Diario de escritura de una novela

28 de noviembre del 2024

Hoy tuve una idea para modificar el diálogo constante que está en el capítulo 1 y que no sea tan comentado. Creo que puede mejorarse más, pero me gusta como está cambiando.

ANTES

Creo que para marcar el principio, tendría que ir a principios de abril. Si, siempre me voy a acordar de ese viernes. Como todos, empezó con educación física por la mañana. Como siempre, mis compañeras de equipo me saludaban al salir y me mostraban su afecto.

— ¡Genial Alicia, sos una genia! —

— ¡Bravo, enana! —

— ¡Felicidades! ¡Tiempo record! —

— ¡Qué fracaso, Peppa Pig! —

El “cariño” que me mostraron mis compañeras de equipo y la fatiga que me dejó correr atrás de una pelota, indicaban que el viernes empezaba oficialmente.

Gimnasia era difícil ¿Por qué me metí a basquet midiendo 1.57 cm? Bueno, estaba cansada de que me manden al arco en handball y jamás me salió la vertical para ir a gimnasia deportiva.

— Te espero en el buffet. — dijo Malena, mi mejor amiga.

Claro, ella era otra causa por la que me había metido ahí. Mide 1.82, así que marca a cualquiera. Además, salta muy bien.

Si, los viernes eran complicados, pero ese viernes me disponía a hacer una diferencia. Ese viernes me había dispuesto a hablar con González, profe de gimnasia desde el primer año de secundaria. Cuando nos quedamos a solas, me acerqué para hablar. Como siempre, estaba con el celular y no me miraba.

— Profe… Yo… Quiero mejorar, pero no importa cuánto lo intente: No puedo correr sin cansarme y nunca puedo llegar al aro. —

— Ajam. —

— Profe. —

— ¿Eh? —

— ¿Me escucha? —

— Si, si. No hay problema. Seguí así, ya lo vas a lograr. —

— Profe, no puedo correr sin cansarme ¿Qué puedo hacer? —

Me miró y arqueó una ceja.

— ¿Querés entrar a los Bonaerenses? —

— No, quiero mejorar. —

Al escuchar eso, sonrió.

— No te preocupes, al menos lo intentas. No faltes ni llegues tarde, hacé lo que te digo y tendrás tu TEA. —

Al terminar de hablar, siguió con su celular. Suspiré de cansancio. Necesitaba instrucciones, algo que me ayude a correr sin cansarme, a embocar en el aro la pelota y claves para sobrellevar la clase de gimnasia como gimnasia y no como tortura. Pero, como pensaba, no logré nada.

— ¡Alicia! —

Escuché un grito. Miré para buscar la voz y, en la puerta, Guillermo me hacía un gesto con la mano.

— ¿Qué haces acá? ¡Gonzales te va a matar! ¡Es gimnasia de mujeres! — Dije.

— Hola, si, estoy bien… Te estoy buscando para ir con vos al buffet. —

— Bueno, gracias. Perdón, es que sabés como es… tan… —

— Imbécil, si. También fui su estudiante. Vamos. —

AHORA

Creo que para marcar el principio, tendría que r a finales de marzo.. Si, siempre me voy a acordar de ese viernes. Como todos, empezó con educación física por la mañana. Como siempre, mis compañeras de equipo me saludaban al salir y me mostraban su afecto.

— ¡Genial Alicia, sos una genia! —

— ¡Bravo, enana! —

— ¡Felicidades! ¡Tiempo record! —

— ¡Qué fracaso, Peppa Pig! —

El “cariño” que me mostraron mis compañeras de equipo y la fatiga que me dejó correr atrás de una pelota, indicaban que el viernes empezaba oficialmente.

Sin embargo ese día quise intentar algo nuevo. Busqué a Gonzalez, mi profe de educación física. Quería pedirle consejos, algunas técnicas para mejorar en su materia. Lamentablemente, pasó lo que pensaba que iba a pasar: no despegó sus ojos del celular y no sentí que me escuchase. El único consejo que me dió fue que no falte y siga intentando. Aclaró que no iba a desaprobar, porque se notaba que lo intentaba. Y que, ya que estaba, juntara las pelotas.

Así que me quedé sola, rodeada de pelotas de básquet y sin ninguna solución. La verdad era que si me esforzaba, los días que había gimnasia me costaba salir de la cama. Sabía que iba a ser un día fatal. Odiaba los viernes, el peor día de la semana. No era solo el deporte, soportar a mis compañeras también era pesado.

Gimnasia era una tortura ¿Por qué me había metido en basquet midiendo 1.57 cm? Bueno, estaba cansada de que me manden al arco en handball y jamás me salió la vertical para ir a gimnasia deportiva.

— Al menos lo intentaste. —

Una voz masculina llamó mi atención y miré hacia la puerta. Ahí estaban Guille y Malena, mis mejores amigos. Ella eligió básquet porque medía 1.82 cm, así que le resultaba fácil. En el horario que las chicas teníamos básquet, los chicos tenían handball, así que se anotó en ese deporte. Ellos eran la verdadera causa de por qué me anoté en básquet.




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