Difícil de admitir

44. "El doctor"

¡Joder! Como me dolía la vista. Todo lo hallaba tan blanco que, acostúmbrame a la claridad, fue estresante. Cerré mis ojos un poco y después los abrí adecuándolos a mi entorno. Mi vista se estableció en el lugar y todo me dejó perpleja. Era cierto donde estaba, era una sala de hospital completamente sola. Me fijé en cada rincón estudiándola; a mi lado derecho había flores y peluches. Pareciese que hubiera muerto. De pronto sentí la necesidad de beber agua, mi garganta seca me lo imploraba a gritos. Giré mi cabeza hacia el lado izquierdo y en la mesa de noche había una botella de agua. Intenté atraparla, pero mis dedos me fallaron y esta calló por el suelo rodando hasta alguna parte. Joder, necesito agua. Pareciese que hubiera corrido un maratón. Frustrada me quité ese aparato en mi dedo índice y tapé mi rostro frustrada, pero un metal helado hizo que las apartaras para fijarme en mi mano derecha ¡Oh, vaya! Había un anillo hermoso en mi dedo. No lo puedo creer. Una sonrisa involuntaria se formó en mi semblante. El chico de mis sueños fue lo primero que me llegó a la mente. El sonido de la puerta abriéndose, me hizo desviar al instante la vista.

—¡Oh! Alison, has despertado —Victoria murmura sorprendida y en segundos se colocó a sollozar.

Le di una leve sonrisa luego bajé la vista a su estómago abultado.

—¡Oh, Vaya! ¿Qué es eso? —Comencé sentir mucho la necesidad de agua. Me costaba hablar—. ¿Estas embara... zada?

Apunté con mi dedo índice, sin entender mi boca seca.

—No debes forzar la voz —Se acercó hasta a mi abrazándome y me dejó con muy poco oxigeno—. Te extrañe mucho, primita.

Sus lágrimas aún no cesaban.

—¡Sed, agua! —Balbuceé al tocar mi garganta.

—Lo siento, es que... —Comenzó a llorar más fuerte y yo le indiqué la botella. Ella sin poner objeción fue a recogerla—. Te extrañé mucho. Estaba muy mal, pero siempre tuve la esperanza de que despertaras.

Asentí al momento en que ella colocó la boquilla de la botella en mis labios. Comencé a beber con desosiego. Necesitaba tanto beber agua. Al terminar, ella se alejó de mi sacándose las lágrimas de sus mejillas.

—Iré por comida, para que comas. Volveré en unos minutos... De seguro todos se colocarán felices; tu mamá, tu padre, Jhon, mi esposo y sobre todo Ethan —Confesó.

Un momento Vic estaba casada. Llevé mis dos manos a mi cabeza y de pronto el toque una ¡Auch! ¿Cicatriz? En el lado derecho. Pero eso no me consterno, no sentí una parte de mi cabello. No tenía mi cabello en la parte baja.

—Mi cabello —Murmuré con lágrimas en mis ojos.

Victoria llevó una mano en su boca mirándome perpleja.

—Lo siento, Liz. Tuvieron que raparte un poco para operarte —Confesó derramando lágrimas.

Negué al instante colocándome triste. No puede ser cierto, mi cabello.

—Iré por el doctor —Susurró al ver que no paraba mis sollozos.

No tardó en llegar con las enfermeras, dos médicos y un chico bonito. Las enfermeras me examinaron, al sacarme una muestra de sangre. Después el hombre que parecía ser el médico, era exactamente un neurólogo. Sus preguntas todas las respondí todas balbuceando un poco. Algunas cosas pude recordar, otras quedaron en el olvido. Sobre mi accidente, no recordé nada. Le dije sobre mi última memoria un poco cansada. No podía hablar bien. Luego no pude responder más, la cabeza me comenzó a martillear.

—Alison, te dejaré por el momento —Asentí dándole una leve sonrisa y el doctor me examinó, sacando unas lágrimas de mi rostro—. Tu cabello volverá al igual que tu voz, no te entristezcas. Debe estar feliz, despertaste después de minutos tan críticos. Volveré pronto para volver a examinarte cuando llegué los resultados.

Las enfermeras y el otro doctor se fueron. Dejando solo al neurólogo con Victoria y un chico de ojos azules hablando en la sala. Charlaba sin que pudiese oírlos, lo que me frustraba considerablemente.

—Doctor, dígame... necesito saber la verdad —Mi pecho comenzó a desenfrenarse—. Saber... dígame a mí.

Me detuve en un par de segundos para internar recomponerme.

—Sí, lo siento —El neurólogo se acercó hasta mí y comenzó a hablar—. Tus familiares preguntaron de por qué no recordabas nada y es porque tu golpe sucedió justo en la parte del cerebro, en donde almacenamos todos nuestros recuerdos. Es posible que tus memorias lleguen hoy, mañana, en un mes, año o incluso nunca —Sus últimas palabras eran desalentadoras, tanto así que me colocaron triste.

—No... entiendo —Susurré resignada—. Solo... un día... recuerdo.

—Puede que ese día conociste a alguien importante en tu vida o te sucedió un acontecimiento imborrable. El cerebro humano es impresionante, nunca sabes lo que se espera de él —Él me explico y yo solo asentí cuando me invadió la tristeza.

—Hambre —Pronuncié con dificultad.

—Las enfermeras tratarán tu comida. Iré por Ethan, volvemos en un par de minutos... —Victoria me dejó al tanto al ver que todos comenzaron a salir.

—Claro, le diré que ya despertaste y todo eso que no recuerdas —Asentí con un pequeño dolor en la cabeza—. Luego vuelvo.

La puerta se cerró dejándome completamente sola. Mis lágrimas descendieron, al darme la vuelta hacia la ventana. Había un lindo día soleado, con una nube que otra en cielo. No sentía calor o mucho frio, sino que era una temperatura más bien agradable. El lado bueno de esto es que rompí mi récord de dormir más tiempo, ¿a quién engaño? No puedo hablar y la coordinación de mi cuerpo con mi cerebro son terribles. Esto es lo peor en mi vida. Nada lo cambiaba. El anillo llegó a mi memoria, "¿Por qué no puedo recordarte? Tanto significas para mí y la memoria no lo hace.

Vic, no tardó en llegar con la comida y venia acompañada con el mismo chico. Feliz por sentir el olor a comida me senté en la camilla esperando la bandeja.

—Tengo hambre —Susurré con más claridad y mi atención se la llevó el chico—. ¿Tú eres...su?



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En el texto hay: juvenil, romance, amor

Editado: 28.10.2021

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