La protección que se generó entre sus brazos es única. Siento que mi tiempo huye lejos de mí, porque ni siquiera lo siento pasar. Me alejé de su ternura y toqué aquel dije colocado en mi cuello.
—¡En verdad te lo agradezco! —Chillé sin poder contenerme, la emoción era clara en mi rostro.
—Sabía que te gustaría —En su rostro se formó una sonrisa sincera.
Me arrimé de nuevo a él y me arropé a sus brazos como una niña pequeña. Reposé mi cabeza en su hombro y desfruté el cariño que solo él me proporciona. Yo era endeble a sus encantos. Sin embargo, olvidé cómo comportarme o como su torso estaba desnudo, solo disfruté su agradable compañía.
—¿Quieres que te haga el desayuno? —Sonreí esperando una respuesta.
—Hot-cake —Sugirió.
—Haré todo lo que quieras —confesé e instintivamente deposité un beso en su mejilla—. Has dado tanto por mí que yo siempre lo haré por ti, no lo olvides.
Me levanté sonriendo y luego de una hora de trabajo en la cocina, por fin en los terminé. Di un gritó al cielo y Ethan me sorprendió, riendo. Mis ojos inquisitivamente se voltearon y no supe precisamente como actuar. Él apareció sin nada que tapara ese duro torso. El sonrojo de mis mejillas fue notorio que entreabrí mis labios, como si no me conociera.
«¿Por qué ahora todo tiene que ser todo tan interesante?» Me pregunté a mi misma.
Revolví un poco mi cabeza y serví mi preparación en dos platos.
—Están listos.
Ambos sonreímos y en ese instante alguien toco el timbre.
—Ethan, ¿puedes abrir?
Ethan asintió y a eso de dos segundos de que abriera la puerta...
—¡Que tal cabrón!
«¡Jesucristo!» Era la voz de mi hermano el brujo. Aparece cuando menos lo espero.
—¿Estás de esa manera al frente de mi hermana? Códigos, hermano —Se escuchó un silencio y yo rodé los ojos—. Ponte algo.
—¿Por qué? ¿Hay algo mal? —Escuché decir a Ethan.
—Es mi hermana —Lo escuché comentar.
Giré mis ojos de solo escuchar a mi hermano, era un cavernícola.
—Hola, hermano —Me crucé de brazos apenas apareció en mi campo de visión—. ¿De qué hablan?
Él me fulminó con la mirada y giró sus ojos.
—Hoy amaneciste chismosa, ¡eh! —Lo encaré con una ceja y me crucé de brazos—. Creo que sí.
Carraspeó con intensión de encontrar apoyo en Ethan, pero se negó.
—Yo que... —Pasó una mano por detrás de su cabello y cambió de tema—. ¿Qué tal tu novio?
Un silencio se expidió entre ambos y entrecerré mis ojos.
—Hermanito —Sonreí con malicia y la desaparecí al instante—. Como siempre tus visitas las adoro. Ve a lavarte las manos o de lo contrario lo único que comerás será Brócoli. Digamos que no es tu plato favorito —Ordené con una ceja levantada e intenté no reírme por su expresión de furia—. Y tu Ethan, ve por una camisa o no comeremos.
—Gracias, amigo. La tenia de buen humor y llegaste tú a cambiarla, genial —Ethan se queja resoplando.
Estaba furiosa un poco por John al ser tan cavernícola, pero un poco más por sacar ese tema del que tanto he tenido que callarme. No los vi moverse así que tomé la espátula que dejé en la mesa. Firmé avance hasta ellos con ella en la mano derecha.
—Si ustedes no caminan, les pegaré con esta espátula —La alcé y rápidamente los dos hombres desaparecieron de mi vista
«¡Así se hace, mujer!» Sonreí sin poder evitarlo.
A pesar de ese mal percance con John, mi alegría irradiaba a cualquier parte que vaya. Saqué el zumo de naranja de la nevera y serví en los tres vasos. Luego fui por dos tazas y les serví café a mis hombres. Ethan volvió con su sudadera favorita y yo John llegó mascando polvorita.
—Ahora si se pueden sentar en la mesa —Les ordené.
John bufó como siempre, estaba enojado. Siempre lo he notado.
—¿Ya cambia la cara, perro? ¿Estas hormonal o qué? Ven a darme un beso —Mi hermano a regañadientes se volvió a parar de la mesa y depositó un casto beso en mi mejilla—. Eres adorable, John. Cambias mi humor, mira mi sonrisa.
—No creo que yo sea quien lo cambió —Miró a Ethan como culpable y luego me miró con mera tristeza—. ¿Hermanita, estas bien con lo de Jaiden?
Eso fue un golpe bajo, me removí un tanto incomoda de la silla.
—¿Por qué eres tan idiota, Jhon? —Ethan comentó.
Negué sin querer responderle. John sería capaz de matarlo.
—No confiaba mucho en ese tipo. No era para ti —Alcé una ceja, desentendiendo y tomé mi vaso—. Existen muchos hombres buenos, Ali. Ethan está en lista.
Abrí los ojos y me atraganté con el zumo de naranja. Mi vista rápidamente se dirigió a Ethan, quien si quiera demostraba una gota de enojo, simplemente me guiñó su ojo derecho. Arrugué las cejas y mis pómulos se sonrojearon.
«¿Es normal sentirme así de nerviosa?» Me hice una pregunta que siquiera yo era capaz de responder.
—¿Por qué no puede ser otro chico? —Pregunté con cierta curiosidad a Jhon.
—No, porque yo conozco a Ethan como la palma de mi mano. Es mi mejor amigo.
Arrugué mi entrecejo un tanto furiosa.
—¡Así que tengo que estar con alguien que a ti te agrade! —Chillé con un enojo que siquiera supe que existía.
—¡Diablos! No, hermana —Maldijo y sus idénticos ojos cayeron en los míos—. Maldición, no quiero que alguien a quien no conozco pueda volver a dañarte.
—Yo... no pensé que... —Mi voz perdía credibilidad.
—Sí, lo supe por mamá —Agaché la cabeza y vi su mano encima de la mía—. Lamento no llegar a tiempo para no ir a romperle la cara. —Sonreí y él me demostró cuán importante era para él—. Miles desearían tenerte, pero el que tuvo tu corazón no lo merece, hermanita. Tú vales por millones y sé que uno podrá merecerte tanto como yo durante todos estos años.
Mis ojos se empañaron que deposité mi cabeza sobre su mano.
—Gracias por llegar, siempre en mis momentos más terribles —Alcé mi rostro y él se encogió de hombros.