—¿A dónde iras vestida así?
Tomé un poco de respiración para volver a repetirle a donde iría. Me ha estado interrogando por más de media hora. Dejé de verme en el espejo y giré entre mis talones.
—Voy a salir con un chico, ya te lo dije —Dictaminé y luego agrego sonriendo—. Es tierno.
—¡Ah! Si, que divertido —Bufó molesto—. ¿Qué hay de mí?
Su mirada de pronto cayó al suelo como si todo esto lo hiciera sentir pésimo
—Oye, solo será por una hora. A no ser que... —Sus ojos se abrieron con expresividad y de inmediato me encaró con los ojos. Aquello fue muy cómico—. No me divierta y tenga que regresar a casa. Eres un chico malo, ¿lo sabias?
—Pero... ¿por qué ahora, Alison? Me tienes que cuidar —Alce mi índice y negué chasqueando la lengua.
—Claro que no es mi obligación cuidarte, tienes la mayoría de tu edad —Lo encaré con una ceja, ocasionando que Jaiden pasara una mano por su cabello—. Además, volveré temprano. Mi departamento no es tan grande así que te no perderás.
—¿Por qué tienes que ir con ese chico? —Inquiere con ironía.
No sé porque le respondo tanto, cuando no debería hacerlo. No tiene derecho, está en mi casa. Paciencia... paciencia.
—Porque es el único chico que se ha interesado por mí, además no tengo que darte explicaciones —Le explico calmada, manteniendo una postura tranquila.
—No es el único, Alison —Soltó sin más.
Aquello me dejó un tanto pasmada, hace mucho que no lo oído decir mi nombre completo.
—No lo creo —Susurré decepcionada y luego hubo un silencio entre nosotros—. La cena está lista en el microondas, espero que al llegar esté todo vacío. Vuelvo pronto.
No hubo incomodidad, solo tomé sus mejillas y deposité un casto beso en su pómulo derecho.
—No hagas algo que después puedas arrepentirme —Tomé mi bolso colgado en mi armario y salí del departamento.
La cena por la noche no estuvo para nada placentera, Edward solo habló de su amado trabajo. Mis ojos fueron los únicos interesados en el tema, porque toda mi mente se perdía en mi prima y en su llamada, ¿Cómo estaría? ¿Qué sucede? Fueron miles de interrogantes que no logré solucionar.
La cena terminó más pronto de lo que ambos pensábamos. Edward estacionó el auto al frente de mi departamento y me acompañó hasta mi puerta.
—Hoy no estuviste tan entusiasmada como nuestra primera cita
Lo confirme con asentimiento.
—Recibí un llamado que me dejó de esta manera —Saqué las llaves de mi casa y abrí la puerta, sorprendiéndome de la paz que se generaba en mi hogar—. Bien, creo que es nuestra despedida.
—Sí, apareceré cuando estés bien —Trató de que esto iniciara bien, pero no está sucediendo nada.
Negué al instante.
—Yo no puedo —Confesé con una sonrisa falsa.
—¿Hay otro? —Preguntó de pronto y yo me negué.
—No lo sé, no estoy preparada para una relación —Le confieso insegura.
Espero no haber cometido un error grandísimo.
—Bien —Su voz sonó decepcionada, pero comprendió—. Creo que no existirá nada entre nosotros más que una amistad.
—Me gustaría ser tu amiga, Edward —Me fijé en sus ojos—. ¿Qué dices? Hola, amigo.
—Hola, amiga —Confesó al fin para luego ver el reloj de su muñeca—. Creo que es hora de irme.
—Te veo luego —Me dedicó una sonrisa y luego nos dimos un leve abrazo—. Tu chica llegará en algún momento y será la más afortunada.
—Espero que llegué, porque ansió conocerla —Asentí riendo.
Dio media vuelta y bajó las escaleras con media sonrisa. Traté de sonar lo menos ruda, pero era verdad, no estoy dispuesta a mantener una relación aún. Ingresé a mi hogar y cerré la puerta detrás de mí. Suspiré un poco y me tendí en el sofá con esa misma angustia que me llevó toda la noche. Victoria, siempre fue una chica fuerte y ahora quebrarse de la nada y sollozando de tristeza. Nada incita a buenos presagios. Ni siquiera ese chico que juzgué mal, era el culpable de aquello. Entonces, ¿qué ocurrió?
—¡Llegaste! —Él apareció de pronto con una sonrisa socarrona en su rostro—. Llegaste más temprano de lo que pensé. De seguro me extrañaste.
—Te dije que llegaría temprano —Le sonrío, aunque la desvanezco al instante.
Él arrugó su entrecejo, tratando de entenderme.
—Te vi distinta hoy —Tocó su barbilla—. Sé que ese no es el problema de tu cita, porque eso sucedió antes. A ver dime, ¿qué te sucede?
Se sentó junto a mí, colocando una mano sobre mi espalda.
—Yo... es mi prima —Traté de romper la compostura—. Hoy habló conmigo y comenzó a sollozar cuando me quería decir algo, al final nunca lo hizo. Me mantiene preocupada que esté en ese estado a miles de kilómetros de acá. Está sola y no sé qué hacer. Nunca ha viajado y no saber que sucede con ella, me mata.
Inhalo aire para evitar descontrolarme. Nos quedamos en silencio hasta que habló.
—Yo necesito ir unos días a Inglaterra al cumpleaños de mi mejor amigo, si quieres puedes acompañarme —Niego al instante. No podría costear un boleto para ese país, tengo una gran deuda por pagar—. Además de eso, debo ir a algunas juntas directivas importantes para el próximo lunes. Tú eres mi asistente así que es tu deber acompañarme, ¿entendido?
—Yo no podría...
—Según tu contrato lo estipula, Ali. Sí, si puedes —Formé en mis labios una línea—. Debes acompañarme, te estoy mandando.
Su tono autoritario, me dejó sin palabras. Levanté mis manos en signo de rendición.
—¿Qué hay de tu salud, Jaiden? Como tu asistente no me importaría, pero maldición soy tu novia... —Digo histérica y luego abro los ojos—. Falsa, necesitas estar en cama.
Él, claro se encoje de hombros.
—En el avión existen camas y partimos mañana —Mi expresión desentendida lo dice todo ¿cómo es posible? Jamás en su itinerario había fijado visitas a Inglaterra.
—¿Por qué yo no lo sé? No lo entiendo.