Difícil de admitir

53. "Solo segundos"

Acostada en la cama en forma de feto y con mis manos en mi vientre observé a Jaiden con miedo. Se estaba desabrochando su cinturón. Comenzó avanzar lentamente ya con el cinturón en sus manos, apretándolo contra sus nudillos. Sus ojos estaban segados ante la oscuridad. Con miedo desvié la mirada hacia otro lado. Sus pisadas se detuvieron y solo esperé el impacto inminente. El golpe llegó en un par de segundos abofeteando ferozmente mi espalda. Con los dientes apretados resistí un dolor intenso mientras que mis lágrimas caían en silencio.

—¡Cuando te hablo quiero que me mires! —Rugió fuertemente. Mi espalda ardía considerablemente. El segundo azote llegó en el mismo lugar haciendo que gritará fuertemente—. ¡Eres mía, de nadie más!

—¡Ya basta! —Di un grito ahogado.

Mis palabras le eran inmunes, solo siguió; tres, cuatro azotes que destrozaron mi alma completamente. Mientras mi espalda ardía como el infierno sentí un líquido escurrir entre las heridas. En ese instante solo podía pensar en mi vientre, mi bebé. Si es que estaba embarazada y si esta bestia seguía con ello, ninguno de los dos sobreviviría.

—¡Sabes lo que hizo tu novio!¡Mírame, Alison! —Con una fuerza mayor tomó mi cara llena de lágrimas haciendo que lo vea—. ¡Tú maldito novio, me golpeo! ¡Pero adivina quién pagará!

Dejó de sostener mi cara en contra mi voluntad y después sentí el impacto de su mano sobre mi mejilla izquierda. Me era difícil describir el dolor tan grande que existía en dos partes de mi cuerpo, mi alma estaba destruida. Mis sollozos eran silenciosos.

—¡No dirás nada al respecto! ¡Bien, te lo buscaste! —Ahora sí tenía miedo de sus palabras.

Comenzó otra vez con los azotes en mi espalda, cinco seis y siete. Ya el dolor era tan grande que mi vida sentí que ya no valía la pena, estaba muriendo del dolor. Por el reflejo miré que alzaba una vez más la mano junto con el cinturón.

—Prometiste cuidarme —Susurré con el dolor haciendo de las suyas y derrame lagrimas—. No sigas rompiendo una promesa.

—¡T-tú! —Veía su sombra por el reflejo de la pared. Tiró el cinturón para tomarse el cabello con desenfreno, pasaron los minutos y solo se escucharon el sonido de las nuestras respiraciones—. ¡Tú no prometiste nada! ¡Me abandonaste por otro cuando yo quise una oportunidad! ¡Eres la culpable de todo! ¡Agh! ¡Maldita cabeza!

Comenzó a enloquecer dándose vuelta y luego se agachó para recoger el cinturón. Cerré mis ojos sedada por el dolor mientras esperaba el impacto, pero luego de unos segundos algo se desplomó sobre mí. Sin abrir los ojos sentí que alguien movió el bulto sobre mi cuerpo y después las mismas manos frías de la persona estaban sobre mi cara.

—Alison, despierta. No puedes irte. Hazlo por tu bebé —Comenzó a darme pequeñas bofetadas—. ¡Alison! Tenemos que irnos.

La conciencia volvió a mi mente de nuevo. Abrí mis ojos al instante y con un dolor debajo monumental vi a Leila.

—¡Vámonos! —Me dijo Leila—. Lo siento por no hacer algo antes.

Me levanté de la cama adolorida, pero era soportable con tal de salir lo más pronto posible de acá. Leila me observó asustadiza, desvié la mirada a la cama haciendo una mueca en el rostro. Jaiden estaba tirado ahí con un golpe en su cabeza.

—Esta inconsciente, hay que apresurarnos —Ella murmuró desesperada.

—Pero primero hay que amarrarlo antes de que nos haga algo —Le di a entender.

Leila permaneció pensando por unos segundos, pero después empezó a buscar cuerdas para amarrarlo. Yo como pude intente ayudarle, el dolor se me colaba como una capa más de piel. Busqué entre los bolsillos de su pantalón algo que sirva y encontré nada, siquiera las llaves de su auto, solo del cuarto. Leila lo ató con un gran nudo sobre sus manos y también los pies, como pude amarré su boca con paño que ella misma me pasó.

—Vámonos.

Comencé a caminar y las primeras puntadas se sintieron fuertemente.

—Tengo las llaves del cuarto así que es mejor encerrarlo —Me volteé y cerré la puerta con doble llave.

—Tenemos que irnos por el bosque, es más seguro. No sabemos si está trabajando con alguien o solo —Leila exclama colocándose una mochila en su espalda, rápidamente tomó el bebé con ambas manos.

—Bien —Hice una mueca insufrible de dolor.

—Vamos, después te veo las heridas. No tenemos tiempo que perder, pero antes ten —Leila me dio un pequeño frasquito de primero auxilios.

—¿Qué es? —Pregunto.

—Algo que te ayudará a lidiar el dolor, pero solo te durará una hora o dos. Hasta entonces estaremos muy lejos —Asentí tomándome el frasco de una.

Leila después me entregó una camiseta leñadora, unas botas de agua y un pantalón. Me los coloqué rápidamente para salir de la casa. Solo había tardado tan solo tres minutos, lo sufrible fue el doloroso roce de la camisa.

Leila con los nervios a flor de piel igual que yo, abrió la puerta principal. Salió con rapidez junto al niño. Detrás de ella caminé hasta el umbral y de ahí mi vida cambio. La libertad solo estaba a un paso. Por primera vez estaba feliz de poder dar un simple paso. Lo hice y todo mi interior cambió. Ahora solo tendría que luchar para mantener a mi bebé a salvo y volver con mi comprometido.

El dolor en mi espalda cada vez era más frustrante a la hora de dar pasos. Ninguna de las dos hablaba, solo caminábamos rápido. Le di un vistazo pequeño al cielo lleno de nubes grises y luego fijé la vista en los pasos de Leila. Llevábamos media hora caminando y dando vueltas, por suerte el bebé nunca lloró.

Un ruido a lo lejos despertó mi incertidumbre y luego de unos cuantos kilómetros lo escuché cada vez más cerca. Era el río. Llegamos a la orilla, pero este era demasiado grande para cruzarlo. Mis esperanzas de pronto se encogieron de solo ver el inmenso caudal.

—No podemos cruzar —Susurre con tristeza.

Si Jaiden nos encuentra será nuestro fin.



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En el texto hay: juvenil, romance, amor

Editado: 28.10.2021

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