Me sentí tan plena que acaricié cada centímetro de su boca, recordándolo. Fue la sensación más indescriptible y maravillosa que la comisura de mis labios pudiera haber tocado. Era todo para no creer. Lo cierto era que ambos nos fundimos en un sentimiento lleno de amor puro. Deseé por completo olvidar el lugar que estábamos. Incluso olvidé que llevaba el vestido estilo romano que Victoria eligió para mí. Poseía un corte en la pierna derecha lo que ocultaba más mi piel. Dejé de besarlo para volver a tener un poco más de compostura, pero frente a él todo cambiaba.
—Desearía irme contigo a otro lado —Me acerqué a su oído susurrando provocativamente—. Pero antes tienes que bajarme.
Ethan con su sonrisa que hacía que mi mundo me derritiera, me bajó.
—No puedo evitar tenerte en mis brazos, pero al ver tu pierna al descubierto cambio de opinión —Me confesó y mi respiración se aceleró con desenfreno que mis mejillas ardieron—. ¡Oh! Manzanita, me encloqueces con tus mejillas.
Rodeó mi cintura con ambas manos. Me acercó más de lo debido, quebrantando la distancia y su pecho se apegó al mío. No dejé de perderme en sus ojos miel. Su nariz acarició la mía y la necesidad de paz, me llenó por completo.
—Te extrañé mucho —Confesé.
—Yo igual. Me era imposible no pensar en ti todos los días —Declaró y suspiré feliz.
Me sentí completa teniéndolo aquí, sintiéndolo. Apoyé mi cabeza sobre su pecho escuchando los latidos rápidos de su corazón. No me quería volver a soltarlo. Llenaba mi ser completo.
—¿Linda? —Su voz inquieta llamó mucho mi atención. Me alejé de su pecho para verlo directamente a los ojos—. ¿Por qué tu ex novio nos está mirando de esa manera?
—¿Qué? —Apenas pude pronunciar la palabra.
Volteó en busca de Jaiden. Al encontrarlo fijé mi atención en él, ahí estaba de piernas separadas, sentado en una silla y en su mano llevaba consigo un vaso de vino o ron. No sé exactamente lo que bebía, pero debí suponer que volvió al alcohol como hace un año. Mis ojos capturaron ese deterioro en su imagen. Ese Jaiden que había profesado amor, ya no existía. Nos miró transmitiendo un rencor del alma. Un escalofrío recorrió por mi columna vertebral erizándome la piel.
—Solo nos mira, Ethan —Intenté sonar tranquila, pero no—. Yo hace ya más de un año que arreglé todo con él y quedamos en una amistad. —Terminé diciendo sin convérseme yo misma. Me giré otra vez hacia Ethan, mirándolo con una sonrisa—. No quiero pensar en otras personas que no sean en ti. Deja de verlo. Tus ojos solo me pertenecen a mí.
—Siempre tuyos —Dejó de mirarlo y posó la vista en mí—. Disfrutemos el momento entre nosotros dos.
Asentí al darle un beso sobre sus labios, disfrutando cada detalle de su comisura.
—¡Ey! Cabrón, llegaste ¡¿Y no saludas a tu mejor amigo?! —Gritó mi hermano al frente de todos.
Giré los ojos al oírlo. Siempre llega en los momentos más inesperados. Al detener al frente de nosotros, habló con Ethan recordando los buenos tiempo. Jhon después le presentó a su nueva novia. Eso a Ethan lo dejó perplejo, ya que todos los que conocíamos a Jhon, sabemos perfectamente que él era un casanova de pies a cabeza. Después por micrófono, los novios anunciaron que en media hora sería cortarían el pastel. Yo en el regazo de Ethan, recordé la sorpresa de Adam.
—Me disculpan, iré a mi auto a buscar mi teléfono y otra cosa más que es de Adam —Le expliqué.
Ethan con su mano me atrajo hacia él, apegándome a su pecho y depositando un beso sobre mis labios. Fue realmente delicioso.
—Vuelve pronto —Me ordenó sonriendo.
—Sí.
—Si no llegas en diez minutos, iré por ti —Confesó al guiñar un ojo.
Me mordí mi labio inferior, queriendo tenerlo en ese lugar.
—Te espero y no lo olvides —Me acerqué a su oído con voz sensual. Quería perder los estribos, ser una mujer sin escrúpulos—. Te necesito en el auto, no tardes Ethan.
Todo el mundo gozaba del baile con la música a todo volumen mientras yo caminaba contoneando mis caderas. Sabía el deseo que nos invadía y la necesidad de que besara mi piel por centímetro. Sentía sus ojos perderse en la descubierta espalda y sé que eso lo mataría en segundos. Caminé hasta por fin salir del local y mis oídos pudieron descansar. Vi el entorno con dificultad, era un tanto oscuro y tenebroso. La luna apenas alumbraba. No había nadie alrededor, así que prácticamente me encontraba sola. Con mis brazos intenté abrigarme, pero era inmune al avanzar por el camino.
—¡Que frio! —Protesté en voz baja.
Llegué a mi auto con mucho más frio. Con las llaves en mi mano abrí la puerta del copiloto, mi teléfono se encontraba en la guantera. Los busqué con desespero, ya que el frio hacía de las suyas. Entre cosas y cosas, lo hallé junto a mis documentos y los boletos de viaje que Adam había comprado para la luna de miel. Cogí ambas cosas, ya que la sorpresa de Adam sería después de cortar el pastel. Sin más con una sonrisa satisfactoria, cerré la puerta de mi vehículo.
—¡Maldita sea! —Bramó una voz muy familiar y el ruido de algún vidrio quebrarse en el suelo agudizó el miedo en mí.
Con la respiración acelerada buscaba con la mirada al responsable. Primero miré para hacia atrás y nada. Volteé de nuevo hacia adelante y di un pequeño respingo del pavor. Vi a nueve metros un hombre que mantenía sus manos en los bolsillos y caminaba hacia mí. Nerviosa di un paso hacia atrás, pero él avanzaba con velocidad. Mi vista se segaba a la silueta de esa noche anterior en que la vi. Y cuando estaba a punto de retumbarse en mi temor, logré percibir a Jaiden y un alivio se formó en mí.
—¿Jaiden? —Pregunté.
—Alison —Afirmó sin tapujos.
—¿Cómo estás? —Pregunté amable. Él se detuvo a dos metros de mí, me estudio de arriba abajo sin responder a mi pregunta—. Vuelve a la fiesta, esta buenísima... Si me disculpas, después te veo.