Diario de una acosadora

02 QUERIDO DIARIO… MI PRIMER DÍA DE TRABAJO

Querido diario, 

Me levanté a las seis de la mañana, como todos los días. Encendí la cafetera y regresé a la cama. Busqué mis lentes y abrí un poco la cortina de mi ventana. Miré mi reloj: seis con un minuto. 

—Puntual como todos los días. —musité. 

Él ajustó su reloj, amarró la correa de sus zapatos y salió a ser su rutina de ejercicios, como lo hacía los días de lunes a viernes. 

Me levanté de nuevo de la cama, fui al baño, lavé mi cara, cepillé mis dientes y peiné mi cabello corto. Tenía una hora exacta para arreglar mi apartamento. Doblé mis sábanas, acomodé las almohadas y después ordené mi sala. La noche anterior tuve una gran fiesta… Fiesta donde los únicos invitados eran mi televisor, helado, una manta y yo. 

Había restos de helado, palomitas, dulces en la alfombra y uno que otro pañuelo, después de ver una película romántica terminé con los ojos llenos de lágrimas y sorbiendo la nariz. 

Recogí todo hasta dejar limpio. 

Mi café estaba listo, así que me serví una buena taza. Me encantaba sentir su aroma. 

La alarma de mi teléfono sonó. Había pasado una hora exacta. Corrí hacia mi cama, tomé mis binoculares y moví un poco la cortina y ahí estaba él de nuevo. Regresó de su rutina de ejercicio, tomó una pequeña toalla y seco el sudor en su cuello. 

En una de sus manos llevaba un café, siempre pasaba por uno en una de las carretas que estaba cerca de nuestros edificios. Hoy era miércoles, por lo tanto, tomaba un expresso. Ezra Diaz, era todo una bomba sensual. 

No, no estaba enferma ni tampoco obsesionada, bueno, tal vez un poco, pero no tenía la culpa, el destino era el culpable. Déjeme decir por qué: 

Después de que Ezra conversara conmigo en la escuela, quedé flechada de inmediato. Nunca me había enamorado, así que para mí, él fue mi primer amor. Los últimos meses en la preparatoria lo vi desde lejos. Tenía una novia, la capitana de porristas, pero descubrí que tenía muchas otras chicas, no era precisamente un hombre fiel. Pero solo era un chico con una vida complicada y usaba a las chicas como una manera de sentirse feliz. 

Su padre era drogadicto y golpeaba a su madre, él subía la techo y fumaba un cigarrillo mientras que sus padres peleaban. En una ocasión intentó defender a su madre y lo único que se ganó quedar como un loco drogadicto ante la policía, ya que su madre declaró que su hijo ingería drogas y mentía. 

Ingresé a la universidad y por un tiempo me olvidé de él. La universidad no fue lo que yo pensé y solo estuve tres años, dejé mi carrera y me fui a otra ciudad a alquilar un apartamento. Tomé varios trabajos, no fue fácil conseguir uno estable, pero hace dos semanas renuncié, pero nada me detuvo y conseguí el trabajo que siempre desee. 

Regresando al tema de Ezra, para mí era un tema cerrado, ni siquiera sabía de él o de su vida, pero dos años después de vivir en este sitio, el apartamento que estaba vacío frente al mío fue ocupado. Cuando observé por mi ventana y lo vi entrar. De inmediato supe que el destino quería unirnos de nuevo.

—Celeste, combina perfecto con tu piel —murmuré. Ezra tenía organizadas sus camisas para cada día, hoy tocaba una de color celeste. Acomodó su corbata y empezó a buscar su maletín. 

—Justo a la derecha, en donde está la mesa con tus fotos de graduación. —susurré. 

Ezra encontró su maletín y salió de su apartamento. 

Tomé una sudadera y me puse el gorro, también tomé mi teléfono y bajé de prisa. Nuestros edificios estaban a lado del otro, pero una gran diferencia. El edificio de Ezra era uno de los más lujosos y solo podían vivir en ellos, personas importantes o con suelo arriba de los ocho mil dólares mensuales. 

Por otro lado, en mi edificio vivíamos personas más normales y sueldos normales para sobrevivir en este país. 

Vi como Ezra se montaba en su auto y se dirigía a su trabajo. Su carro era un Porsche descapotable. Así que podía ver deleitarme con su rostro, mientras que el viento soplaba sobre su cara y sus lentes negros eran iluminados por los rayos del sol. 

Caminé hasta llegar al subterráneo. En veinte minutos llegué a mi destino. Empecé a mover mis pies hasta estar al frente al edificio de Morrison Company, empresa dedicada a la construcción, tienen un gran catálogo de clientes en los diferentes estados del país. 

—Buenos días, señor Diaz. 

Mario, el portero del edificio, saludó a Ezra quien apenas llegaba. En la ciudad era más rápido transpórtate en el subterráneo que en tu propio auto. 

—¡Mario! Amigo, buenos días. 

Ezra saludó con estrechón de mano al portero e ingresó al edificio. Ezra era el presidente de esta gran empresa. 

Ingresó al edificio y perdí su figura entre las puertas de vidrio. Di un fuerte suspiro. En ese instante me percaté que el portero me miraba de manera extraña. Bajé el gorro de mi sudadera y regresé por el mismo camino que vine. Tomé el subterráneo y regresé a mi apartamento. 

Esta era la rutina diaria de Ezra y la mía. Aunque él no lo sabía. 

Preparé mi desayuno y salí a mi balcón a regar mis plantas. Me gustaba tener una cercanía con la naturaleza y, ya que no tenía un espacio amplio, tenía mi balcón lleno de macetas y en cada una de ellas, distintas plantas. 

Me aseguré de poner agua a cada una. Cuando confirmé que era así, me abrí camino para acercarme al balcón que estaba cerca del mío, el balcón de Ezra Diaz. Estaban separados en una mínima distancia y si yo quisiera podía cruzarme y entrar a su casa, Lo hice un par de ocasiones, recorrí su casa por algunos minutos y después cruce hacia mi apartamento, pero no volví hacerlo desde hace meses, tenía terror a morir, estaba diez pisos arriba y una caída sería mortal. Pero me acercaba a regar la única planta que Ezra tenía en su apartamento y ni siquiera se molestaba en cuidar. 

Cuando terminé inicié a preparar mi uniforme, mañana era uno de mis mejores días. Tenía un nuevo trabajo, un sueldo perfecto que iba a mejorar mi estabilidad económica, pero tenía un premio extra. 




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