero quedarme sola, no otra vez, no en este momento.
—No te preocupes, hermosa. Solo iré a la farmacia a buscarte algún remedio, no sé…algo que te ayude a sentirte bien. No tienes nada de que preocuparte. Estaré de regreso lo antes posible. Te lo prometo…solo descansa —me asegura.
Sus palabras no logran calmarme del todo, pero me alivia saber que no menciona tener que ir a trabajar o algunos de esos interminables viajes de trabajo que tanto me agobian.
—Está bien…te espero. Gracias por preocuparte…—le digo serena y aliviada.
Tal como prometió, regresó poco después. Trajo consigo un botín de medicinas que colocó sobre la mesa y corrió a mi lado para ver como seguía.
—¿Cómo te sientes? —coloca su mano sobre mi frente para comprobar si tengo fiebre.
—Ya estoy mejor…creo que te has precipitado por nada.
Se encoje de hombros y hace un mohín despreocupado.
—No importa. Nunca está demás tener remedios en la casa. Pero hay algo que quiero que hagas antes de tomar nada…
—A ver…—me siento en la cama y lo observo mientras busca algo entre los medicamentos que trajo. Saca algo que coloca en mano.
Al principio no supe lo que era. Me tomó unos segundos darme cuenta de que se trataba de una prueba de embarazo.
—Pero…pero…—trastabillé con las palabras, confundida.
Parker tenia un brillo especial en sus ojos. Lucía ansioso, como nunca. Me explicó mil veces como debía hacerme la prueba.
#247 en Novela romántica
#98 en Novela contemporánea
superacion decepcion empezar de nuevo, lucha entre familias, engaño y traicion
Editado: 24.12.2025