Miré el calendario. Era mi cumpleaños número diecisiete, pero no solo se trataba de un año más de vivir en este mundo.
—¡Ava, apresúrate!
En realidad, a sobrevivir, es otro año más sin mis padres, mi madre murió hace cinco años y mi padre fue su asesino, era una niña cuando todo pasó delante de mis ojos.
»¡Ava!
—¡Ya voy, tía! —grité.
Cuando me quedé sola, el departamento de familia, me asignó en casa de mi tía. Hermana de mi madre. Nunca tuvo un hijo o siquiera esposo, era una mujer soltera, pero era muy amargada. Era como si su único propósito fuera complicarme la vida.
—¡Al fin!, tu autobús está por pasar y tengo que irme a trabajar.
—Algo le pasó a mi alarma.
—Eres una desorganizada Ava, ahora tendrás que irte sin comer.
Agaché mi cabeza y asentí. Como ya tenía dieciséis años, yo misma me encargaba de mi comida, no importaba si a mi tía le sobraba el desayuno o almuerzo, no podía tomar nada de su comida preparada, de lo contrario recibía fuertes castigos de su parte.
Salí de la casa y mi tía me siguió. Cerró la puerta con llave y mientras tanto yo tenía que quedarme afuera a esperar a que pasara el autobús. ¡Ah! Olvidaba comentar que estábamos en pleno invierno, así que el clima era superfrío y por las prisas olvidé sacar una sudadera.
Me abracé a mí misma, mientras observaba a mi tía irse en su auto. Faltaban como diez minutos para que pasaran por mí, así que decidí empezar a caminar en dirección a la escuela.
Lo bueno de caminar es que mi cuerpo estaba ganando calor.
—¡Ava! ¡Ava! ¡Ava! La callada e inteligente Ava.
—No molestes Homero.
Homero era el más odioso de mi clase e incluso podría afirmar que de toda la escuela. Le encantaba hacerle bromas rudas a los chicos, sobre todo aquellos vulnerables, como yo, y lo peor de todo es que vivía muy cerca.
—Hoy tenemos examen y voy a sentarme a tu lado para que me des copia. —habló, al mismo tiempo que se ponía frente a mí con su bicicleta.
—En tus sueños, Homero.
—Si estuvieras en mi sueño, no sería dándome copia de un examen, te estaría…
—¡Cállate Homero! Sigue con tu tonta bicicleta hacia la escuela.
Su ceño se frunció al escuchar mis palabras. Al notar su gesto hice lo que cualquier chica haría para salvar su vida. Pasé por su lado y empecé a correr.
—¡Ava Cooper! No te vas a escapar de mí. —gritó.
Puse mi mayor esfuerzo para correr y escapar de Homero. Pero a los pocos metros de haber corrido, mi cuerpo ya no respondía. Sentía quedarme sin aire, sentí mis pies como si arrastraba costales de arena, al menos no…
—¡Aaaa! —grité. Sentí un dolor a un lado de mis costillas — ¡Un aire, no por favor!
No pude más. Me agaché y puse mis manos sobre mis rodillas. Sentí un fuerte halon en mi espalda. Miré hacia el frente, Homero llevaba mi mochila.
—Más vale que te apresures ¡Nerd! —gritó—. Si quieres tu mochila, te espero abajo de las gradas del gimnasio.
Ni siquiera pude negar o decirle unos cuantos insultos, porque estaba casi sin respiración. En ese instante el bus escolar apareció, como pude levanté mis manos para que se detuviera.
Subí al autobús y tomé uno de los asientos traseros. El resto de mis compañeros me miraban de manera rara, tal vez porque mi cara estaba roja y mi cabello alborotado o porque simplemente me consideraban una persona rara.
No tenía amigos. Mi único objetivo era culminar la preparatoria con honores y obtener una beca completa. Faltaban pocos meses para lograrlo. Era la única manera de escapar de la miserable vida en la que me encontraba.
Al llegar a la escuela, caminé de prisa hacia las escaleras del gimnasio, el lugar que Homero me indicó para recuperar mi mochila.
—¿Qué es lo que quieres Homero? —inquirí, al verlo con mi mochila en su mano.
—Vas a darme copia en el examen de historia.
—No —me negué. Tal vez era una tonta, pero es que Homero era un insufrible.
—Entonces… —abrió mi mochila y tiró todos mis cuadernos y libros al suelo— ¿Vas a hacer mi examen?
—¿Estás loco? No haré trampa y mucho menos por ti.
—Escúchame, pequeña Nerd… vas a hacer la prueba por mí, de lo contrario…
—¿Qué?
Homero empezó a patear mis libros.
—Homero, no lo hagas. —me acerqué, pero recibí un empujón de su parte, que me hizo caer al suelo.
—¡Oye!, ¿qué haces? —otro chico apareció.
—No te metas Ezra, este es un problema entre la Nerd y yo.
—Yo creo que es el único problema, eres solo tú.
El chico se acercó y extendió su mano para que me levantara del suelo. No lo había visto por la escuela, talvez era por el hecho de que mi mirada siempre estaba hacia el suelo.
Le echo era, que el chico que extendía su mano hacia mí tenía unos hermosos ojos café, su piel morena y cabello oscuro.
Tomé su mano y con su ayuda me puse de pie.
—Vete con tus amigos inútiles de baloncesto. —habló Homero.
—Tenemos más cerebro que el equipo de soccer. —respondió Ezra—. Vete y deja a la chica en paz.
—Tú no me das órdenes.
—Homero, amigo. Es mejor que te vayas por las buenas y no vuelvas a molestar a la chica, porque si te veo cerca de ella otra vez, te haré recordar nuestra última pelea.
Homero empuñó sus manos, pensé que iba a iniciar una pelea, pero se fue, no sin antes patear otra vez mis libros.
Me agaché a recoger todas mis cosas y colocarlas de nuevo en mi mochila.
—Homero es un tonto, si te vuelve a molestar solo me dices. —habló Ezra, quien se agachó a ayudarme a recoger mis libros.
—Si… si está bien —tartamudeé.
—¡Ezra, mi amor! ¿Qué haces? —Una chica porrista, gritó desde lejos.
—Ya voy cariño. —El chico se levantó y corrió hacia la chica. La tomó por la cintura, besó su mejilla, pero su mirada no se apartó de mí. Me dio un guiño y se fue con la chica. Mi corazón palpitó de manera desenfrenada y sentí quedarme sin respiración.