Tres días tuvieron que pasar para que Nene se encontrara lo suficientemente fortalecida como para salir de la habitación donde estaba recluida.
Sayoko, la eficiente sirvienta de la familia Lamperouge, le proporcionó una muda de ropa limpia para que la chica pudiese cubrir su cuerpo desnudo mientras su vestido púrpura hacía un viaje a la lavandería. La herida que la había incapacitado le provocaba un punzante y molesto dolor que le impedía caminar velozmente. Y las ropas que utilizaba eran claramente pertenecientes a Lelouch. Era fácil saberlo, pues se trataba de un conjunto elegante, juvenil y masculino. Constaba de una cazadora de color púrpura, una camiseta de color negro y un par de pantalones a juego.
Sintiéndose inconforme con su aspecto, salió de la habitación y se enfiló por aquel largo e intimidante pasillo.
El sitio donde se encontraba era tan gigantesco que le provocaba la absurda e inquietante sensación de sentirse estúpidamente pequeña.
En el poco tiempo que llevaba en aquél sitio, el único contacto que había tenido con el mundo exterior era Lelouch. Aquel atractivo muchacho visitaba a la joven Idol durante cada comida para llevarle los platillos a degustar, y mantenían una amena conversación hasta que él debía retirarse y la dejaba sola. No se podía decir que fuesen los mejores amigos, pero al menos pasaban un buen rato. Al menos, hasta que Nene comenzaba a hacer preguntas acerca de la vida del muchacho.
Por supuesto que ella había conservado su Xros Loader, que en aquel momento llevaba oculto debajo de sus ropas. Mervamon y el resto de la comitiva se encontraban buscando a Sparrowmon en cada rincón de Britannia. En algún sitio tenía que estar, Nene mantenía viva la esperanza de que no estuviese malherido.
Sus pasos la llevaron hasta el inmenso jardín de la mansión. Tal majestuosidad quedó opacada cuando vio a la pequeña figura que se movía sobre el césped montada en una silla de ruedas automática. Casi parecía llevar un letrero luminoso sobre su cabeza que la marcara como un personaje crucial para que se resolvieran todas las dudas de la Idol desaparecida. Nene caminó lentamente hacia la figura y se detuvo en seco cuando la silla giró y pudo ver a la niña que la ocupaba.
Cabello de un claro tono café, casi era similar a la tonalidad de la paja. Piel blanca. Cuerpo pequeño. Figura esbelta.
Y mantenía los ojos cerrados.
—¿Quién está ahí? —preguntó la niña y estiró una mano para intentar tocar a Nene.
Debía reconocer a las personas con el simple tacto.
La Idol pudo adivinar que se trataba de un severo caso de ceguera.
—¿Hermano? —insistió la niña.
—Me llamo Nene —se presentó la Idol y estrechó con delicadeza la mano de la niña—. Lelouch me permitió recuperarme aquí cuando…
—Ya veo, eres amiga de mi hermano —la interrumpió la pequeña esbozando una sonrisa.
Nene no pudo evitar devolverle el gesto, aunque sabía que la pequeña jamás podría verla sonreír. Se alegró al instante. Aquella niña era una compañía mucho más agradable que la del atractivo muchacho.
—¿Cómo te llamas? —preguntó Nene.
Sin darse cuenta ya estaba recorriendo aquél inmenso jardín con ella.
—Nunally.
—Nunally —repitió Nene—. Es un lindo nombre. Me gusta.
—Y a mí me gusta el tuyo —sonrió la pequeña.
Sintió que, desde su llegada a Britannia, nadie la había tratado con tanta amabilidad como Nunally.
—Si estás buscando a mi hermano, él debe estar en una reunión del comité escolar en la academia —comentó Nunally distraídamente—. No debe tardar. Últimamente regresa temprano.
Así que Lelouch es parte del comité escolar, además de ser el líder de lo que bien podría ser una rebelión… Razonó Nene. Tal parece que es todo un cofre de sorpresas…