Dieciséis años sin Jhon

III

Presente.

Dieciséis años sin Jhon se cumplen hoy, me levanto de la cama del viejo apartamento que él me dejó y voy a despertar a mis hijos para que vayan a la escuela.
Digamos que se me hizo algo difícil conseguir trabajo y confiar en esa guardería para dejarlos hace dieciséis años, puesto que no podía confiar en nadie, aquél día decidí buscar trabajo, al final terminé como cajera de un supermercado, tenía un sueldo bueno y no debía pagar alquiler por el apartamento, pues Jhon lo había comprado.

Hoy, mis hijos tienen 18 años no han olvidado a su padre y les he contado la historia que él me contó a mí mas de 100 veces, pero, ¿saben? Ellos no creen esa historia, dicen que se fue con otra, pero si eso fuera así, ¿acaso ese chip existiría? Aún lo guardo entre la pared de mi casa, espero que Jhon algún día vuelva, aunque ya me estoy resignando.
Hoy me darán un ascenso y debo ir a hablar con el dueño del supermercado, jamás en mis 16 años le he visto la cara, dicen que no se muestra mucho.

Le preparo el desayuno a mis hijos y me voy a mi trabajo, el año que viene comienzan la Universidad, aún tengo los 60.000 US$ reservados para eso, el problema es que Katy y James quieren ir a una Universidad en Estados Unidos y yo no estoy muy convencida de eso, pues quizá aún busquen ese chip.

Para cuando llego a mi trabajo voy directo a la oficina de mi jefe y al entrar me quedo perpleja, es Jhon.

-¿Jhon?- le digo cerrando la puerta.
-No, soy Luke, tu jefe- dice con una sonrisa de lado, tal y como hacía el. 
-Perdón, yo... conocí a una persona que se parece mucho a usted- dije aún perpleja por la situación. 
-Descuide, no pasa nada- dijo sentándose en su escritorio- Bien, estamos aquí porque le daré un ascenso. Verá, hace dieciséis años que esta aquí y ya casi siento que la estoy explotando, así que, creo que merece más que nadie este ascenso. Su nuevo trabajo consiste en ocupar mi lugar los días que yo esté ausente, trabajara algunos días si y otros no, su sueldo será el doble del que hasta ahora tenía. 
-Acepto.- dije casi sin pensar.
-Me parece bien. ¿Podría dejarme su número?
-Mi... ¿mi número?- dije tartamudeando.
-Si, para saber cuando la tengo que llamar y cuando no. 
-Oh, si, claro. Se lo anoto aquí. 
-Muy bien, si quiere podríamos salir esta noche- pasó su mano por la nuca. 
-Claro, señor. 
-No me llame señor, dígame Luke. 
-Está bien- reí ante su comentario.
-La llevo a su casa si quiere
-No, me iré caminando. Muchas gracias- contesté negando con la cabeza.
-No, insisto yo la llevo. 
-Esta bien.

Nos fuimos a mi casa en su maravilloso auto, me sorprendía lo mucho que se parecía a Jhon, pero él no es John, es mi jefe y su nombre es Luke, fin de la historia.

-¿Como sabía dónde era mi casa?- pregunté mirándolo a los ojos. 
-Estaba en su currículum. 
-Bueno, pues gracias nos vemos mañana. 
-Adiós- dijo y entré en el edificio.

Cuando llegué a mi apartamento se escucharon risas, una de ellas la de mi hija.

-Pero miren cuando dinero- dijo alguien.
-Lo se, la vieja se lo tiene bien guardado- dijo Katy.
-Pues, con 500 dólares te daré 400 gramos de cocaína- dijo otra.
-Ok- dijo mi hija.

¿Qué acabo de oír?

-¿Que mierda, Kate?- dije enfadada- ¿Como es eso de la cocaína?
-Mamá yo...- la interrumpi con una cachetada.
-Se van todas de mi casa ahora- dije mas calmada.

Todas se fueron y quedamos solo mi hija y yo.

-¿Que demonios, Katy? Te doy todo y me robas plata para cocaína. ¿Acaso estás loca?
-Mamá, lo siento- dijo llorando- No sabía que hacer, tú estás todo el día en el trabajo y James no me habla y me siento sola. 
-Cariño, lo entiendo, ¿si? Pero refugiarse en drogas no es la solución. 
–Lo lamento, mamá. 
–Kate, cariño, las drogas no son la solución, yo sé por experiencia que todos nos sentimos solos, pero no por eso tenemos que refugiarnos en adicciones o cualquier cosa que pueda hacernos daño a nosotros mismos, sólo debemos salir adelante, y si no tenemos a nadie, lo haremos solos, porque somos autosuficientes para nosotros, no dependemos de nadie para ser felices solos debemos encontrar nuestra propia felicidad a nuestra manera. Pero las adicciones nunca son la solucion.
–Tranquila mama, no volvera a suceder. -dijo secándose las lágrimas.

Dimos por terminado el tema y comencé a preparar la cena.

 



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En el texto hay: viaje, argentina, accion

Editado: 24.07.2019

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