Diario de escritura de una novela

27 de noviembre del 2024

A veces, ponemos experiencias propias en nuestro escrito, pero con un poco de ficción.

Hoy rememoré una clase de educación física que tuve en el polimodal. Había llovido y no podíamos hacer nada. Así que nos sentamos con el profe a hablar. Buena persona y transmitía confianza, así que (no me acuerdo cómo surgió la charla) una compañera contó casos de acoso que había tenido en la vía pública. Otras compañeras también contaron, desde los "piropos" hasta cosas más graves. Todas estábamos como "¡Ay, pensé que me pasaba solo a mí!" Y nuestro pobre profe con cara de "¿Cómo puede pasar esto, son nenas?"

Entonces pensé en adaptarlo y mezclar esta experiencia con comentarios de Twitter. Si, no sale tan bien como esa experiencia que tuvimos en el polimodal, obviamente. Pero es necesario para fines literarios.

Por si les interesa, acá va el fragmento (Que luego será editado nuevamente, seguro):

"Tuvimos que interrumpir la charla porque Loli llegó llorando, acompañada por sus amigas y otras compañeras. No entendíamos nada de lo que pasaba. Las amigas la rodeaban y le decían que se tranquilice. Vino el equipo con la preceptora y la llamaron a parte. Después entró la profesora de inglés y preguntó qué pasaba. Las amigas explicaron que, a unas cuadras del colegio, un hombre la estaba siguiendo mientras le decían cosas. Ella se asustó y vino corriendo.

La profesora no se sorprendió, pero le daba bronca que esas cosas sigan pasando. Sugirió que, si estamos en una situación de peligro, gritemos "fuego" y no "ayuda" ya que la gente es más curiosa que solidaria.

Loli nunca estaba con nosotras, generalmente nos llevábamos mal, pero no pude evitar sentir cercanía con ella. Sabía muy bien lo que le estaba pasando y me trajo viejos recuerdos. Malos recuerdos.

Fue hace dos años atrás. Durante la pandemia solo salía a comprar. Casi siempre éramos mi hermano y yo. Al ser médica en un hospital, mi mamá tenía el triple de trabajo. Una tarde fui a la carnicería, por una cuadra interna de Lomitas. Un auto blanco con un pibe de unos veinte años paró para preguntarme por una calle. Me acerqué para explicarle, hasta que ví que tenía los pantalones abajo y se estaba tocando. Grité y corrí hasta el departamento. Tenía un ataque de nervios. Walter me calmó, llamó a mi hermano que lo quiso buscar pero no vio a nadie. Yo tenía miedo de que me siguiera, y no salí ni siquiera a comprar. Y ya no pasé más por esa calle interna. Todavía podía sentir el asco y el miedo como si hubiese sido ayer.

La mano de Malena me hizo volver a la clase. Me di cuenta que a las demás chicas les había pasado cosas parecidas. Me dio confianza para compartir mi experiencia. Muchas habían sufrido lo mismo. Diferentes autos, diferentes tipos de diferentes edades, pero sentíamos el mismo asco.

— Chicas, yo sé que no se llevan muy bien en este curso — dijo la profesora — pero vean que tienen más en común de lo que piensan. —

— ¡No profe! — dijo Enrique, el eslabón que buscaba Darwin — ¡No creo que todas fueron piropeadas en la calle. —

— ¡No es un piropo! — gritó Malena.

— Depende. Que le digan algo a Helena, Loli, lo creo. Pero, ¿en serio querés que crea que le dijeron algo a Alicia? —

— Alumno, se está desubicando ¡Disculpesé! —

— No, profe — dijo Manuel — Tiene razón ¿Qué tan necesitado estaba el tipo? Y, si es verdad, no entiendo por qué le molesta. Tendría que agradecer que alguien la mire. —

La discusión siguió, Malena estaba muy enojada y Guille también. Solo que ella gritaba y él trataba de hablar.

Yo no podía decir nada ¿Para qué? Era verdad, nunca nadie se me había insinuado hasta ese momento. Tal vez era lo más que podía esperar, ya que no me había ido mucho mejor después de eso."




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