Difícil de admitir

23. "Tormenta"

Mi novio terminó de curarme los nudillos mientras mamá daba el grato discurso de que lo golpes no eran la solución de nada. En fin, las palabras me salieron de uno oído al otro. Omití todas sus palabras, claramente de mí no se escuchará ninguna disculpa. Intuí que era para callar las palabras de los demás. La fiesta siguió sin importarles la oveja negra de la familia. Todo conocen bien que es una atentica perra. Ella nos les arruinaría una velada que contiene ron. Aman el ron.

Al rato después acompañé a Victoria a mi habitación. Sus sollozos no cesaban tanto como el dolor que me provoca verla, por culpa de las palabras de su madre. Fue tan agresiva y sin amor. Se recostó en mi cama, derramando una continuidad de lágrimas y pronto el silencio fue más tranquilizador. La dejé descansar. Estos días han sido muy difíciles y verla de esa manera, me deja inerte. Este ha de ser uno de los peores días de su vida.

—Descansa un poco, Vic —Susurré a media sonrisa y apegué la luz del cuarto.

Regresé al patio apartándome de todos y me senté en uno de los rincones. Mi mente divagó de golpe al absurdo teatro que protagonizó Kate. Con esa chica es como tener un cine familiar, drama, drama, drama.

—Perdón —Murmuré apenas él se acercó con un vaso de ron para darme, pero me negué con una mueca.

Yo y el alcohol tenemos una muy relación muy toxica.

—No tienes que disculparte, los dramas familiares son más interesante que una que no te acompañó durante toda la vida —Confesó con neutralidad para luego borrar lo que me entregaba felicidad.

Él se sentía mal y escucharlo hablar de esa manera tan elocuente con sus palabras, me hizo entender que existen peores cosas. Lo pude sentir, aquella conexión que ambos tenemos es grandiosa. Se sentó a mi lado y se quedó viendo el vaso de vidrio.

—Tu familia le encanta mucho el ron —Reí levemente.

—Aman el ron, el pisco, el wiskey, la cerveza y todo lo que contenga agua y grados de alcohol —Di un largo suspiro y él soltó una carcajada—. En las fiestas esto se vuelve en toda una taberna de piratas.

Una curvatura se forjó en mí semblante.

—Me encantó conocer a tu familia, aunque fue un sorpresa —Admitió de pronto.

Me volteé a verlo.

—Mi familia es genial, aunque no sería tan genial si Ethan hubiera venido.

—¿Quién es Ethan? —Preguntó de una, como si en esa voz sintieran los celos.

—Es mi mejor amigo, aunque últimamente estamos distanciado porque él está con su vida y yo con la mía —Recordé cuando lo presenté, muchos pensaron cosas extrañas que simplemente me avergonzaron.

—¿Debo preocuparme? —Ese brillo eternamente azul sucumbió en mis pupilas.

—Claro que no —Me acerqué con cautela a su oído—. Me tienes a mí.

Una sonrisa encantadora mostró una hilera perfecta de dientes

—Eso suena bastante genial —Lo miré de esa misma manera en que indispensablemente se estaba volviendo más que amigo o conocido, algo que se acrecentó en mi duro corazón.

Tras la luz de las ampolletas noté esa tez blanca. Lo miré ascendiendo por sus labios hasta caer rendida antes sus ojos. Hermosos.

—Tienes uno hermosos ojos, ¿te lo había dicho? —Él asintió y de un instante abrió muy exorbitante haciéndome reír—. Pero no así. De esa manera me asustas.

—También me gustan los tuyos.

Apoyé ambas manos sobre mi regazo.

—Como los de todos —Le recalqué causándole una leve risa.

—No —Detuvo esa sonrisa y esa conexión entre nosotros fue palpable—. El color que tienes es un color único, son color marrón Ali.

Reí bajito.

—¿Y ese color donde lo encontraste? Jamás lo había oído —Me divierte tener cada conversación con él porque es única. No existen más palabras que lo describa.

—Fueron esos bellos ojos los que me enamoraron como la primera vez —Me sonrojé como una chiquilla de quince años.

***

La fiesta poco tiempo después terminó, todos nos fuimos a dormir, aunque en camas separadas. A papá no le agrada la idea de nosotros en una misma habitación y no era el momento preciso para tener ese algo. Por la tarde del domingo era hora de despedirnos. Jhon, fue el primero en irse en la mañana por el trabajo. Me apoyé en el auto mirando esa escena de papá con Jaiden charlando, al parecer le agrada.

—Adiós, cariño —Mamá le habló a Victoria, quien estaba a mi lado con las mismas lágrimas de ayer—. Cuida muy bien a ese bebé. Tu madre recapacitará y si no, aquí siempre me tendrás.

—Mamá, el tráfico —Le gruñí a su lado y ella me pegó en el hombro—. El tráfico es un caos.

—Eres odiosa —Me regaña y mi novio se acerca a nosotras—. Por cierto, no quiero nietos, Alison Jimena. Ya tenemos un sobrino en camino, no otro bebé.

Abrí los ojos de golpe. Mi mamá está demente.

—¡Mamá! —La regaño y Jaiden juguetea con sus cejas.

La mujer sabe cómo ponerme en vergüenza.

—Que tengan buen viaje —Papá se nos acerca y estrecha mano con Jaiden—. ¿Cuida a mi hija?

—Por supuesto.

—Lo veo otro día, los quiero —Hice un puchero y ambos me abrazaron.

Nos subimos al auto y lo encendí con cierta melancolía. Dejar a la familia siempre ha sido duro, mucho más cuando te acogen con tanto amor. Los miré por última vez y arranqué por la calle.

***

Este martes era uno de los más extraño y no porque cumpliríamos dos meses de novios, sino que como jefe era una pesadilla. Esta semana, sobre todo hoy, me dejó con una pila llena de papeles en el escritorio. Estaba agotada de recalcarle que esto no sirve solo para una. Terminaba casi después de mi horario. Recuerdo que un día trabajé dos horas extras y de inmediato me recordó a mi antiguo jefe.

Era de mañana, la hora pico donde todos caminábamos de un lado a otro como si el mundo estuviese por acabar. Miré la puerta de mi jefe y recordé con cierta tristeza como aquello le consume las horas encerrado ahí. Ya no eran esos días en ir a una película, charlar por horas en un restaurant de comida rápida, reírnos por tonteras, era trabajo y charlas en ocasiones casi distantes. Es increíble como ese inicio donde te encuentras en las nubes, llega a un momento irreversible, en donde ves hacia abajo y de golpe esta te trae a la realidad. Bajé la vista mirando mi alrededor, también estaba del mismo modo, en estas cuatro paredes viendo como mi vida se transformó a esto y a no a lo que estudié. Ahora le tomo más valor a mi título de periodista. Ese dicho que dice que cuando uno pierde algo, sabe el valor que este tuvo. De cierto modo siempre amé escribir reseñas o entrevistas, lo que odie solo fueron la explotación que ese asno hacía con todo el personal. El teléfono resonó, logrando despabilarme. Como de costumbre tomé el teléfono e intuí quien podría ser.



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En el texto hay: juvenil, romance, amor

Editado: 28.10.2021

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