El año no empezó de la mejor manera. La pérdida de los abuelos es algo que llega, que se comprende porque así es la naturaleza, pero entender y sentir es muy diferente. Y sí, lo esperable es que mueran primero los abuelos, después de todo, para ellos no es fácil la pérdida de un/a nieto/a. Sé que mi abuela hubiese preferido que sea así.
Mi abuela Bibi está sedada y yo la cuido durante la tarde. A veces le habló porque la doctora dice que escucha. Sin embargo, no responde. Otras veces me pongo a corregir la novela y le cuento cómo va. Tampoco responde. Como cuando estudiaba gramática y se lo explicaba. Ella me miraba y me decía "No entendí nada, pero es lo que dice acá". A partir de ahora, y vaya a saber hasta cuando, voy a corregir con mi abuela al lado.
Así que encontré en la escritura mi vehículo para que la lógica y la emoción dejen de pelear en ese ring que resulta ser mi cerebro. Corregir la novela me sirve como escape o, como se dice comunmente, para disociar un rato.
Y también me recuerda a cuando podía cebarme mate mientras yo escribía. Ahora tengo mi termo autocebado y a mi abuela escuchando pero sin opinar. Sin embargo me llegó a decir algo de mi novela: que era un tema muy de moda, pero que siempre existió. Y sí abue, siempre existió, pero siempre me voy a acordar de tus palabras que me dijiste en unas vacaciones en mi adolescencia mientras hablábamos de hombres: "No hay que dejarse pisotear por un πto".
Yo lo entendí, ahora debe entenderlo mi protagonista.