Las manos me temblaron, lo noté por lo nerviosa que me encontraba. Las fiestas de mamá eso provocan o tal vez es por el hecho de que debo presentarle a mi novio. Boté un largo suspiro, este vestido no me quedaba bueno así que rebusqué más entre mis cosas. Victoria sabría que colocarme, necesito mucho de su opinión. Mamá me llamó por enésima vez enfatizar que asistiera de una manera formal y me prohibió los jeans. Hice una mueca al entornar mis ojos. No puedo llevarle la contraria, ella siempre tendrá el poder. La fiesta iba en grande, invitó a toda nuestra familia que era muy numerosa. Está claro decir que tenía muchos primos, unos treinta, creo. Mis tíos fueron unos verdaderos conejos. Me probé otro que era plateado como de seda. Este era el indicado, no me probaré más porque estoy gastando mucho tiempo que perfectamente puedo hacer otro tipo de cosas. Cerré las puertas de mi armario.
Tomé mis llaves y la mochila para quedarme por todo el fin de semana. Abrí la puerta principal sin antes resguardarme de que nada quedara encendido y la cerré detrás de mi espalda. Me sorprendí al ver bajando al tal Ethan, un tipo muy bueno que vivía un piso más arriba, charlábamos de vez en cuando. Era un tipo muy bueno a la hora de ayudar a la gente, siempre estaba ahí cuando más se le necesite. ¡Vaya! Cuantas veces no le pedimos ayuda a la hora de arreglar una tubería o cambiar la goma a las llaves. Era un muy buen hombre... ¿a quien engaño? Es mi mejor amigo, pero no he estado mucho en contacto con él.
—¡Vaya, guapura que baja! —Bromeé—. ¡Hola!
Sus ojos con tonos miel, se fijaron quisquillosos en cada detalle de mi cuerpo hasta que ascendieron a los míos. Eran lindos, al igual que toda su apariencia. Su tez levemente bronceada y sus rizos cayendo por doquier, aparentaba ser un surfista.
—Te ves hermosa, manzanita —Se acercó dejando la caja a un lado y me enredó en sus brazos—. Nunca te había visto con vestido.
—Tú sabes que no es de mi interés —Declaré bufando.
Él sonriendo se alejó frunciendo su entrecejo.
—Te conozco mucho para darme cuenta —Se encogió de hombros con las manos en los bolsillos de su cazadora—. Una chismosa persona me dijo que estabas con alguien.
—Si —Me sonrojé como colegiala. No debió enterarse de esa manera, compartimos seis años de amistad, pero últimamente tomó más distancia de la que desearía—. Es alguien dulce.
Forjó una curvatura en sus labios.
—Espero que esas feliz con él —Asentí suspirando—. Dejaste atrás una hilera de corazones rotos.
—¿Que dices? —Le golpeé su hombro con mi puño, logrando que él mostrara sus perfectos dientes—. No existe. Solo él es el chico me quiere.
—Puede que existan solo que no te diste cuenta —Declaró para luego dejar un silencio largo—. ¡Ah! Lo olvidaba —Sonriendo saca una caja de su bolsillo derecho—. Ten.
—¿Qué es? —Pregunté recibiéndolo sorprendida.
—¿Creíste que olvidaría tu cumpleaños? Tienes que abrirlo por la noche —Asentí para luego darle un largo abrazo en donde sentí su cabeza reposarse en mi hombro.
—Te he extrañado. Por favor, no me ignores como estos tres meses —Besé su mejilla y me aparté—. Tengo que irme, debo ir a casa de mis padres, ¿Iras a mi fiesta?
—Lo lamento, pero no puedo. Tengo mucho trabajo hoy —Traté de entenderle—. Mándale una golpiza al mujeriego.
Lo encaré con una ceja.
—Le dice un mujeriego a otro —Luego suspiré al guardar la pequeña cajita en mi mochila—. Bien, le diré... Por cierto, ¿Qué hay de ti? ¿A dónde vas con esas cajas?
—Solo a guardarlas. Son cosas innecesarias —Confesó.
Vi la hora en mi muñeca y mis ojos se abrieron, estaba llegando atrasada.
—Después te veo —Me hundí en sus brazos y esa sensación que siempre me caracterizó la volví a asentir—. Gracias.
—Ten un hermoso cumpleaños, manzanita.
Me despido al momento de bajar por las escaleras, sin antes escuchar un "Adiós" de parte de él. Ingreso a mi auto antiguo y lo enciendo. No lo ocupo mucho ya que el costo de la gasolina es alto. Recorrí unos kilómetros en él y me detuve frente a su edificio. Su presencia no pasó desapercibida, se veía bien guapo sentando en una banca a las afueras de su apartamento. Lo de ir formal, lo tomó muy en serio ya que modela un traje elegante de talla alta. Al percatarse de mi presencia hizo una señal de saludo y yo le devolví el gesto. Se acercó abriendo la puerta y sin esperar para decir hola me robó un beso.
—Hola, belleza —Fue el primero en hablar.
—Hola, Jaiden —Lo nombré ya que no logré tener un apodo lindo que decirle.
De cierta forma me estaba acostumbrando a este tipo de relación con Jaiden.
—Por cierto, ¿a qué vamos? —Preguntó con interés.
Mi angustia se disparó de una, no sabía cómo responderle a eso.
—Yo ¡Eh! yo... —Tragué saliva en seco—. Te llevo para presentarte con mi madre y mi padre.
Su expresión pasó de sorprendida a nada.
—¡¿Qué?! ¡Ali! —No lo podía creer, tal vez debí decírselo más adelante—. Me presentaré a tus padres como tu novio, ¿por qué no lo dijiste antes? —Me regaña en voz alta.
—Yo ¡Eh! sí y... —hice una mueca, tratando de contener la situación—, estará toda mi familia —Él abrió su boca para protestar, pero yo alcé mis brazos—. En mi defensa, mamá me insistió, ya que se enteró que nunca tuvimos nada y ahora piensa que estoy con otro hombre. Quiere conocerlo, perdón conocerte ¿Te parece mal? —Pregunté incomoda por la situación, siento que estoy en un examen de grado.
—No, para nada. —Volví a tener una respiración más tranquila—. Solo me hubiera gustado saber para llevarle algo a tu familia, prepararme más para verlos.
—Pensé que dirías, ¡Diablos, esto solo era para divertimos!
—Tienes una gran imaginación.
Se carcajea y yo me encojo de hombros. No negaría que ya la tengo
—Eso hacen los periodistas —Confieso y él se inmuta a decir algo—. Eso hacemos, imaginar o es lo que hacía en mi antiguo trabajo.