Difícil de admitir

18. "Soccerpolo"

—Hola, querido hermano —Murmuró un Adam con cara de incomodidad—. Que extraño verte por acá.

Se rasgó el cabello y Jaiden solo se limitó a tensar la mandíbula e hizo su gran presión contra mi mano al punto de hacer una mueca. Con dolor me aferré a su brazo izquierdo y él, darse cuenta, bajó la guardia. Sus ojos se escurecieron al notar a Adam de esa manera, sin poca ropa. Hasta yo me sorprendí de tal modo que ni siquiera fui consciente de que estaba en la misma habitación que Victoria.

—Adam, ¡¿Se puede saber qué mierda haces acá?! ¡Vestido de esa manera! —Jaiden señaló furioso.

Una sonrisa amarga surcó por los labios de Adam.

—Te lo explicaré luego, pero no juzgues Jaiden —Imploró desviando su atención hacia a mí y nuestras miradas se cruzaron—Hola, Alison, ¿cómo estás? Cada vez estas más hermosa —Me ofreció un abrazo que yo no podía negarme. Nos abrazamos hasta unos segundos que Jaiden carraspeo—. Tranquilo tigre, no te la robaré.

Negué entrecerrando mis ojos, creen que yo soy un maldito objeto. Miré por detrás de Adam al notar una sombra desplazarse por encima de sus hombros, era esa traidora que caminaba por el pasillo. Fijó su vista en mí con el ceño fruncido hasta verme con sus ojos exorbitantemente abiertos. Trató de esconderse, pero era en vano, ya la atrapé. Me zafé del agarre de Adam corriendo en busca de ella y al final la encontré escabullida debajo de la encimera.

—¡Eres una perra insensata que me dejó sola en mi primera fiesta! —Rugí sin resentimiento y ella sonrió negando—. ¡¿Por qué carajos me dejaste sola en la fiesta, traicionera?! ¡Acaso no...!

Traté de gritar, pero ella se colocó de pie e interpuso una mano sobre mis comisuras. Arrugué las cejas y tomó de mi mano, arrastrándome hasta el armario de la cocina. Encendió la ampolleta y el olor a frutas se sintió fuerte.

—Lo siento sí, te explicaré solo si te calmas ¿Entendido? —Negué por unos cuantos segundos para luego rendirme bufando—. Cuando llegamos al club por cuestiones del karma me encontré con Adam. Al verlo me quería tan solo desmayar y al verte me preocupaba que le fueras a decir sobre el bebé. Estaba muy aterrada, no sabes que significa estar así. Nunca pensé tener un bebé con un hombre que tiene otra mujer, mucho menos cuando tu carrera comienza a despegar.

Suspiré apenas traté de entenderle. Su situación es compleja.

—¿Me perdonas? —Murmura al tornar sus ojos de cachorro abandonado.

—Está bien, pero no sabes cuanta humillación tuve que pasar gracias a ti —Me crucé de brazos gracias a su mirada inquisitiva—. Solo te diré que Jaiden me vio semi desnuda, me emborraché y le confesé que yo también le gusto.

—Y todo eso paso en una noche... No lo creo, pensé que no bebías.

—Claro que no bebo, Vic —Recordé de inmediato la cara del tipejo—. Solo ocurrió un accidente que lamentaré por el resto de mi vida.

—Ya veo —Jugó con sus cejas—. Creo que vas bien con ese chico.

Me encara al subir una de sus cejas.

—Solo me pasa preguntando sobre lo nuestro... —hice una mueca—, pero cada vez que quiero decirle, me coloco nerviosa.

—En el momento menos oportuno, ocurrirá.

Trató de animarme.

—Por cierto, ¿qué hace Adam acá? —Pregunté sin importancia y a Victoria se le subió el color a sus mejillas—. ¿Vic?

—Yo solo le conté sobre el bebé —Argumenta nerviosa.

—Sí, fingiré que solo le dijiste sobre el bebé y nada más —Ironicé—. Veo que Adam viene con ropa interior a verte, es interesante.

—¿Está con ropa interior? —Consulta nerviosa.

—Sí a tu pregunta y sí a que eres una mentirosa. Una imagen vale más que mil palabras. —Agregué—. No sé qué cosa está pasando entre ustedes, pero no puedo interponerme así que solo espero que no te lastime.

—No, descuida y por favor, llévate a Jaiden antes de que Adam le cuente sobre el bebé —Me suplicó con amabas palmas juntas.

—Es tu día de suerte —Señalé—. Me invitó a desayunar.

—Me alegro mucho porque lo que menos quiero es tener una plática sobre mi bebé.

Abrí la puerta y ambos hombres estaban sentados en el sofá platicando muy seriamente. Bufé cansada. La resaca de mi cabeza era latente y ahora tengo más problemas, Victoria me las pagará. Sin pedir permiso tomé la mano de Jaiden arrastrándolo a la salida y de paso cerré la puerta principal del departamento. Al salir del edificio el recién se dio cuenta de mi cometido.

—¡¿Qué te sucede?! —Se detuvo bruscamente para verme—. ¿Por qué me sacaste de esa manera? ¿sin más?

Me crucé de brazos para ahorrar más tiempo.

—Lo siento. Tengo hambre, mi estómago me implora por comida —Me excusé—. Además, quiero que nuestra "cita" ya comience. No sabes lo que ruge mi estómago. Es un monstruo, el condenado.

Su expresión cambió radicalmente y de pronto una sonora carcajada se sintió por todo el pasillo.

—Ten en consideración de que acabas de estropear algo muy importante —Esa era la idea—. Mi hermano me iba a decir algo muy importante

—Bueno... —Hice una mueca fingida y bajé la mirada llena de tristeza para por lo menos ver un poco de compasión en sus ojos—. Lo dejaremos para otro día. Creo que iré a desayunar sola... Adiós, Jaiden.

Murmuré con voz de pena, esa que da lástima oír y arrastré mis pies sigilosamente hacia el ascensor. Mientras tanto lo observaba por encima de mi hombro, rasgarse el cabello continuamente con ambas manos.

—¡Esta Bien! —Lo escuché gritar y a los pocos segundos quedó a mi lado—. Vamos, preciosa que tenemos un largo día.

Me llevó a un local de comida bastante popular, según sus dichos. Lo que vendían de comida, era de todo y a montones. Las hamburguesas eran su plato especial, acompañados de huevo revueltos y una taza de café bien cargado. En pocas palabras era como ir a la silla eléctrica.

—Y bien cita —Jaiden captó mi atención, ocasionando que dejara de jugar con los dedos—. ¿Qué quieres hacer?



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En el texto hay: juvenil, romance, amor

Editado: 28.10.2021

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