Difícil de admitir

32. "Lluvia oscura"

Salí con una fuerte brisa golpeándome la cara. Mi vista indispensablemente se fijó en los árboles que adornaban la calle y estos se movían vertiginosos. Miré las nubes y estaban manchadas de tonos grises. No me había percatado del tiempo, pero al parecer la lluvia se acerca. Me senté a las afuera de ese restaurante, esperando a Ethan. Dijo que no tardaría mucho. Busqué entre mis cosas, un pañuelo y limpié esas imprudentes lágrimas. No logré contenerlas, no puedo. La herida todavía permanece dentro de mí, hiriendo cruelmente.

Pasan los minutos y Ethan no aparece. Necesito salir de este momento angustioso. Siento que todo me deja a la deriva. Pasé una mano por mi pómulo y este no deja de empaparse. Cerré mis parpados para detener esas gotas de dolor que me consume y fue cuestión de tiempo para que comenzara a llover. La lluvia azotó con fuerza el pavimento y la gente corría por todos lados, queriendo desaparecer. Pero yo no, me quedé sentada, inmóvil ante todos y perdida en mi propia lluvia. No deseé moverme. Algo en mi decía que me quedara disfrutándola. Era la única manera de purificar todo esto que me consume.

Las gotas caían sobre mi ropa, empapándola, pero nada me hizo pensar en ello. Mi memoria solo se centró en recuerdos que no eran más que imágenes de un pasado. La felicidad que se derrumbó en mi vida y las desilusiones de un amor que creí ciegamente perfecto. Ahora todo esto, lastima, arde hasta las llagas y se disuelve como el polvo.

—¿Quieres que te lleve a casa, Alison? —Su voz otra vez.

Me giré con mi cabello empapado sobre mi cara. Trataba de evadir las gotas de lluvia. Me miró, pero aquello no sirvió como antes. No encontré más que el reflejo de mi dolor.

—No, gracias —Murmuré en seco.

—¡Vamos! —Jaiden reclama—. No seas necia, yo puedo ayudarte. No quiero dejarte aquí sola.

Mis dientes se apretaron y mis puños se sostuvieron con fuerza.

—No quiero que me ayudes, ¿entiendes? ——Gruñí y al instante desvié mis ojos a otra dirección—. No necesito nada de ti.

—No puedes quedarte así, me preocupo por ti —Aquellas mentiras hicieron que mi poca paciencia se fuera. Me levanté furiosa—. Vámonos.

—¡¿Que mierda, Jaiden?! ¿Tú preocupándote por mí? No mientas de esa manera, ¡No te lo permitiré! —Me indique a mí misma y Jaiden desvió su mirada—. Yo me cuido sola, sin tu ayuda, porque cuando necesité que lo hicieras, ni siquiera te apareciste. No vuelvas a hablarme, jamás lo hagas y nunca lo harás, maldito cobarde.

—Tú no tienes una idea de lo que significa esto.

Se acercó a mí, intentando arreglar las cosas, pero di dos pasos atrás.

—¡No te acerques a mí! —Gruñí furiosa—. Tú jamás tienes idea. Tú solo actúas.

Retrocedí cuando quiso acercarse. Mi vista era borrosa mientras suplicaba a mares no seguir llorando y verme tan débil al frente de sus narices. Sentí mis ánimos derrumbarse en el piso, intentando neciamente controlar las lágrimas que combatían su mayor pelea.

—Vamos, yo...

—¡No te le acerques! —Retumbó la voz de Ethan cerca de mí, interrumpiendo a Jaiden. Giré rápido y Ethan estaba a unos pasos de mí—. ¡Vamos, Ali!

Caminé con fuerza, queriendo huir de todo esto.

—¡Vete, Alison! —Su risa fue impenetrable detrás de mí—. Él fue siempre. Era cuestión de tiempo para que te buscaras a otro. ¡Alison, no vengas con mierdas! ¡Tú también jugaste conmigo y no te lo perdonaré!

Me sentí humillada y la vez llena de ira. No debió hablarme así. La poca paciencia que tengo, se esfumó por completo.

—¡No me vengas a decir eso, estúpido idiota! Yo no me fui un mes y me revolqué con un hombre, sabiendo que estaba de novia con alguien. Si antes te tenía compasión ahora eres alguien que repudio. Te odio con todo mi ser —Escupí cada una de las palabras—. No vuelvas a buscarme porque lo que encontraras ahora será odio de mi parte.

Giré entre mis talones furiosa y decepcionada de la vida. Todo era una mezcla de sentimientos encontrados que explotarían en cualquier momento. Caminé con desenfreno, pasando por el lado de Ethan. Quería desaparecer u olvidar lo que acabo de oír. Soltó palabras tan crueles e hirientes que me hicieron tirar todas las ilusiones a la basura. Ethan, sin decirme algo, me siguió hasta detenerme. Me llevó a su casa en su moto mientras perdía la noción del tiempo. No imaginé el momento en que me senté en su sillón. Nada en la vida me dejó tan destrozada como esto. No puedo levantarme, no lo consigo.

—Ethan, ¿me puedes llevar al terminal de buses? —Pregunté perdida entre la pared de concreto.

Me asfixia llevar en mi espalda el dolor de un corazón roto que late lentamente como a punto de morir. Me volteo a ver a Ethan, siendo yo todo un desastre.

—Estas bromeando. Alison. Estas toda empapada. Hay tormenta enorme y un frío de mierda. No te iras de esa manera —Negué sin importarme nada—. No te dejaré que te vayas. Estoy acá para las buenas y las malas. Yo no te abandonaré. Te quedaras conmigo esta noche.

—Pero yo... —intenté encontrar una excusa, pero me quedé sin nada. Pasé una mano por mi pómulo derecho y limpié el seguido rastro de lágrimas—, está bien.

—Bien —Me sonrió simplemente para tratar de alegrarme, pero no bastó—. Traeré algo para que puedas cambiarte.

Fue por ropa a su cuarto mientras yo me fui a su baño. Llegué a la bañera y no encontré ninguna toalla. Caminé a su habitación y lo encontré erguido en su armario en busca de algo. Esa camiseta blanca que cubría su cuerpo, se marcaba perfectamente a su espalda ancha. Golpeé su puerta y él me vio desde el umbral.

—¿Podrías facilitarme una toalla? —Le pregunté y Ethan se comenzó a reírse levemente, desconcertándome.

—¿Es en serio? —Subió una de sus cejas—. Ali, eres tan cercana a mí y me pides eso. Sácala, están en el mueble del baño.

Regresé al baño, recordando una sonrisa de Ethan, una sonrisa sincera. Busqué entre el cajón, una toalla y encontré una gran variedad de ellas; elegí de la caricatura. Abrí la llave y como si estuviera en un trance, me despojé de la ropa y me adentré a la regadera. La lluvia tibia cayó por mi cuerpo y mis ojos no lo resistieron, lloraron con fuerza. La garganta me ardió con arrebato y por ese momento recordé lo frio que se siente. Me abracé, tratando de detener esa tormenta que arde en mi interior.



#2419 en Novela romántica
#603 en Novela contemporánea

En el texto hay: juvenil, romance, amor

Editado: 28.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.