Difícil de admitir

6."Del karma a esto"

Tragué saliva en seco, mi cara se desfiguró.

—Adam, estaba tan preocupado por tu gripe que decidió venir a verte, pero... —Victoria comenzó a entender todo tan lentamente—, te ves mejor, debe ser un milagro.

—Sí, me siento mejor ahora —Respondo mientras toso fingidamente.

Jamás me perdonaré por esto.

—¡Aja! —Asintió con lentitud y negó con la cabeza—. Adam, siéntate. Creo que tienen mucho de que charlar, yo iré por té.

Silencio incómodo y culpable. No se siente para nada bien.

—Me da gusto verle... —rio como siempre—, de nuevo.

—¿Te sientes mucho mejor? —Preguntó inquieto.

Le veo y esos ojos sinceros conectaron con los míos. No soporto tanto contacto visual.

—Sí, solo fue por la mañana —Miento, sintiéndome mejor persona... Qué ironía.

—¡Ah! Eso me cambia el panorama a todo —Responde eufórico.

—¡Ah! ¿Sí? —Hice una mueca.

—Si. Tuve un problema con el chofer que contraté, así que te pediré un gran favor —Sonrió ampliamente. Su entusiasmo me hace sentir cada vez más mal y no sé cuánto resistiría tener esta mentira en mi boca. No puedo ser así, tenía que decírselo.

Estaba lista para confesarle la verdad, pero, de un momento a otro el sonido de su teléfono sonó, dejó de verme y contestó. Aquello pasó tan rápido que hace segundos me di cuenta de que las manos me sudaban y las piernas me temblaban.

—Hola, preciosa... Si voy enseguida... Bien, veré que puedo hacer —Cortó en seguida, luego volteó a verme—. Alison, viene mi hermano Charlie que es en realidad Jaiden. Necesito que lo recojas en el aeropuerto en dos horas... Necesito que lo recojas en tu auto y los gastos que implican, yo te los recompensaré.

—Okay —Traté se sonar lo más profesional posible.

—Entonces, el problema está resuelto —Se levanta de mi sofá—. Debo irme, mi novia me espera.

—Suerte.

—¡Ah! Lo olvido, mi hermano puede ser un poco idiota a veces. Así que si te dice algo solo ignóralo —Me encogí de hombros, ya sabía lidiar con esos—. Suerte para ti también.

Abre mi puerta para salir y desaparece al cerrarla. Solté un soplido de drama acumulado mientras maldecía al karma... Ya ni recuerdo cuantas veces lo he hecho.

Una hora más tarde a regañadientes tomé mi bolso, dejando mi camiseta a un lado. Observé el reloj, analizando su llegada. Si mis cálculos no fallan, me tardaría cuarenta y cinco minutos en ir y llegar. Resoplé con desesperanza mientras desconectaba el teléfono del cargador. No iré a tiempo al estadio.

— ¿A dónde iras? —Llamó mi atención, Victoria.

—A buscar al hombre que me traspapela como una loca en la semana —Sonreí irónicamente—. Debo ir a buscarlo al aeropuerto para que me colapse acá.

—Mira tú, ¿te acompaño? —Me encogí de brazos, ya a estas alturas daba lo mismo.

—Si quieres... —Ella caminó a su habitación—. ¡Vic, por favor no tardes!

—No me demoro nada.

Diez minutos más tarde no estaba lista. Era una mentirosa profesional. Siempre fue tan lenta para vestirse. En la ducha era aún peor. Apareció a los otros diez minutos más tardes con una vestimenta bastante particular.

—Vamos al aeropuerto, no a la gala del año o a una boda —La regaño y ella solo se limita a girar los ojos—. ¿Por qué te vistes de esa manera?

—Porque hay que ir presentable, como siempre lo he hecho.

Su confianza podría perfectamente cambiar una nación.

—¡Uh! Ya me di cuenta —Jugueteé con mis cejas—. Quieres coquetear con Charlie... perdón, Jaiden.

Ella me fulmina con la mirada.

—¡No quiero impresionar a nadie! —Gruñó molesta.

Al parecer no puede soportar ninguna broma.

—Puede que sea un pobre viejito —Divago entre mis pensamientos y ambas reímos a carcajadas.

Salimos al aeropuerto a gran velocidad, por el tiempo perdido. El tráfico era un horrible acontecimiento, maldecí por cada auto que se atravesaba mientras Victoria escribió en el cartel su nombre para localizarlo. Ese pedazo de cartón era el típico GPS para encontrar personas en el aeropuerto. Al llegar, aparqué en el estacionamiento y, con el corazón en la mano, corrimos al aeropuerto Internacional por donde bajaba toda la primera clase. Como no, el hombre tenía dinero y nunca se vendría en clase turista. Por varios minutos esperamos junto con una familia, a que la gente apareciese, pero nada ocurría.

—Ya estoy cansada de tener este cartel en mis manos —Victoria protestó.

—Deja que yo lo hago —Se lo quité y en ese preciso momento, anunciaron por el alto parlante que el vuelo de Jaiden había aterrizado.

Pasaron veinte minutos de espera y la gente comenzaba a salir por las puertas. Alcé el cartel y un abuelo de unos setenta años con cabeza de nieve, nos miró y formó una amigable sonrisa en su rostro.

—Te dije que era viejito —Le susurro a Victoria.

Se acercó a grandes zancadas que, el nerviosismo se apoderó de mi como una capa de piel, ¿Qué le diría? ¿Cómo tengo que actuar? Cuando estuvo a metros de mi decidí hablar...

—¡Abuelito! —Gritaron de pronto mis vecinas y todo dio en vuelco tan inesperado.

La familia entera se abrazaba al frente de nuestras narices.

—Creo que te equivocaste, mujer nervios —Se burló la muy bruja de Victoria.

—Ten, mis brazos se cansaron.

—Pero... —Sin que pudiera decir algo, le di el cartel y me senté sobre el suelo, con los brazos cruzados—. Eso no es muy propio de una señorita.

—¡Oh! Cállate, mujer modales —Ella se carcajeo bajito.

No le presté atención, solo me limité a ver el suelo.

—¡Oye! Creo que es él. Levántate —Me ordena inquietante y jala de mi camiseta—. Vamos, Alison.

—Sí, ya voy —Bufé como una niña pequeña.

—Señoritas —Murmuró una voz muy varonil, grave y en tono tan grueso que me hace estremecer por completo—. Busco a la señorita, Alison Bennett.

Me levanté con mis pómulos teñidos de un rojo intenso. Estaba un tanto adormecida que observé a Victoria con cara de sorpresa y ella para aborrecerme más, me sonrió con maldad.



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En el texto hay: juvenil, romance, amor

Editado: 28.10.2021

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