—¡D5, avanza hasta E3! ¡E4, avanza hasta C2!
Con sus manos cubiertas de sangre presionaba los botones necesarios para activar las funciones del aparato que conducía, una especie de robot de color negro. Lágrimas de ira rotaban de sus ojos de color púrpura, sus ropas también estaban manchadas de sangre. Frente al robot se encontraba otra mole gigantesca de color dorado.
—¡Amano! —Se escuchó la voz de un chico a través de un comunicador—. ¡Usa el Cañón de Hadrones!
—¡No me digas lo que tengo que hacer, Kururugi! —respondió ella furiosa.
Con un delgado dedo ensangrentado la chica presionó un botón y se activó el cañón, su ataque atravesó a la creatura de color dorado haciendo que se desprendiera de su cuerpo algo semejante a pequeñas partículas brillantes.
—¡Shoutmon X7!
—¡Esto aún no termina, Kudou! —exclamó ella desde el interior de la máquina, aunque no estaba totalmente segura de que el chico que usaba las gafas de aviador fuera capaz de escucharla.
—¡Amano! —Dijo la voz de otra mujer al mismo tiempo que un robot de color rojo se colocaba frente a ella—. ¡No permitiré que uses ese Knightmare! ¡Baja de él, ahora!
—¡No tengo tiempo para discutir contigo, Kozuki! —dijo la chica y volvió a activar el cañón, esta vez dirigido hacia el Knightmare de color rojo.
Voy a vengarlo, voy a vengar su muerte… Pensó la chica. No me importa que sean mis amigos… Lo juro por él… Yo… ¡Voy a matarlos!