Difícil de admitir

4. "Día de amnesia"

El día terminó, pasé la prueba y ahora solo me queda descansar.

—Ten una linda tarde, Alison —Mi jefe se despide apenas toma su auto privado.

—Mil gracias, usted también —Hago un gesto con mi mano—. Adiós.

Cerró la puerta del auto y este salió del estacionamiento. Entre al mío y Victoria me esperó en el asiento del copiloto con una sonrisa perversa enmarcada en el rostro. Se giró a verme con una malicia terrorífica. Esa forma de verme no era nada bueno.

—Linda tarde —Jugueteó con sus cejas para intentar molestarme, pero no funcionó. Sin prestarle atención encendí el auto—. Él es tan amable contigo, pero con los demás es poco sociable.

—¿Celosa? —No respondió.

—No, pero estoy emocionada de lo que salga de esa relación profesional —Rodé los ojos.

—¿Si te digo que tengo novio? —Ella chasqueó sus labios, negando—. Además, tú trabajas con él, Victoria. No me mires a mí que tú también puedes caer.

—Claro que no, Alison.

Sonreí con arrogancia, porque solo le gusta jugar a ella.

—Adivina, adivinador —Ella soltó de repente—. ¿Adivina quién llamó para una cita exclusiva con cierta persona?

Esa sonrisa maliciosa recayó en mí cuándo sus ojos me encontraron.

—¡Maldición! —Apreté mis manos contra el volante—. Debes dejar de suplicarle a San Valentín para que me clave una flecha en el culo.

—Dale una oportunidad —Suplicó.

—¡No! ¡Eduardo, no! —Negué con pereza.

—Sí, Edward, sí —Me pegué levemente con el volante, causando un bocinazo—. Sí, querida. Edward te recogerá a las seis, el sábado por la tarde. No hay retraso, ni nada por el estilo. Estás libre.

—¡Que lastima! Ese día mi madre está de cumpleaños —Le expliqué con relevante triunfo.

—Error. Tu madre cumplió años, semanas atrás —Se cruzó de brazos, enojada—. Además, no es Eduardo, es Edward... Supuse que me darías esa respuesta incoherente, así que ¿qué crees que le dije? Le propuse que te buscara el viernes a las ocho y aceptó.

Tragué saliva nerviosa o tal vez porque mi cordura está calando alto.

—¿Tú? —Bufé con enojo.

—Yo sí, no me lo agradezcas. Además, tú dijiste que saldrías con alguien y si no funcionaba, no te molestaría más. Bien, ésta es tu oportunidad para salir de esto—Suspiré con cierto cansancio. Total, serán unas pocas horas y él me agradaba mucho en la secundaria.

—Okay, aceptaré —Sentencié—. Pero no creas que esto se volverá a repetir.

Llegamos a casa, desechas. Las secciones en el parque no eran tan fáciles como lo pensábamos. Aparqué el auto en afuera de mi departamento y llegamos a nuestra planta seis. Caminé descalzas y alivio profundo surcó mis pies. Guardé mi contrato en el armario; sobre esas carpetas de documentación y me dejé caer en la cama, cayendo en un profundo sueño.

***

Huele a tostada quemada. No era el mejor olor, pero despertó mi hambre en seguida. Confundida, dejé a un lado mis sueños más salvajes y un ruido interrumpió mi sueño. Solo por instinto busque entre todo el alboroto en mi cama, mi teléfono. Contesté de inmediato, seguramente es mamá para darme las buenas noches.

—Hola, ma...—Susurré apenas.

—Buen día, Alison —Aquello no sonó a mi mamá, separé mis parpados, miré mi pantalla y maldecí de inmediato—. Necesito que llegues al hotel donde me hospedo, en media hora y con mi capuchino de vainilla sin azúcar... —Golpeé mi frente al ver el sol translucirse por mi habitación—. Por cierto, dijo ¿Ma?

—Sí, dije ma...—Piensa rápido Alison—. Mándeme la dirección.

—Claro, por mensaje se la envió —Me dice por el auricular y yo sin poder evitarlo bostezo—. ¿Tiene sueño?

—No, es que recién me acosté —Respondí aún adormecida.

—¡¿Llegas a dormir a tu casa a las siete y media de la mañana?! —Bramó.

—¿Qué? ¿Yo? No—Reí confundida y mi mente despertó.

Mañana, mañana, mañana... esa simple palabras me dio la cachetada más patética en este año. Corrí a la sala descalza, vi el reloj de la pared y efectivamente estaba llegando tarde al trabajo. Solo tengo media hora para arreglarme y lavarme.

—Lo siento, pero después puedo explicarle —Le corté y dirigí la mirada a Victoria, quien cómodamente tomaba una taza de té, leyendo el periódico—. ¿Vic, que sucede?

La miré atónita.

—¿Pensé que te estabas arreglando?

Negué de inmediato.

—La maldita alarma no sonó. Vic, estoy muerta —Vi la hora en mi teléfono eran las seis y media de la mañana—. ¿Por qué en mi teléfono marca una hora antes?

—No te recuerdas que ayer... —Negué lentamente y ella soltó un resoplido—. Se cambiaba la hora, incluso en las noticias lo dieron como recordatorio.

Doy lastima. Después de todo esto, estoy cocida.

—Pinche teléfono viejo —Lo miré con odio.

—Apresúrate —Me recordó.

—Sí, sí, si —Hablé rápido y caminé hacia mi habitación—. ¡Debo llevarte al trabajo más temprano! ¡Tengo que entregarle algo mi jefe en su hotel!

—¡Guau! ¡Hotel! —Me paré de manera brusca y me di la vuelta—. ¿Por qué te querrá allá? Fíjate, ahora te llamas algo.

—No ocurrirá nada, pervertida. No pasará nada entre nosotros... Con suerte tengo una cita con el Eduardo y eso es más que suficiente —Le mostré mi dedo corazón y me encerré en la habitación para cambiarme rápidamente.

***

Quince minutos perdidos y la fila del café era eterna. Estaba de las segundas, pero la mala noticia era que me encontraba detrás de un policía que ama las donas. No entiendo para que tantas, si las que tiene de adorno en el estómago son suficiente. Mi teléfono sonó desprevenidamente que lo deslicé a pesar de tener un montón de papeles en el brazo.

—¿Se le ofrece algo señor? —Quise saber—. Estoy en la fila del café, pero no tardo.

—Sobre eso, Alison —Silencio rotundo por segundos—. Necesito que te regreses porque me recogieron. Así que ven a la agencia, por favor. Te necesito con urgencia.



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En el texto hay: juvenil, romance, amor

Editado: 28.10.2021

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