Para mí fue un completo enredo la historia que acabo de darle. Incluso lo puedo ver en su mirada y noto que a ella le causó la misma sensación. Terminé de hablar e hizo una mueca desentendida mientras arrugaba el entrecejo. Solo agradecí que Jaiden no estuviera aquí para presenciarlo.
—Entonces... —trató de expresarse con las manos—, no te gusta, pero tienes esas "mariposas en tu estómago" —Pensé por un momento y al darme cuenta de que tenía razón, asentí orgullosa. Nadie mejor lo hubiera explicado—. ¡Oh, primita! Tú caíste en mi pantano.
—No sé de qué...
—Estás enamorada —Chilla emocionada.
Ruedo los ojos por su actitud infantil. Es imposible. Nada ocurre en tan solo un mes. Además, yo no pierdo la cabeza así de rápido por alguien.
—Estas equivocada —Inquiero nerviosa.
—No.
—Sí.
—No.
—Sí
—Sí.
—No.
—¡Caíste! —Me lo refregó en la cara al apuntarme con el dedo.
Suspiré rendida.
—¿Cómo es posible enamorarse de una persona que penas la conoces? Solo ha pasado un mes —Niego rotundamente, no me lo creo—. Yo no pierdo la cabeza tan fácilmente.
—El amor es impredecible, Alison —Trató de animarme, pero para encantes yo era un enredo de cosas—. Para que no te sientas mal, hay mujeres que se enamoran mucho más rápido que tú, ¿recuerdas a Rose?
Su imaginación era infinita.
—¿La del Titanic? —Pregunté desconcertada.
—Sí, esa chica —Asentí—. No pasaron ni tres días y la mujer ya estaba haciendo el amor en la parte baja del barco y para sumarle lo estaban haciendo en un auto.
Negué sonriendo.
—Pero es diferente, Vic. Es una película —Admito cabizbaja.
—No es diferente —Argumentó—. Mírame a mí, con un poco de alcohol un chico me llevo directamente a la cama y con bebé abordo... no seas melodramática.
—¡Eso no es amor, Vic! —Chillé incrédula—. En fin, yo nunca me he enamorado de un hombre tan así profundamente. Mi novio de la universidad solo me gustaba y apenas nos veíamos... ¡No sé qué hacer!
—Ya cálmate, nos podría estar observando por cualquier lado —Ocasiona que mire por todos los rincones del departamento y me percato que hay cámara en cada esquina—. Son cámara de seguridad, tonta. Ya relájate.
Hundí mi cara en mis manos.
—¿Tú crees que con lo que acabas de decirme, me calmarás? —Las miré fijamente—. No tienes el derecho a decir que eso.
Victoria levanta la mano y de un golpe, la impacta en mi mejilla. Me dejó estupefacta con mi pómulo adolorido.
—¿Mejor? —Pregunta enojada y achiné mis ojos—. ¿Estás pasando por algo menstrual o qué?
—No—Trato de sonar indiferente y ella alza su mano—. ¡Ya no me pegues! —Me quejé y ella se mandó a reír—. Duele, Vic.
—¡Eres tan tú, primita! —Su carcajada aumentó—. Si quieres que ese chico te vea, iras a mi departamento, te pondré bien bonita y luego te iras a la fiesta de aquel chico para este se te quede embobado.
—¿Tú crees que me mire? —Inquirí con cierto miedo en mi voz.
—Claro si —Me animó—. O es un tonto o tiene seriamente problemas con la vista.
—¿Qué le digo? No puedo decirle que me voy a ser esta locura.
Ella se encoge de hombros.
—Solo hay que esperar a que regrese y en ese momento se nos ocurrirá algo, ya relájate —Sacó un largo suspiro acomodándose en el sofá—. De seguro no tardará.
Y tardó más de una hora en regresar con ese chico del ascensor. Apenas cruzamos miradas, la mía no fue encantadora, al contrario, era una mata cucaracha. Había descubierto que ese gusano me había visto las niñas sin siquiera disimular. Su arrogante sonrisa fue captora de mi inquisitiva mirada. Me guiñó un ojo con suma arrogancia, ocasionando un odio culminante a través de mis ojos. Se acercó hasta nosotras y extendió su mano.
—Un gusto, soy Mathew. Creo que nos conocimos en el ascensor —Comentó con una sonrisa pícara.
Claro que nos conocimos en el ascensor o de otra manera no hubiera tenido tanto resentimiento por verme descaradamente.
—Soy Alison —Traté de disimular mi descontento y apenas desvió los ojos de mí, los abrió ocasionando un declive de su coqueteo—. Y ella es mi prima, Victoria.
Se saludaron entre ambos y comenzó algo que jamás pensé presenciar, se conocieron y charlaron a gusto. Mientras aquello pasó inadvertido, retrocedí un poco y me acerqué a Jaiden. Lo encontré muy concentrado en unas cosas que dejó sobre la mesa.
—¿Qué haces? —Pregunté por detrás de su hombro.
—Planeando tu sorpresa, ¿quieres saber cuál es? —Pregunta al momento de darse la vuelta para quedar frente a mis ojos.
—Claro que sí —Respondí emocionada.
Chasqueó su lengua negando lentamente.
—Lo siento, pero no —Mi sonrisa desapareció.
Me ilusiona, para luego dejarme caer.
—Entonces, para que me dejas toda emocionada.
—Porque me encanta esa faceta cuando te enojas —Mis mejillas se tiñeron de un tono rojo. No es difícil procesar esto que se está sintiendo tan versátil—. Ves, estás preciosa.
Tragué saliva, intranquila.
—Tienes unas maneras —Murmuré entre mí—. Sabes que no ocurrirá.
Trate de sonar ruda, pero aquello ni siquiera lo inmutó, posee tanta convicción en sí mismo.
—¿Apostemos? —Pose mis manos en mis caderas.
—¿Qué apuesta? —Arrugué las cejas.
—Y si yo gano, me darás un beso en los labios —Carraspeé de manera exagerada. Beso, beso, beso... la palabra resonaba miles de veces en mi cabeza.
—No. ¿Estás loco? Ni siquiera sé que vamos a hacer.
—Vamos a hacer un deporte.
Traté de no sonar tranquila,
—¡¿Deportes?! Me van horrible —Todos, excepto futbol.
—Por eso tengo más oportunidades de ganar —Achiné mis ojos, fulminándolo—. ¿Qué dices? Si haces un punto, tú ganas.
Tomé mi mentón analizándolo todo.
—Bien, trato hecho —Suspiré triunfante—. Aunque, si yo gano tendrás que decirle a todo el mundo que entre nosotros no pasa nada.