Se me acercó con gran arrebato, besándome el cuello mientras que una de sus asquerosas manos se posó en mi pierna, ascendiendo por el muslo. Batallé todo lo pude para que me dejase, pero eran nulo. Sollocé por la desesperación, sin creer lo que ocurría.
—¡Ayuda! —Grité con una desgarradora voz que solo pedía ayuda."
Desesperada pegué un pequeño grito y todo volvió a la vida. Me senté en la cama por la carencia de aire y vi con temor todo mi alrededor. Era mi segunda semana en este hospital y esa pesadilla vuelve a colarse entre mis sueños. Nada de mis memorias me es familiar, no logro entender el significado de todo esto.
—¿Ali? —Di un pequeño brinco y direccioné la vista hacia su persona—. Dime, ¿Estás bien?
—Si... —Gruñí con frustración y mis ojos pican—. La verdad es que no.
Noté una mueca de malestar en su semblante.
—Me preocupas, llevas dos semanas en este estado —Se detuvo y optó por tomar mí misma posición. Tomó un mechón de cabello y lo ocultó por detrás de mi oreja—. Confía en mí, yo sé que puedes hacerlo, hermosa.
Tomé un bocado de aire para asimilarlo y lo expulsé.
—Se trata de un desconocido q-que... —mi voz comienza a desfigurarse—, está sobre mí, besándome. Intento escapar, pero no me lo permite. Es espeluznante.
—Yo siempre estaré para ti y cuidaré cada miedo, solo para verte feliz. No debes tener miedo, amor —Soltó una sonrisa sincera, atrayéndome a algo inexplicable.
Sentí la necesidad de abrazarlo y sonreír, pero mi timidez solo hizo que mordiera mi labio para evitar hacerlo.
—No puedo recordar mi pasado, pero no me impedirá que siga a tu lado amando cada pieza tuya —Solté mis labios y en ellos se detalló algo hermoso.
Se acercó con toda seguridad y me arropó entre sus brazos, solo para hacerme saber que nada malo pasaría.
—Nunca me alejaré de ti, avecilla —Besó mi cabello.
—Por favor nunca lo hagas.
Su calor llegó a mí como una protección y el dulce sueño acarició mis parpados. Su perfume sucumbió entre mis fosas nasales y todo llegó a ser ese uno que solo gira entorno a su persona. Y cuando piensas que todo tu mundo se desmorona, llega él.
***
—¿Y tú crees que bajó de peso? —Comentó una voz bastante familiar diría yo.
—A veces no sé que tengo por novio —La chica bufó en alto—. Jhon, tu hermana estuvo cinco días sin comer. Ahora saca tus propias conclusiones.
Con lentitud comencé a separar los parpados, viendo lo vacía que se hallaba la cama. Me decepcioné un poco, se había ido. Me senté en el colchón formando una leve mueca. La cabeza dolía un poco. Vi hacia delante y dos personas captaron mi atención. Reconocí a mi hermano en un abrir y cerrar de ojos, pero la chica me era una desconocida. Carraspeé y ambos dejaron de habar entre sí.
—Mira, despertó —La chica emocionada, le dio un codazo a mi hermano y sin más se acercó a darme un cálido abrazo que me desconcertó. No le respondí, estaba aturdida—. ¿Te recuerdas de mí?
Hice mueca y sus ojos por poco comienzan a derramar lágrimas.
—Me apena mucho que no me recuerdes, éramos muy buenas amigas —Ella susurró con melancolía y yo bajé la mirada, dolida. Nunca quise que pasara esto—. Pero esto no es el fin. Soy Anabeth, tu muy buena a amiga y si no lo creías tampoco, me apodo la novia de Jhon.
La mandíbula casi me llegó al piso.
—¿Jhon, comprometido? —Ella asintió y mis ojos cayeron en su persona. Claramente él trató de evadir mi mirada, haciéndose el distraído—. ¿Tú con novia? —Fue difícil no reír a carcajadas que tomé la mano de la chica—. Anabeth, ¿Cuándo ocurrió eso? ¿Cuándo domaste al no domado? —Lo recordé todo en la secundaría—. Puedes creer que cuando íbamos en la secundaria tenía el apodo del "No domado" Y lo gritaba con orgullo.
—Pues creo que la racha se le acabó —Ambas reímos y ella me miró fijamente a los ojos—. Tú fuiste quien nos presentó a ambos y ahora llevamos dos años.
—¡Que conste que ella me engatusó con esos ojos de gatito! —Jhon manifestó en su defensa, cruzado de brazos. Anabeth en cambio le dio una mirada furtiva y se acercó a pegarle en el estómago—. ¡Puedes ver cómo me maltrata! ¡Me tiene como su maldito prisionero!
—¡Oh! Vamos, nenita. Solo fue un golpecito, niñita llorona.
—Te mereces otro golpe —Se quejó gruñendo y yo en cambio le saque la lengua—. Madura.
—Nunca —Me crucé de brazos victoriosa—. Y tienen pensado, no sé ¡Puf! ¿Expandirse?
La mejor merienda de mañana es levantarte y molestar a tu hermano con preguntas muy incomodas. Jhon es un cavernícola que su cerebro funcionan a una velocidad menos diez, tanto así que tardó un poco en comprender a que me refería.
—Bueno yo... —Anabeth con inconciencia comentó.
—¡No! —Jhon la interrumpió de una—. No quiero tener hijos en un largo tiempo, cariño. Nos queda muchas noches antes de tomar un pañal. Y déjame decirte, hermanita. La fábrica puede estar cerrada para productos, pero le damos un buen uso a las maquinas.
—¡No era necesario decir eso! —Chillé al tapar mis oídos.
—Bueno, tú querías saber.
—Creo que fue una mala idea —Comenté arrepentida y tocaron la puerta.
Sin esperar un pase, frente a nosotros el doctor hizo presencia.
—Buenos días, Alison, vengo a ver tu estado de recuperación —Confesó con la tabla de anotaciones en sus manos.
—Hola, doctor —Bajé la mirada un tanto avergonzada, esperaba otra visita—. ¡Eh!, ¿usted ha visto al doctor Ross?
Sus ojos de pronto cayeron en mí y sonrió por cortesía.
—El doctor en estos momentos está en urgencia, aunque su turno termina por la tarde —Se cruzó de brazos y subió sus lentes por el tabique de la nariz—. ¿Ustedes no es de esas chicas que se cree enferma para verlo? —Mi boca se abrió sorprendida—. Es broma, soy un doctor divertido. Ya sé que es su novio, Alison.