Difícil de admitir

3. "Mente sucia"

De seguro debe ser extraterrestre, eso explica tanta belleza a altas horas de la mañana. Nadie que conozco tiene una cara tan perfecta por las mañanas. Me quedé petrificada o tal vez embobada y con una boca entreabierta, ¿Quién no lo estaría? Es bastante guapo y esos ojos azules están del infarto. Profundos, pero con ese toque intimidante en los iris.

—Alison —Susurró mi prima desde algún lado y carraspeó—. Despierta.

Aquello bastó para que mi cabeza diera un "click" y todo volviera a la espantosa realidad.

—Mi nombre es Adam Walton... —Asentí lentamente.

Era como esa parte de crepúsculo en que todo empieza, me revela que es un vampiro, yo su oveja y nos amaremos por la eternidad. Lastimosamente, eso no sucedió. El mundo cruelmente se mueve en otra dirección.

—Ella es la chica de la que he estado hablando, Adam —Lo que acaba de decir Victoria fue interesante, hablan—. Su nombre es Alison Bennett, si gustas puedes entrevistarla en mi despacho. No tengo ningún problema.

—¡Oh! Será un placer —Esa sonrisa perfecta surcó sus labios—. ¿Me puede acompañar, señorita? —Me pregunta intimidante. No era capaz de articular una sola palabra que no sea tartamudeando, así que solo asentí—. Vamos que deseo mucho entrevistarla.

—Bien, yo los dejo —Victoria sonríe y nos deja solos con un inoportuno mutismo.

Sin decir algo, mi futuro jefe se dio la vuelta y comenzó a caminar. Le seguí los pasos por detrás, sin despegar la mirada de su espalda, era ancha. Llegamos al despacho de Victoria y todo el ruido que se generaba, se trataban de sus pisadas. Tragué saliva perturbada. Él con una mano alzada me invitó a sentarme, lo que obedecí de inmediato. Me dejé caer en una de las sillas al frente de él. Era tanto el nerviosismo que se apoderaba de mí, que movía los dedos frenéticamente. Era la primera vez que me sentía de esa manera. Él con su seriedad, me coloca los pelos de punta. ¿Qué tal si escuchó aquella palabrita no apropiada que salió de mi boca? ¡Joder! Creo que no duraré mucho en esta entrevista.

El silencio se volvió más intenso e incómodo. Tragando saliva, no aparté la vista de sus movimientos; primero abrió su maletín y luego sacó unas hojas junto a una pluma. Las dejó en la mesa y las arrimó hacia mí. El primero en hablar fue él.

—Señorita Alison, ¿cierto? —Él me preguntó y yo asentí aterrorizada—. Eres una chica de pocas palabras. Cuéntame, ¿has tenido experiencia como asistente o secretaria?

Sentencia segura. Hice una mueca viendo como una oportunidad se iba lejos.

—No —Confesé insegura y suspiré. De seguro ya no me contratará—. Pero puedo aprender rápido.

Tocó su barbilla con los dedos.

—Es bueno saberlo, por eso me di el trabajo de hacerte un contrato —Arrugó su entrecejo, para intimidarme aún más—. Sé que es muy formal, pero necesito que lo firmes. Estarás a cargo de informarme de que pasa en mi crecida empresa y de todo lo que sucede alrededor de mi mundo laboral. Te aseguro que el trabajo es bueno al igual que el pago... —Él continúo explicando el contrato con un pronunciando acento inglés, nada comparado con el de nosotros.

Cogí las hojas y noté la imprenta de ella, es como si hubieran ocupado el tamaño N°1 en ella ¿Para qué tanta lectura para un contrato de trabajo? En total eran como unas diez hojas de miles y miles de letristas que apenas se distinguían. Al final, lo que interesaba de verdad, eran el monto que me pagaría en todo en un marco gigante. Era demasiado alto y muy bueno. Con eso pagaría mi crédito universitario en tres meses o cuatro. Sin duda me pagarían mucho más de lo que ganaba en esa revista. Esta oportunidad es única, no se presentaría nunca en mi vida. Así que sin pensarlo dos veces firmé el contrato y se lo entregué. El hombre me observó con asombro.

—¿No lo leerá? —Cuestionó mi actuar.

—No dejaría una oportunidad así, señor. Si no consigo este empleo, la soga que tengo por el cuello, terminará por ahorcarme —Le explico infeliz.

Él levanta una de sus cejas, extrañado.

—¿Por qué dice eso, señorita? ¿Acaso la están extorsionando? —Peguntó desconcertado.

Me perdí un poco analizando su última pregunta y después deduje que sí, me estaban extorsionando. El banco no me dejaba ni siquiera respirar, prácticamente también me cobraba el aire.

—Claro que sí, ese hombre Marcos Villalobos me cobra muchos intereses. Gracias a él soy esclava de mi cuerpo —Le respondo y él abre los ojos, impactado. Bueno, si estuviera un su lugar, yo también lo estaría... Hablando de Marcos, el cobrador de deudas no me ha llamado, siempre lo hace a estas horas de la mañana. Gracias a él y a todos su aranceles e intereses, tuve que trabajar horas extras en mi ex empleo.

—¿Y él la hostiga mucho? —Sigue impactado.

—Cada día... —hice memoria—, recuerdo que un día tuve trabajar toda la noche para pagar sus locos intereses. Ese hombre me explota como no se imagina —Bufé y el abrió los ojos como si se le salieran de la órbita—. Es un desquiciado que ni siquiera se da el tiempo de que yo pueda descansar.

—¿Y no lo ha denunciado? —El hombre inquirió preocupado.

—¿Para qué? Si esto es legal en mi país —Sus ojos me miraron comprensivamente, sintiendo lastima de la pobre Alison—. Jamás pensé que trabajar como periodista implicaría tanto, para pagar el alto costo de la carrera.

—¿P-periodista? —Su voz quedó suspendida—. ¿U-usted es periodista?

—Y con mucho orgullo —Me quedé pensando y achiné los ojos—. ¿Qué creía usted? —Pregunté curiosa y él avergonzado por alguna razón desvió la mirada hacia otro lado.

—N-nada, solo suposiciones... Pero olvídelo —Dice aclarándose la garganta.

—Olvidado —Hice un movimiento con mis manos—. Entonces, ya firmé el contrato y después de todo lo que le dije, ¿me contratará?

Se cruzó de brazos, descansando su espalda en el respaldo de la silla.

—Sí... —Subió su dedo índice—. Aunque, solo quiero saber una cosa más, ¿ese Marcos Villalobos es el novio que la extorsiona?



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En el texto hay: juvenil, romance, amor

Editado: 28.10.2021

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