5. "Ladrón y otros más"

—¿Alison? ¿Qué coincidencia no crees? —Murmuró sorprendido al igual que yo.

—Claro —Declaré un tanto pasmada.

Era la persona que menos esperaba encontrarme.

—Sí que lo es, gracias por recomendarme la película —Él comentó mientras yo por curiosa, desvié la mirada hacia la chica sentada junto a él—. ¡Oh! Lo siento, te presento a mi novia, Jessica.

—¡Ah! Soy Alison —Extendí mi mano hacia la chica—. Mucho gusto, Jessica.

—Igualmente —Estrechó mi mano mientras asentí con gentileza. Me agradaba.

A pesar de que la habitación comenzara a tornarse más oscuro, logré notar bien su rostro por el reflejo de la luz. Rubia, unos labios extremadamente gruesos, pero perfectos. Una completa modelo al lado de esta morena. Dejé de verla y por poco olvido presentar a Edward.

—¡Em! Él es Edward... —se los presenté—, mi cita.

Traté de que eso se oyera bajo, para no sonar tan incómodo.

—¡Edward! —Adam lo nombra eufórico, haciendo que los demás lo callasen. Era inevitable querer reír a carcajada. El rostro perplejo de Adam es bastante cómico—. Encantado de conocerte.

—Cállate, pendejo —Una mujer lo interrumpió con un acento extranjero parecido al latino—. No me dejas ver la maldita película... Por tu culpa me estoy perdiendo la escena de la playa.

La mujer se esforzaba mucho en tratar de hablar bien el idioma.

—¿Qué? Lo siento —Adam trató de calmarla, pero ella fruncía más el ceño, tratando de entenderlo—. No quise arruínate la escena de la playa.

—¡¿Me llamaste, perra?! —Ella bramó furiosa, captando toda la audiencia. Esto se estaba saliendo de control, Adam no sabía que decir.

—No —Fui en su defensa, conteniendo la risa. Era bien gracioso el acontecimiento—. Lo que pretendió decir, fue que se disculpaba por arruinar la escena de la playa... Eso creo. Playa, no perra. Playa, arena.

He hice un movimiento de mímica para hacerla entrar en razón.

—¡Ah! Gracias, mija —Asentí, sin entender bien la última palabra.

—Se calmó —Le expliqué a Adam y vi que se acomodó su cazadora para seguir viendo la pantalla grande, haciendo que todo se calmara. No entiendo cómo puede entenderla, si a duras penas entiende el inglés.

Dejé de verla y volví la mirada hacia delante, mordiendo mi labio para evitar reír. Ese asombrado rostro de Adam, invadía mi cabeza. Burlarse del jefe era como estar en la gloria, pero en este momento tuve que ser más discreta porque la mujer de atrás, ya me veía con malas intenciones.

Tras dos horas de acción intensa, la película terminó y después del crédito hubo un breve fragmento de la continuación de la película que saldrá en un año más tarde, seguramente. Márquetin en todo su esplendor. Edward y yo salimos charlando sobre lo buena que estuvo la película. Este día tuvo mucho condimento; distracciones y sobretodo risas. Dios, deseaba tanto soltar una carcajada. Toda esta cita estaba saliendo como jamás pensé, me estaba divirtiendo como nunca antes. Afuera del cine, nos detuvimos a pensar en que seguía. La noche era larga.

—Si quieres podemos ir cenar —Propuso, observando el reloj de su muñeca—. Aún es muy temprano.

—Claro que sí, muero de hambre —Me tomó de la mano y empezamos a caminar, pero el tacto de una mano en mi hombro, me detuvo. Con dura extrañeza, me di vuelta para increpar al responsable—. Que te... ¿Adam?

—Pensé... —Pasó una mano por detrás de su cabeza y me observó nervioso—. ¿Que si ustedes quieren cenar con nosotros?

Sin saber que hacer caí en la mirada de Edward, buscando alguna respuesta. Eduardo solo se encogió de hombros, sin interés alguno.

—Yo... —Miré su novia y de seguro sería un estorbo para todos—. Será mejor en otra ocasión.

—Será en otro momento —Se despide con un cálido beso en mi mejilla, ocasionando que ellas tomaran un tono rojizo. Se acercó a mi oído y susurró—. Gracias, fuiste mi salvavidas y me di cuenta de tu risa.

—Si, la verdad fue muy gracioso —Le confesé.

Él sin decir algo más, me sonrió de lado y se alejó junto con su novia, tomados de la mano. Fue tan gracioso recordar la anécdota de la mujer y la cara de mi jefe. Formé una sonrisa involuntariamente en mi rostro de solo tenerlo en mi mente.

—¿Fue algo tuyo, Ali? —Desvié la mirada hacia Edward y lo observé extrañada. La pregunta había llegado de golpe, dejándome descolocada—. Parase que existe mucha complicidad entre ustedes.

—Solo de papales —Dije firme. Nunca pensé que diría eso para descolocarme. El tema había colocado el ambiente tenso, tenía que zanjarlo—. ¿Aún está en pie la cena?

Traté de desviar el tema.

—Claro —Me sonrió ¿falsamente?

Traté de sonreír con tal de borrar aquella incomodidad con él. En este momento no pretendo tener un cuestionario de preguntas, no ahora. Caminamos al restaurante, pero esta vez se lograba persistir que el ambiente entre nosotros era más bien rígido. Al llegar al restaurante, ordenamos. Tratamos de entablar una conversación de trivialidades, pero sentí que la cita ya había terminado. Después de una hora, aparcó al frente del edificio. Era tan cortés que me acompañó hasta la entrada de mi casa, aunque sin decir alguna palabra.

—Fue muy bonito, gracias —Digo sonriendo.

Lo observé y este cambió de una mirada cabizbaja a una sonrisa.

—Sí, yo también la pasé bien —Murmuró mientras yo buscaba las llaves de la puerta principal en mi bolso. Cuando las encuentro, las introduzco en la cerradura y la puerta se abre—. ¿Espero volverte a ver?

—Yo, igual —Le di un beso en la mejilla y luego ingresé a la casa—. Hasta luego.

Dejé mi bolso colgando en una silla y me saqué los zapatos dejándolos en la entrada de la puerta. Fui hasta el sofá y me arrojé en él sin mirar a mi alrededor. Fue todo tan versátil, ¿Cómo pasó de ser genial a simplemente nada? Pensé mientras colocaba mis manos en el rostro, cubriéndolo. ¿Qué le pasaba a Edward? Tan solo Adam es mi jefe. No tendría por qué haberse comportando de esa manera, con tantas suposiciones que no van ni vienen.