—¡Jaiden! —Exclamé sorprendida.
Su vista ceñida instintivamente bajó hacia mis pechos. Joder. Me cubrí con ambos brazos e intenté no mirarlo desde ese momento y un silencio sepultó la casa.
—Alison, mejor ve cambiarte ropa —Miré a Victoria y noté lo enfadada que estaba—. Nos vienes a explicar todo después.
—Sí, claro —Miré a ese par de hombres y mis mejillas enrojecieron de la vergüenza que me ha pasado. Esto para nada estaba en mis planes. Que día—. Vuelvo en un segundo.
—Como los viejos tiempo, manzanita —Escuché murmurar a Ethan cuando pasé por su lado.
Corrí a mi habitación. Al llegar a la puerta me di un traspié antes de cerrarla. Busqué entre mis cosas un brazier blanco, una camiseta negra y unos pantalones deportivos. Me los coloqué a la velocidad del viento y volví con el corazón latiéndome fuerte. Fue lo más rápido que nunca haré en toda mi vida. El pasillo y la alfombra empapados, era inevitable no pisar aquellos charcos de agua acumulados.
—Bien, ¿ahora dirás que pasó aquí? —Era evidente la mirada de enojo en Jaiden. Su entrecejo forma una sola ceja y los músculos de sus brazos se tensan al cruzarlos—. Porque evidentemente pasó algo.
Arrugué las cejas y miré a Ethan con el torso desnudo, ¿por qué se la tenía que quitar justo ahora?
—Llegué del trabajo y tenía sed. Quise tomar un vaso de agua y cuando cerré la llave esta se rodó. Fui a buscar a Ethan y luego él apareció para ayudarme. Cuando la sacó, olvidó cerrar la llave de paso y empapó el departamento —Terminé confesándole enfadada, no tengo por qué darle explicaciones. Aunque, su mirada es intimidante—. ¡Ah! Por cierto, perdón por no avisarte que me fui.
Nunca creí que este maravilloso ser humano, tuviera el famoso don de los celos. Lo miré de igual forma y noté como sacaba chispas de sus ojos.
—¿Podemos hablar, Alison? —Jaiden inquiere enfurecido.
—Bien —Mi tono sonó agrio.
Al salir de mi departamento, él cerró la puerta de manera brusca.
—¡¿Qué significa eso?! —Indagó enojado.
—¿Qué cosa? —Mis labios ya formaban una línea recta de lo furiosa que estaba.
—Sabes a que me refiero, Alison. Llego encontrándote con ese tipo... —apuntó la puerta de mi departamento—, con una camiseta blanca, casi invisible y luego se la saco como si nada el imbécil. Y tú, se te veía todo el brasier. Dejaste mucho a la imaginación.
—¿Por quién me tratas? ¡Eh! —Hecha furia lo empujé y él retrocedió unos centímetros—. ¡Su nombre es Ethan! ¡Es nuestro gasfíter y mi mejor amigo! Además, es el único que nos ayuda con las cosas domésticas ¡Y está mucho antes de que te aparecieras! Estoy tan enojada contigo, porque al llegar ni siquiera me preguntaste que me pasaba. Solo dijiste ¡¿Y quién es ese hombre?! —Imité voz de hombre cavernícola—. Igualmente, no sé cómo puedes pensar que entre nosotros había algo. Tú mismo sabes que para el único que tengo ojos es para ti, estúpido idiota.
El silencio perdura entre nosotros, logrando que él ordenara las cosas en su cabeza. Luego surgió lo típico, pasa ambas manos por su cabello alborotándolo.
—Lo siento, es que soy un poco celoso —Me dice lo obvio.
—¿En serio? No me digas, no lo sabía... ¿Sabes? tuve que sacarlo por mis propias conclusiones —Digo con ironía—. ¿Y a que viniste?
—¿No puedo venir a ver a mi novia? —Negué bruscamente y Jaiden comenzó a carcajear mientras me estrechaba sobre sus brazos. Soy débil, soy débil—. ¿Cómo qué no? Te vengo a visitar ya que te fuiste de la oficina sin avisarme. Nena, jamás haces eso, ¿qué sucede?
De pronto todo se desmoronó. Decirle a tu novio que sales del trabajo sin avisar porque te enferma ver a su ex con él, no es algo sencillo de decir. Decirle la verdad, solo hace que me distancie más de él.
—Me sentí mal y pensé en llamarte cuando llegara a casa —Mentí sutilmente.
Sé que está mal hacerlo, pero ya es tarde. Esta situación no tiene arreglos que puedan reparase. Jaiden no puede interferir en su trabajo, la mujer se quedará por unos meses y tendré que estar a gusto, aunque me duela estarlo.
—Me hubieras avisado para traerte —Me encogí de hombro, ya poco interesaba—. No me hubiera importado.
—Está bien, ya pasó —Digo sin relevancia.
—Lo olvidaba —Murmuró de pronto—. Te quería invitar a cenar el viernes por la noche, para disculparme por no decirte sobre lo de Stefany.
—Okay —Me alejo de su cuerpo para mantener distancia—. Pero antes debo arreglar mi casa.
—¿Segura? —Me sonríe con malicia, y sin pensarlo, toma de mi mano para caer sobre su pecho.
Mis pulmones de inmediato comienzan a carecer de oxígeno. Su cercanía se comienza a acotar y se desvía a mi oído con lentitud, agobio y deseo.
—Te veías sexy mojada —Su cálido aliento en mi oído me estremece—. Me gusta el brazier de encaje negro.
Su seductora voz me eriza la piel. Cada hilera de besos que recorren de mi oído hasta mi cuello, me descontrola. Un gemido lento salió de mí sin poder proveerlo. Una vocecilla en mi cabeza me decía que parara y algo dentro de mí le daba la razón. Puede que sea el miedo.
—Esto no está bien, estamos en un lugar público y existe una anciana muy cascarrabias —Le explico al lamer mis labios.
—¿Por qué? Si me la estoy pasando de maravilla contigo —Susurra sobre mi piel, erizándola.
—Bueno, es que...—No hallé las palabras para argumentar—. Ethan está solo con Victoria, pueden pensar mal de nosotros.
—Bueno —Gruñó sobre mi piel y sé alejó—. Si tú lo dices, pero no creas que te libras de mí, ¿entendido?
Solo asentí. Más allá de besos con alguien jamás había logrado otra cosa más. Mi exnovio desde que se propasó conmigo un poco cuando bebió, me dejó un tanto deleznable. No fue algo grave, pero lo suficiente como para que la inestabilidad de mí misma crezca con respecto a ese tema.
—Vamos.
Traté de evitar ese tema que me coloca bastante nerviosa, pero no asustada. Escuché un típico sonido que provenía de su teléfono, lo sacó desentendido y luego lo miró por unos segundos. Al terminar de ver la pantalla, se detuvo en mi mirada.