Tragué en seco en cuanto esos ojos marrones se quedaron nítidamente en mi visión.
—¡¿No es genial encontrar a un conocido?! —Abby chilló emocionada, pero incluso aquello no me despertó del pequeño transe—. ¡Que pequeño es el mundo!
—Sí, es bastante pequeño —Musité en un pequeño y tímido hilito de voz.
—¡Quién lo diría! —Agregó él con una emoción en sus ojos, todo lo contrario, a la última vez.
Diría que nuestro último encuentro pasado no fue para nada igual.
—Si —Aparté la mirada cuando ya no logré contenerla—. Quién lo diría.
—Bueno, querida Alison —Abby me tomó por los hombros—. Te he presentado a todo el personal, pero tenemos que hacer que esto trabaje. —Asentí, tratando de concretarme—. Por el momento tendrás que ir con Sebastián a investigar sobre nuestras estrellas de la fama mientras tratamos de arreglar un poco el escritorio para ti.
—No es necesario...
—Claro que sí —Merry comentó emocionada.
—Te harás cargo de los libros. Tendrás una sección que es la reseña de libros ya que a ninguno de nosotros nos place leer y me la tendrás que entregar cada dos días. Entrevista con autores. Todo lo que tengas, lo quiero.
—¡Oh! Claro.
—A la vuelta todo estará listo.
Asentí con una sonrisa plasmada en el rostro.
—Preciosa Ali —Sebastián captó mi atención—. Vamos, las estrellas nos esperan.
—Claro.
Sebastián tomó la cámara sobre su escritorio y nos marchamos en busca de nuestras personas famosas.
***
La mañana pasó como un torbellino de cosas, pero en uno de los más hermosos sentidos. Sebastián se convirtió en una de las personas más amorosas que he conocido, he recibido mucho cariño en pocos segundos y esto me emociona por completo. Por primera vez encuentro un lugar en que me quedaría para siempre.
Al volver ya el reloj las diez de la mañana. Sebastián abrió la puerta con una llave que guardaba en su pantalón hípster y todos estaban reunidos en una esquina, charlando.
—¡Llegamos! —Gritó el hípster de Sebastián.
Todos voltearon con sorpresa.
—¡Qué bien! Ali, tenemos tu nuevo escritorio —Abby chilló emocionada.
Merry se apartó un poco del escritorio y en ese momento en que casi se me cae la dentadura, sonreí muy emocionada. Se habían esmerado en colocar varios materiales de escritorio de color amarillo. Todos los escritorios poseen un color y ese era el que les faltaba.
—Puedes decorarlo como quieras, si quiere otro color puedes...
—Está hermoso así —Dije sinceramente—. Muchas gracias.
—Me alegra mucho que te gusté —Asentí y la sonrisa de Abby se amplió rápidamente hasta que sacudió un poco su cabeza—. Ahora devuelta a realidad, he planeado como sería mejor estructurar la revista y con ellos necesito de tu ayuda. Espero un artículo tuyo para el jueves por la tarde. La revista se imprime a primera hora de la mañana del viernes.
—Claro la tendrás para ese día. Me colocaré a trabajar ahora.
—De seguro lo harás, confío en ti como mi hermana lo hizo —Recordé con suma felicidad a Anabeth—. ¡Ah! Casi lo olvidaba. Merry quiso que te lo dijera apenas llegaras. Nosotros tenemos una tradición de juntar dinero para comprar el almuerzo entre todos y así comer todo juntos, ¿te apuntas?
—¡Por supuesto! ¡Si! ¡Me encantaría! —Chillé emocionada.
—¡Abby! —Gritó Robert desde la cocina.
—Te dejo. Robert, me llama —Asentí.
Me senté en mi nueva silla de trabajo y cuando tuve mi computadora al frente de mis ojos, fue imposible no enmarcar una sonrisa genuina en mi rostro. Este primer día de trabajo no se equipará con ningún otro. Desde mi primera pisada en este lugar, un fuerte vibra positiva me acogió con cariño.
Me coloqué a trabajar con las mismas energías de siempre. Tecleé algunas reseñas de libros; desde niños hasta de adultos. Más tarde seguiría con reseñas de libros sobre ciencia. Cualquier lector ama un género de libro, independiente de como sea. Pretendí conseguir una entrevista con una escritora que se basaba en romance, así que envidié un email cruzando mis dedos. La respuesta llegaría en algunos días. Al final, mi mañana pasó como un relámpago que no pude evitar, simplemente por lo entretenido que podía ser este trabajo. Para la hora de comer todos nos reunimos en la cocina para juntar el dinero, la cuestión era quien iría a buscar la comida.
—¿Quién irá? —Preguntó Merry.
—Yo no puedo. Ayer fui al gimnasio y regresé cansado —Robert se excusó.
—¡Oh! ¿Esa fue la excusa barata que la pelirroja te aconsejó que dijeras para llegar tarde al trabajo? —Abby ironizó.
—Pero funcionó, Abby. Ella es una maestra en todos los sentidos —Suspiró.
Merry comenzó a reír.
—Flechado a la vista.
—Ya que ninguno se digna a ir, yo iré —Comentó Chris a mi lado—. ¿Quieres acompañarme Ali?
—Yo... —Mi lengua comenzó a trabarse y todos se quedaron mirándome. No habíamos hablado desde entonces y ahora quiere que lo acompañe, solo yo y él. Somos fuego, pero no de ese agradable—. Claro.
Apenas salimos del edificio no hemos hablado en ningún momento y yo no sería la primera en soltar la lengua, no señor. Si fue él en terminarme primero, que entonces sea él el primero en reparar los daños.
—¿Cómo has estado? —Rompió el hielo al caminar por la calle.
Arrugué levemente mi entrecejo.
—Bien y ¿tú? —Pregunté con voz neutra.
A decir verdad, este chico no me incomoda después de tanto tiempo en que lo vi y tuvimos esa leve discusión. Lo noto más varonil, como si hubiera perdido esa esencia de chico malo que me atrajo.
—Bien —Trató de aclarar su voz—. Ha pasado mucho tiempo sin verte, pero he querido desde hace mucho tiempo decirte que lo lamento.
Me quedé sin palabra y nos detuvimos por alguna loca razón. Sonreí sin premeditarlo. Creo ciertamente que debo dejar el pasado atrás.