Difícil de admitir

2. "Policía unicornio"

Al bajar al auto, junto a ella, conduje por toda la ciudad, aunque un tanto confusa. Victoria era tan parlanchina que mantener el interior del coche en completo silencio, no era su fuerte.

—¿Qué sucede? ¿por qué no hablas? —Pregunté desconcertada.

—¿Por qué lo preguntas? Solo me estoy maquillando —Mi entrecejo se frunció más de lo normal.

—¿Por qué te colocas tanto maquillaje todos los días? —Pregunté con cierta inquietud— Vas a quedar hecha una pasa.

—No lo sé, costumbre. Todas en mi trabajo lo hacen. No quiero quedar como la única que va sin esto —Me encojó de hombros, ella y sus peculiaridades.

Tras un recorrido de miseria y tráfico para destripar los ojos, repentinamente logré notar desde muy lejos un carro policial, y un hombre de uniforme azul se atravesó. Alzó una mano a metros de mí, haciéndome detener y todo fue como una avalancha. Mierda. Mi cuerpo comenzó a sudar como loco; mis manos, mis axilas, todo. Al parar fue peor que un caos, en mi cabeza se plateaban miles de probabilidades de ir a la cárcel por no transportar papeles que a su sano juicio debería traer o peor aún, por comprar películas grabadas ilegalmente en el cine.

—¿Sigues queriendo venir con pijama? —Se carcajeó, logrando que mi dedo corazón fuera para ella.

Intenté mantener la compostura en esta situación, pero la verdad era que estaba borde del colapso mientras bajaba el vidrio. El policía era joven, aunque se actitud representaba a un gruñosito. En cuanto sacó sus lentes de sol, prácticamente la baba podía caerme a montones. Sus ojos sin dudas lo caracterizaban como un encanto. Era como ver dos lagunas cafés que en el centro se tornaban azules.

—¿Señorita? —Sacudí mi cabeza cuando escuché su voz.

—Perdón. Buenos días, oficial —Saludé y de vuelta recibí una sonrisa de una perfecta dentadura.

—Buenos días, señorita. Necesito su identificación y documentos del auto, por favor —Me ordenó, lo que rápidamente obedecí.

Los busqué nerviosa por la guantera y mi billetera. No obstante, todo se tornó más perturbador cuando vi en una esquina la película grabada por mi primo en el cine. Mis ojos se detuvieron ante la imagen de baja calidad que correspondía a la portada de la película. Asustada, solo le di un portazo a la guantera y luego, siendo un manojo de nervios, le entregué los documentos.

Se fue y mi control sobre humano para tranquilizar mi respiración, no logró ayudarme. Joder, no quería ir tan rápido a la cárcel por culpa de una película grabada ilegalmente. No niego que esto me pone más chiflada de lo normal, pero no puedo olvidar mi paranoia. De improviso mi corazón se dispara cuando comienzo a escuchar una carcajada de Victoria.

—¿Qué te sucede? Yo estoy acá muerta de los nervios y tú riéndote de mí. Gracias por el apoyo, primita —Esbozo una sonrisa sarcástica que rápidamente borro.

—A veces eres bien retrasada, Ali —Me insulta—. Qué no te das cuenta de que es...

—Bonito, pijama —Doy un brinco en cuanto escucho su voz.

Volteo sonrojada, para luego caer en vergüenza.

—Sí, esto ¡Puf! Me lo coloqué para una obra, es para darle ese espíritu de unicornio a los pequeños. Ya sabe, cosas así —Miento con una pequeña risita de por medio, ¡No! Esa risa nerviosa.

—Le creeré. Tenga sus documentos —Me los entrega con una pequeña nota donde sale un número de teléfono. De seguro la policía debe estar cambiando de números, pero son muy largos—. Espero que puedas llamarme, Alison. Así recordamos los buenos momentos de la secundaria.

—Pero... —Se va sin esperar alguna palabra mía como respuesta.

Me perturba la situación al punto de encender con el auto con gran inquietud. ¿Cómo era posible que ese hombre me conociera? No recordaba un chico tan guapo en secundaria. Ahora solo quería salir de acá lo más rápido posible. Pisé el acelerador, dejando al policía atrás. Ese hombre me trastornó.

—Si arrancas como una loca, prefiero irme en un taxi —Comentó mientras reía a carcajadas—. Primita a veces eres tan ilusa que te perturbas sin motivo ¿cómo no recuerdas ese chico?

—No sé quién es —Admito desorientada.

—Es Edward. El chico de la secundaria que te gustaba —Admite sonriendo.

Esos ojos. Ahora él vuelve a mi memoria. Ese chico rebelde, ahora es todo un hombre de orden y seguridad del país. Me sorprende como una persona puede cambiar con el trascurso de los años.

—Y que tal ¿lo llamarás? —Negué rotundamente con la vista plenamente en la carretera —. ¿Por qué Alison? Date una sola oportunidad. Por favor, hazlo por mí. No me gustaría verte sin alguien a tu lado. Prometimos quedarnos con gatos y perros, pero jamás pensé que hablaras en serio —Opina y después agrega—. Intenta salir con alguien

Respiré y exhalé profundamente. Con Victoria es perder una guerra que apenas inicia. Seguirá insistiéndome que acepte este trato. Sé que necesito a alguien, pero ser lastimada no es algo que desearía presenciar. Pensándolo bien, creo que ese mi mayor miedo para estar en pareja con alguien... Pero y sí lo intento, ¿qué ocurrirá?

—Si tengo una sola cita con alguien, ¿me dejarás de molestar? —Ella asintió feliz—. Tú sabes que yo siempre soy de las personas que esperan a que la otra llegué.

—A veces nosotros tenemos ir en busca de las cosas, o de lo contrario tenemos muchas más posibilidades de perderla o de no volverlas a ver. Porque solo se presenta una vez en la vida —Las palabras de Victoria me abrieron un poco los ojos. Tiene toda la razón.

Permanecí merodeando entre mis pensamientos al conducir entre el tráfico. Ya no consigo sacarme ese pensamiento de mi cabeza. Será que tendré que buscar entre toda esta ciudad a alguien que me pueda ser feliz.

—Está bien —Comenté—. Aceptaré tu propuesta, tendré una cita con Edward. Sin embargo, tienes que tener en cuenta; si esto sale mal, olvídate de que tendré una cita que sea por ti, romea.



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En el texto hay: juvenil, romance, amor

Editado: 28.10.2021

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