Nada de lo que estaba escrito en esa hoja que recetó el doctor, se estaba haciendo al pie de la letra. Jaiden era un irresponsable; primero porque dejó la pastilla que tenía que tomar encima de mi mesa, al parecer la olvido cuando decidió caminar por los alrededores hace unos minutos atrás. Además, necesita reposo absoluto, según leí.
Dejé de verla y tomé las lleves sobre el colgadero para ir a buscarlo. Bajé las escaleras muy rápido y al salir del edificio, mi cabeza se dobló de la izquierda hacia la derecha, sin saber hacia dónde ir. A la suerte. Tomé la primera opción que llegó a mi cabeza... La izquierda "Hacer reposo por unos dos días para recuperar la estabilidad del cuerpo" Maldecía entre mi por no haber leído ese papel a tiempo. Él no completaba ningún día en mi casa y desaparecía, más aún con mi consentimiento. Intranquila recorrí más de dos cuadras y por casualidad a unos metros de mí, divisé una persona con los mismos rasgos de él. Caminé a grandes zanjadas y toqué su hombro. Se da la vuelta sorprendido.
—Ali, que estás haciendo acá.
Yo bufé como un caballo al cabalgar. Necesito con urgencia hacer ejercicio. Esta pequeña carrera hizo que mi corazón galopara como nunca antes.
—N-necesitamos ir a c-casa —Apenas logro respirar.
—¿Qué? —Articuló apenas—. ¿Por qué?
Con las manos en mis caderas, negaba. Iba hablar, pero le pedí un segundo haciendo un gesto con mi mano. Necesito tiempo para retornar el ese aire en mis pulmones. Sin dudas lo mataría después de esto, ¿por qué no lee hace lo que el médico le indica? Creo que ni siquiera lo leyó lo que escribió. Por su culpa hizo que corriera, solo para darme cuenta de la degradante vida holgazana que llevo.
—Tienes que volver, el doctor pidió explícitamente en el papel que estuvieras en cama por dos días hasta que tu organismo se te estabilice, ¿por qué no lees lo que te dan? Me lo disté solo un segundo antes de que te fueras y olvidaste tomar tu pastilla —Se lo recalqué en la cara—. Esto no ayuda nada a tu salud, vámonos.
Toqué su mano para llevarlo a la arrastras, sin necesidad de provocar algo, pero el simple roce de ella sobre la mía ocasionó que miles de hormigas que despertaran en todo mi cuerpo... ¡Un momento! ¿H-hormigas? En qué tengo la cabeza, esto no puede estar sucediendo. No entendía la anotomía de mi cuerpo cuando estoy junto él, todo se vuelve tan tangente. Todo esto me envolvía en una atmosfera rebelde... Es imposible, no. Sin esperar otro segundo solté su mano.
—¿A qué se debe eso? —Me pregunta deteniéndome.
Bajé la vista y su mano se ferraba a mi muñeca
—Bueno... —"Vamos Ali, justifica " mi subconsciente dice alterada. Yo ilusa, respondo—. Y-yo, es que ¡Agh! No puedo ir arrastrándote. Ya eres grandecito.
—¿Qué? —Hace una mueca, desentendido—. No te entiendo a veces, Ali. Eres extraña.
—Ni siquiera yo me entiendo —Muestro mi dentadura formando una sonrisa.
Minutos más tarde estábamos por llegar a casa gracias a pasos bastantes cortos y tediosos. Me hallaba absorbida en mis pensamientos. No entiendo, él me embelesaba de una manera. Fui tan inconsistente que no pensé cuanto se adentraría en mí, sin poder detenerlo. Yo nunca lo solicité, ¿por qué tenía que aparecerse?
—Ali —Murmura con su hermoso acento británico—. Me siento un tanto mal.
Giré entre mis talones posando la mirada en su presencia. Jaiden tenía una mano sobre su cabeza, el color de su tez era pálido y su cuerpo se tambaleaba amenazando con querer desplomarse. Asustada me acerqué rodeándolo con mis frágiles brazos.
—Vamos, prometiste que no me darías otro susto —Susurré sobre su pecho y su perfume embriagó mis sentidos.
—Claro —Su voz se cola entre mis cabellos, haciendo que mi piel se estremezca.
Pasaron algunos minutos y Jaiden empezaba a estabilizarse. Sin previo aviso sus brazos se extendieron, arropándome en ellos. Fue la sensación más placentera que había tenido, tan sereno e insólito que despertó mi alma, como si en algún momento hubiera cerrado sus ojos. Sentía la necesidad de no apartarme de esa sensación cálida que trasmitía... Pero solo era un sueño que suprimía mi conciencia. Cabizbaja me alejé de sus acogedores brazos y lentamente me aparté.
—Creo que tenemos que entrar —Susurré sin mirarlo a los ojos.
—¿Tanto te cuesta aceptar? —Abrí la boca para protestar, pero me negué.
—¿Tanto te cuesta entender que nada sucederá? —Se encogió de hombros mientras marcaba una sonrisa en sus labios.
Ingresamos a la casa y lo primero hice fue desalojar mi habitación de cualquier cosa vergonzosa que pudiese encontrar o ver. Jaiden tenía que dormir en mi departamento y las únicas habitaciones que había, era de Vic y la mía. No dejaría que durmiera en el santuario de ella, no admitía a nadie. Conmigo siempre fue una excepción, aunque fueron muy pocas las ocasiones en que descansé mis ojos en ese rincón misterioso. Al terminar de desalojar y guardar algunas cosas que no tenía ni idea de haberlas adquirido, fui en busca de Jaiden. Al llegar al living, lo vi recostado en el sofá con una mano sobre su cabeza. De un momento a otro mi corazón empezó a bombear de manera descolocada, sin preámbulo.
—Jaiden —Al acercarme le pegué levemente en el antebrazo. Hizo una mueca y luego abrió sus zafiros azules—. Ven, necesito que te recuestes.
Estaba pálido, algo que no me gustaba para nada. Caminó a pasos lentos hasta detenerse en mi cuarto. Sus ojos lo veían detenidamente y mis mejillas se volvían color escarlata.
—Lindo —Se volteó formando una sonrisa en su rostro.
—Gracias. Ahora ingresa a la cama que yo iré por un vaso de agua —Asintió a duras penas mientras se sentaba en ella.
Fui hasta la cocina en busca de un vaso, abrí el grifo y lo llené hasta la mitad. Caminé en silencio por el pasillo y me detuve a la mitad de este con los ojos embelesados. Estaba sin movilidad al ver a Jaiden de esa manera con ropa interior. Tenía una espalda ancha hasta angostarse en sus caderas, era tonificado y no existía algún tatuaje en su cuerpo. Era como una escultura de cera que había en los museos. Me embriagaba verlo de esa manera, tanto así que me atraía cada uno de sus movimientos. Se introdujo en la cama y desde ese momento llegó a mi cabeza la compostura.