—Bien —Me levanté de manera brusca del sofá, terminando de confesarle todo y me crucé de brazos—. Ahora, ¿esas ideas de Ethan salieron de tu cabeza?
No hubo respuesta, solo una Victoria estupefacta, perdida en la nada.
—¡Maldito hijo de perra! —Gruñó disgustada—. ¿Y te cobra sentimientos sin justificación, el maldito?
Sus ojos cayeron en mí.
—Fue horrible, Vic. Me gritó diciendo que yo tenía algo con Ethan —Mordí mi labio con desesperación—. ¡Me trató como una cualquiera!
—¿Por qué oigo tantos gritos? —Adam apareció de repente por el pasillo angosto.
Quise escapar de ese momento, su hermano era el menos indicado para esta conversación.
—De lo desgraciado y maldito que es tu hermano —Victoria bufa con repudio.
Hubo silencio.
—Cariño, sé que es idiota a veces, pero es una buena persona —Lo defiende, causando que colapse mi paciencia.
Lo quedé mirando con cara de póker y pensé en la mejor excusa para tener que escapar de acá.
—Iré a bañarme, después regreso —Agregué y apenas él detuvo su mirada en mí, noté una gota de arrepentimiento. Aunque no entendí aquello, si él como ese cerdo de su hermano—. ¡Oh! Lo olvidaba, hoy te toca el almuerzo, Adam.
—Lo siento, Alison —Trató de disculparse por los actos de su hermano, pero él no era el de los errores.
—Tú no tienes la culpa —Sonreí levemente—. Espero tu comida.
Desvié el tema.
—Daré lo mejor de mí.
Asentí.
—¡Oye, Ali! En tu habitación hay una caja que es tuya —Entrecerré mis ojos, viendo a Victoria, ¿qué caja había olvidado? No lo recuerdo—. El repartidor de la mudanza lo olvidó, pero después la regresó. Que humilde ¿No? Otra persona en estos tiempos llega y se la roba.
Caminé a mi habitación, desconcertada y cerré la puerta detrás de mí. Miré mi cama y justo encima de ella había una caja de cartón. La abrí dudosa y todas las cosas que había abandonado se hallaban en esa caja, llevándome meses atrás. Todo me recordó a él; su camiseta, sus regalos e incluso una rosa seca que me había traído. Dudosa la tomé llevándola a mis fosas nasales. Volví a recrear recuerdos hermosos en mi cabeza. El dolor de por sí se agudizo en un profundo hoyo de recuerdos agrios. Era imposible borrar esa parte de mí, pero me armé de valor y con rabia la tiré sobre la caja. La sellé con cinta adhesiva y maldecí con fuerza. Necesito olvidar todo lo que me recuerde a él. Debo volver a caminar hacía otro lugar. Sin más, tomé la caja y con lágrimas en los ojos, la dejé al lado de la basura. Afuera de la casa cruzada de brazos, entre una ira y dolor me quedé estática.
Es hora de decirte adiós, Jaiden.
—¿Que estás haciendo? —Victoria preguntó.
—¡Desechando basura inservible! —Le grité a la distancia.
Victoria se encogió de hombros y regresó a la casa. Por suerte era todo mejor así. No quiero lidiar con su cuestionario de "¿Qué hay en la caja?". Volví al baño a ducharme. El agua del pueblo era muy diferente a lo que acostumbraba de la cuidad. Esta agua era mucho más exquisita para beber y nuestros vecinos estaban a medio kilómetro de nosotras. Prácticamente vivíamos en la nada.
Regresé a mi habitación apenas terminé de bañarme y el olor de una comida exquisita lograba percibirse en cada rincón de la casa. Sonreí victoriosa. Después de tantas directas indirectas, logré que Adam cocinara. Pasaron un par de minutos y ya nos gritaba que fuéramos a comer. Al cabo de poco tiempo ya disgustábamos una exquisita pasta italiana. A decir verdad, se encontraba mucho más deliciosa que esos Hotcakes que victoria me preparó un día. De solo recordar la sensación en la boca, me da náuseas.
—Te quiero, Adam. En serio —Ella trató de suavizar su veredicto de quien cocinaba mejor—. Pero todavía estoy al lado de, Ali. Ella cocina rico.
Reí victoriosa y Adam me tiró un fideo a la cara.
—Pierde justo, perdedor —Le recriminé bromeando.
—Vamos, mujer —Adam le protestó a Victoria—. Sube mi ego.
—No puedes conmigo y mi cocina —Le saqué la lengua con burla.
—Eso lo veremos —Achinó esos relucientes ojos azules—. Solo no me he ganado toda la confianza de mi chica, pero cuando lo haga estarás perdida.
—¿Insinúas que me vendo?
Victoria confundida dirigió la vista hacia Adam.
—Yo, nada...
Me quedé viéndolos fijamente, pensando en lo bien que afrontaban esto después del golpe tremendo que recibieron.
—Me alegra verlos de esta manera, sonrientes —Me acomodé en la silla—. Me encanta verlos mejor.
Victoria por momentos se quedó pensativa igual que Adam, pero volvieron a ser esa pareja perfecta que afrontan los altos y bajos juntos.
—Estamos mejor. En estas semanas me di cuenta que, aunque lo perdí, esa personita siempre va estar en nuestros corazones —Confesó con tan hermosas palabras.
Fue cuestión de segundos para sentir ese amor de madre en el entorno. Siempre seria de esa manera, indescriptible.
—Me alegro que estén mucho mejor —Hablé sinceramente.
Verlo así tan melosos me hacía amarlos más. Esta pareja era única, sobre todo por la preocupación del uno por el otro. Algo que Jaiden en el último tiempo no la tuvo por mí. Dando vuelta atrás recuerdo cuando todo comenzó despedazarse, lento y sin las fuerzas para repararlo.
—Por cierto, Ali. Nosotros viajaremos mañana por la noche —Me confiesa Adam, dejándome un poco sorprendida—. Viajaremos a Inglaterra por una semana o dos, no lo sé. Solo sé que debo hacer unas cuantas cosas por el trabajo y bueno, Victoria decidió acompañarme.
Asentí claramente.
—Bueno, márchense. No los detendré por dejarme sola y abandonada como un perro sin hogar —Hago un puchero que causa tristeza en el corazón de abuela de Victoria—. ¡Es broma! Solo disfruten sus pequeñas vacaciones.
—Sobre eso —Esa simple risa de Victoria solo significa tratos que no me gustan—. ¿Nos puedes llevar al aeropuerto mañana, por favor?